Trayectoria de un irregular
Cada movimiento o grupo literario comparte caracteres con los icebergs: adem¨¢s de lo que flota y brilla al sol, est¨¢ lo que bajo la superficie sustenta y sostiene, oculto. Puede no ser ni mayor ni mejor que lo ofrecido a la vista del p¨²blico, pero ah¨ª est¨¢. En el caso de los poetas llamados "Nov¨ªsimos" a partir de la famosa antolog¨ªa de Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet, que despu¨¦s alcanzaron justa nombrad¨ªa en diversos g¨¦neros, buena parte de ese secreto submarino y necesario fue Francisco Ferrer Ler¨ªn (1942), una figura con vocaci¨®n de presencia pero m¨¢s bien esquiva a las candilejas, que tambi¨¦n public¨® tres libros de poemas tempranos y premonitorios (el ¨²ltimo de ellos, C¨®nsul, fechado en 1987), apreciados por una exigente minor¨ªa. De Ferrer Ler¨ªn siempre se dijo que era experto en artes infrecuentes y dudosas, en destrezas non sanctas, as¨ª como en las formas menos rutinarias de erudici¨®n. Ahora regresa a su campo de la verdad, la literatura, con una novela tan reacia a la clasificaci¨®n d¨®cil como ¨¦l mismo.
N?QUEL
Francisco Ferrer Ler¨ªn
Mira Editores. Zaragoza, 2005
228 p¨¢ginas. 14,50 euros
?Qu¨¦ es N¨ªquel? ?Un relato inici¨¢tico, una parodia inteligente de diversos g¨¦neros narrativos, un apunte autobiogr¨¢fico travestido a ratos por los espejos deformantes patentados por Valle-Incl¨¢n? En cualquier caso, un relato mucho m¨¢s f¨¢cil -y grato- de leer que accesible a la categorizaci¨®n seg¨²n lo usual. En ¨¦l seguimos al protagonista, un barcelon¨¦s nacido a comienzos de los a?os cuarenta del pasado siglo, a trav¨¦s de los rituales sucesivos y a veces superpuestos de la orfandad, el estudio, el juego, la ciencia zool¨®gica, el erotismo y otros servicios m¨¢s secretos hasta mediados de los a?os ochenta, cuando el franquismo con sus lamentables pompas pasa a convertirse en mero recuerdo. Dos pasiones, una estrictamente rentable y otra arriesgadamente altruista, van jalonando esta peripecia vital narrada en primera persona, que siempre se mantiene entre un cinismo poco ostentoso y una venial altivez, desesperada: la pr¨¢ctica profesional del p¨®ker, en sus diversas modalidades, y la observaci¨®n y protecci¨®n de las aves carro?eras. A estas dos aficiones no obviamente compatibles se une luego, m¨¢s bien por azar, la afiliaci¨®n a unos servicios secretos cuyos manejos terminar¨¢n involucr¨¢ndole incluso con los asesinos de Carrero Blanco, retratados de un modo algo burlesco pero quiz¨¢ no por ello menos realista.
El maestro Kipling ha dejado dicho que el secreto del buen narrador es contar su historia como si no la entendiera del todo. Ferrer Ler¨ªn va un poco m¨¢s all¨¢ y la cuenta como si entenderla del todo no fuera a fin de cuentas lo m¨¢s importante, ni para ¨¦l ni para el lector. Su estilo, compacto y despojado de los abalorios recalentados que suelen "adornar" la prosa de otros novelistas patrios, mantiene siempre el enigma prometedor de la eficacia. Regala sorpresas: a veces, qu¨¦ se yo, alguien viaja a lo desconocido porque ha le¨ªdo que all¨ª hay tierra comestible o escucha alzarse en un pantano el lamento distorsionado de un ni?o perdido que bien pudiera ser la voz de un lagarto prehist¨®rico llamando a su presa. Nada es lo que parece, pero tampoco otra cosa. Y nada es desde luego gratuita y totalmente falso, aunque Ferrer Ler¨ªn -como G¨®mez de la Serna dijo que hac¨ªa Ortega- guste de "sonre¨ªr a las verdades"...
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