Extravagantes
Viven por fuera, al margen de quienes los deciden seres perif¨¦ricos; por la alteraci¨®n en los neurotransmisores o diferentes lesiones en el tejido cerebral se ven obligados a llevar una vida dependiente s¨®lo por carecer del poco de raz¨®n necesaria que los haga pasar inadvertidos.
La enfermedad mental constituye una de las principales causas de mala salud o de discapacidad: las ideas delirantes, las alucinaciones, el lenguaje desorganizado, incoherente o la abulia entre otras son las formas de relaci¨®n con el medio que tienen el 1% de los seres del planeta. Les ha tocado a ellos extravagar; el paso cambiado los excluye de este para¨ªso ficticio sin purgatorio. Todav¨ªa hoy, aun mediando una Reforma psiqui¨¢trica, parece que siguen en aquella embarcaci¨®n de dementes desorientados, la stult¨ªfera navis, que recorr¨ªa los canales de Flandes con el fin de evitar a los insensatos dentro de los muros de la ciudad. Luego la aparici¨®n de manicomios mantuvo durante a?os la distribuci¨®n rigurosa que la sociedad exig¨ªa: retener a los locos aislados, esta vez intramuros. El viaje de vuelta para quienes han sido previamente marginados es una forma de reconducir, de educar, y debe ser tarea conjunta la aplicaci¨®n de esa capacidad de ajuste social que tiene la psiquiatr¨ªa. Estamos en la obligaci¨®n de dar su sitio en nuestro mundo a los afectados por trastornos mentales graves que en ocasiones cumplen una edad y se instalan en ella para siempre: desvalidos ante un c¨®digo que les es ajeno, sin ser comprendidos y sin comprender, carecen de la relevancia social que les dar¨ªa el certificado de inmunidad civil. Bastar¨ªa con una habilidad para hacer de su locura una mercanc¨ªa rentable. Los cuerdos no necesitamos parecernos a Leonardo, pero la esquizofrenia precisa patentes como los lienzos de Van Gogh.
Por nuestra parte, hemos llegado a que la medicina sea casi el ¨²nico lenguaje que compartimos con ellos, dejando en manos del haloperidol y de los hijos de la clozapina la restauraci¨®n de vidas que necesitan adem¨¢s de f¨¢rmacos medidas psicol¨®gicas y de rehabilitaci¨®n social y laboral. La celebraci¨®n de 2005 como A?o Andaluz de la Salud Mental viene a advertir a la memoria com¨²n de lo que queda pendiente tras la reforma, del mismo modo que la concesi¨®n del nobel en el a?o 2000 a tres investigadores en neurociencia por la aportaci¨®n de sus trabajos para el parkinson, la depresi¨®n o la esquizofrenia puso de manifiesto la necesidad de incluir la salud mental entre las l¨ªneas prioritarias de investigaci¨®n.
Pero la qu¨ªmica no lo es todo, este problema no puede resolverlo s¨®lo la psiquiatr¨ªa; es precisa una red de conexiones de profesionales de empleo, econom¨ªa, servicios sociales, educaci¨®n y justicia. En Andaluc¨ªa existe, aunque todav¨ªa insuficiente, una red de programas de apoyo social a las personas con discapacidad consecutiva a una enfermedad mental grave, que incluye Programas Residencial y Laboral, Cursos de Formaci¨®n Profesional, Ocio y Tiempo Libre e Instituciones Tutelares. La futura Ley de Autonom¨ªa Personal y Atenci¨®n a las Personas en Situaci¨®n de Dependencia, que dedica un apartado espec¨ªfico a las personas con trastorno mental, debe solucionar su problem¨¢tica esencial: la falta de recursos y de un modelo de atenci¨®n sociosanitario de base comunitaria. En el momento en que la evoluci¨®n social requiere la creaci¨®n de m¨¢s guarder¨ªas y geri¨¢tricos es necesaria tambi¨¦n toda una red de asistencia diurna para las personas con enfermedad mental que venga tanto a cubrir la falta de tiempo de los familiares -incorporados a la vida laboral- como el descanso de los cuidadores sometidos a tal presi¨®n que en ocasiones presentan patolog¨ªas relacionadas con la atenci¨®n al paciente. La creaci¨®n de centros de media y larga estancia presenta el peligro de la vuelta a los manicomios cerrados, el ant¨ªdoto a este mal superado debe ser la inversi¨®n en comunidades terapeuticas y casas hogares adem¨¢s del aumento de las prestaciones.
Esta inminente ley de Autonom¨ªa deber¨ªa entusiasmarnos como una inversi¨®n de futuro, ya que a la mayor¨ªa nos puede llegar la desmemoria en cualquiera de sus formas cuando todav¨ªa no hay drogas para recordar; y si a esto a?adimos que todos en una u otra medida padecemos la ansiedad que, sin desconectar con la realidad y rayar la psicosis, nos conduce a estados de depresi¨®n, de fobias, bulimia, anorexia o hipocondr¨ªa, si entendemos que "todos somos buenos neur¨®ticos" dejaremos de creer que estas cosas les pasan a otros. El amplio espectro de los padecimientos f¨ªsicos y mentales del tiempo que vivimos bien podr¨ªa volvernos m¨¢s cautos a la hora de mantener a los enfermos aislados.
Hablar de la locura de nuestra sociedad enferma de ¨¦xito, de futuro, de est¨¦tica, de ingenier¨ªa... es algo m¨¢s que una recurrencia. Hace falta una ley que proteja a los enfermos mentales de la corrosiva sinraz¨®n de los cuerdos, para que salgan de la indefensi¨®n y del estigma, para que dejen de abrir telediarios en zulos como el de Valencia donde la maldad practica el maltrato o la violaci¨®n sin verg¨¹enza. Est¨¢ catalogada y en tratamiento la psicosis esquizofr¨¦nica, pero queda por llegar el d¨ªa que en quede estigmatizada la desconexi¨®n con la realidad que nos lleva a abandonar a los m¨¢s desprotegidos a su ninguna suerte, a anteponer el poder y el dinero a cualquiera de las formas de afecto que humanamente nos justifican. Queda por aparecer el f¨¢rmaco que neutralice la nocividad de lo que ha sido secularmente defecto y ahora es f¨®rmula secreta del triunfo: la ambici¨®n. S¨ª, estamos locos sin saber lo que queremos, pero hasta hoy nadie nos pide cuentas de nuestro desvar¨ªo, y mucho menos nos ha desplazado a un carril paralelo como hacemos los cuerdos con los extravagantes, los dementes, los raros.
Gonzalo Rivas Rubiales es secretario general de la Confederaci¨®n Andaluza de Personas con Discapacidad F¨ªsica y Org¨¢nica
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