'Bang Bang Orangutang' y 'Sud Express', dos historias sobre la soledad
Finalizan las proyecciones de los filmes a concurso con un claro predominio de la tristeza
Con Bang Bang Orangutang, del dan¨¦s Simon Staho, y Sud Express, de los espa?oles Gabriel Vel¨¢zquez y Chema de la Pe?a, concluyeron ayer, viernes, las proyecciones de las pel¨ªculas de la Secci¨®n Oficial del festival donostiarra. Hoy se entregar¨¢n los premios en la sesi¨®n de clausura, en la que se exhibir¨¢ la pel¨ªcula neozelandesa The world's fastest indian, dirigida por Roger Donaldson y con Anthony Hopkins como protagonista.
Resulta curioso constatar el que los realizadores de las dos pel¨ªculas citadas con las que finaliz¨® la secci¨®n competitiva oficial tienen en com¨²n la elecci¨®n de unas historias tristes, casi desoladoras, un tono coincidente con una buena parte de las pel¨ªculas exhibidas. Si a ello se a?ade el que los autores de tanto desconsuelo no han cumplido los 40 a?os, habr¨¢ que concluir que las generaciones emergentes del cine europeo consideran la congoja como una de las bellas artes.
Bang Bang Orangutang, coproducci¨®n de Dinamarca y Suecia dirigida por quien parece ser uno de los enfants terribles del cine n¨®rdico, Simon Staho, relata el irresistible descenso social, familiar y personal de un ejecutivo agresivo que acaba reconvertido en taxista y rodeado de coches polic¨ªa por haber intentado secuestrar a su hija peque?a. Entre el poder y la miseria vive, tras ser expulsado del domicilio conyugal, una extra?a historia de amor con una joven que le desprecia profundamente. El estilo elegido por el joven airado dan¨¦s es el de largu¨ªsimos planos fijos con parrafadas no menores que los planos, una manera dura de contar una historia de inmadurez y soledad que, superados los 30 primeros minutos, consigue enganchar al paciente espectador.
Los salmantinos Gabriel Vel¨¢zquez y Chema de la Pe?a eligen para Sud Express -el tren que une Lisboa con Par¨ªs- una f¨®rmula coral en la que se muestran retazos de diferentes historias personales: joven subsahariano que vende relojes de tres euros por los bares de la capital lusa; magreb¨ª que desde Miranda de Ebro se traslada a Bayona (Francia) para reencontrarse con un lejano e idealizado amor que, naturalmente, tiene novio; mujer madura portuguesa casada con un taxista parisiense presumiblemente votante de Le Pen que decide volver a ver a un antiguo novio portugu¨¦s para vivir un fin de semana carnal, tierno y sentimental; unos j¨®venes de un pueblo de Salamanca que re¨²nen firmas para intentar que modifiquen el trazado ferroviario en su paso por la localidad; un latifundista facha salmantino que re¨²ne todos los t¨®picos ideol¨®gicos que exige su condici¨®n econ¨®mica, y dos hermanos portugueses jubilados que comparten casa y bar sin dirigirse la palabra. Una serie de relatos cinematogr¨¢ficos muy vinculados al concepto de realismo sucio del llorado Raymond Carver. Un filme de bajo presupuesto, sencillo y rebosante de personajes desamparados.
Y, como suele ser habitual, concluidas las proyecciones a concurso, llega el tiempo de las c¨¢balas, en un in¨²til af¨¢n de ser los portavoces prof¨¦ticos del jurado. A cock and bull story, de Michael Winterbottom, como mejor pel¨ªcula; Trist¨¢n Bauer, mejor director por Iluminados por el fuego; Patrick Chesnais, protagonista de Je ne suis pas l¨¤ por ¨ºtre aim¨¦, de St¨¦phane Briz¨¦; Isabelle Carr¨¦, actriz protagonista de Entre ses mains, de Anne Fontaine, o Nathalie Poza por Malas temporadas, de Manuel Mart¨ªn Cuenca; Checo Varese, mejor fotograf¨ªa por El aura, de Fabi¨¢n Bielinsky, y Jan Cvitkovic por el gui¨®n de De fosa en fosa, una relaci¨®n tan personal y discutible como cualquier otra con la ventaja de elegir, al margen de las inevitables componendas que conlleva la labor de un jurado colectivo.
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