Irreconocibles
El liderato del Celta certifica que la Liga acaba de comenzar y los aspirantes al t¨ªtulo todav¨ªa no le han cogido el aire a la competici¨®n, raz¨®n de m¨¢s, en cualquier caso, para extra?ar el comportamiento del Bar?a, que ha perdido m¨¢s puntos (7) de los que ha ganado (5). De entre los grandes, el azulgrana era el ¨²nico que ten¨ªa el equipo hecho y afrontaba el campeonato con ventaja frente a rivales en fase de reconstrucci¨®n, como se comprob¨® en la Supercopa ante el Betis. Ocurri¨®, sin embargo, que una vez derrotado el campe¨®n de Copa, los azulgrana dieron por cerrado el ejercicio dom¨¦stico, como si el t¨ªtulo de la pasada Liga les eximiera de competir por la presente, y se entregaron a un discurso europeo, versado en la necesidad de conquistar la Champions, trofeo indispensable para pasar a la historia y marcar una ¨¦poca, como pretende la junta de Laporta.
Jugarse la temporada en la Copa de Europa es un riesgo muy peligroso no s¨®lo por lo caprichoso del torneo, sino porque hay adversarios temibles tanto por la calidad de sus plantillas como por su curr¨ªculo resultadista. A juzgar por las declaraciones de jugadores como Deco, a veces parece incluso que al Barcelona le gustar¨ªa parecerse al Chelsea aunque sea para solucionar los partidos sin mayor esfuerzo. Los jugadores coinciden en que deben ser m¨¢s listos, pragm¨¢ticos y no cometer tantos errores. Han hablado tanto de c¨®mo les gustar¨ªa ser que no se reconocen como son, hasta el punto de olvidarse de jugar a f¨²tbol, cosa que hac¨ªan como ninguno.
Los rivales, ciertamente, le fastidian cada vez m¨¢s porque le conocen mejor, tanto que el Valencia s¨®lo le concedi¨® 42 minutos de juego real al partido del mi¨¦rcoles. Le tienen muy estudiado, y le trampean el juego interior, no se dejan quitar la pelota e impiden que su f¨²tbol tenga fluidez, continuidad y dinamismo, de manera que el Barcelona aparece como un equipo plano, sin picos, desenchufado e irreconocible.
A¨²n cuando se ha vuelto un equipo m¨¢s f¨¢cil de combatir y previsible, el Bar?a no s¨®lo no ha evolucionado futbol¨ªsticamente sino que ha retrocedido. Aparece hoy como un equipo demasiado largo y los jugadores no se encuentran en la cancha. Ha dejado de jugar en un cuadril¨¢tero y ha cedido demasiado terreno. Xavi y Deco no mezclan ni combinan y la luz del equipo no se enciende. La p¨¦rdida del sentido de equipo ha cedido el protagonismo a las individualidades, y Ronaldinho, de momento, no est¨¢ por la labor. Acostumbrado a dosificar sus virtudes, ha perdido apetito y da igual que se arranque desde el flanco izquierdo que como falso delantero centro. Y el entrenador no siempre media para bien. Rijkaard s¨®lo ha tocado una tecla: quit¨® a Belletti para meter a Edmilson y el equipo empeor¨®. Espantando, el t¨¦cnico se ha parado y s¨®lo refresca la alineaci¨®n con los jugadores de costumbre y no con los refuerzos. Falto de estilo, el equipo tampoco ha encontrado alivio en las acciones a bal¨®n parado. Ha ca¨ªdo en la precipitaci¨®n para desespero de la hinchada, siempre impaciente, y a la Junta no se le ocurre nada m¨¢s que responder a cada mal resultado con una renovaci¨®n.
Dado que hay poco que ver en el campo, el riesgo es que el inter¨¦s se traslade pr¨®ximamente a la grada. No hay otro club en el mundo que sea capaz de crear un escenario tan fatalista con s¨®lo un mes de competici¨®n, y a d¨ªa de hoy se empiezan a dar los s¨ªntomas que conducen a la eterna depresi¨®n cul¨¦: la estrella est¨¢ triste, el entrenador no acierta con la alineaci¨®n, los jugadores se aburguesan y los directivos que dimiten son mejores que los que se quedan. Puesto que el club se ha puesto en manos de los futbolistas, al aficionado no le queda m¨¢s remedio para que la situaci¨®n revierta que aguardar la respuesta del equipo. Y el equipo necesita recuperar m¨¢s que nunca su versi¨®n original.
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