Compromiso clim¨¢tico

Aunque el cuadro completo no se tendr¨¢ en varios d¨ªas, las primeras estimaciones reducen el impacto del cicl¨®n Rita, devaluado a tormenta tropical de grado 2, y despu¨¦s 1, a poco de tocar tierra ayer sobre los l¨ªmites entre Luisiana y Tejas. Frente al apocalipsis temido, las ciudades de Houston y Galveston parecen haberse librado de lo peor, y la machacada Nueva Orleans resist¨ªa sin tragedias suplementarias el embate de la naturaleza. Los da?os materiales ser¨¢n necesariamente muy elevados por las lluvias torrenciales y los fort¨ªsimos vientos, pero las autoridades estadounidenses conf¨ªan en que la p¨¦rdida de vidas por el segundo gran cicl¨®n en menos de un mes se vea casi confinada a las producidas en el abandono de Houston, uno de los mayores ejercicios de evacuaci¨®n masiva conocidos.

Pese a las ense?anzas del Katrina, la organizada estampida de dos millones de personas ha padecido imprevisiones y fallos inexplicables. Entre los m¨¢s chocantes, la tard¨ªa utilizaci¨®n en las autopistas de los carriles de entrada a Houston, vac¨ªos mientras los de salida reventaban. Si el Katrina puso de relieve lo que puede ocurrir cuando no se tienen medios de locomoci¨®n para escapar a un desastre, el Rita alerta del peligro de que una megal¨®polis sea vaciada a golpe de veh¨ªculo privado. El resultado inevitable es una ratonera que puede resultar letal.

Los efectos sobre EE UU de la sucesi¨®n de grandes huracanes ofrecen a la Administraci¨®n de Bush una inmejorable oportunidad para la reflexi¨®n. El presidente estadounidese, tan ubicuo en v¨ªsperas del Rita como ausente durante el Katrina, manifiesta una reiterada ceguera a relacionar siquiera sea lejanamente la violencia atmosf¨¦rica con la mano del hombre. Su argumento favorito para rechazar reiteradamente la incorporaci¨®n de su pa¨ªs al Protocolo de Kioto es que este pacto medioambiental perjudica la expansi¨®n econ¨®mica de la superpotencia. Pero, aparte el inmenso sufrimiento humano acarreado -que en s¨ª mismo har¨ªa moralmente inevitable participar de cualquier plan encaminado eventualmente a mitigarlo en el futuro-, la inusual furia de la naturaleza ha puesto contra las cuerdas en EE UU actividades tan cruciales como la petrol¨ªfera. Por no hablar de la factura hist¨®rica que la reconstrucci¨®n de Luisiana va a pasar a la mayor econom¨ªa del mundo.

Pese a que la evidencia no es concluyente, cada vez es mayor el acuerdo entre estudiosos sobre el efecto de las emisiones atmosf¨¦ricas de CO2 y otros gases de efecto invernadero -que encabeza EE UU- en el cambio clim¨¢tico. Uno de los principales factores en la formaci¨®n de un hurac¨¢n es la temperatura de la superficie marina en los tr¨®picos, y ¨¦sta ha subido medio grado en los ¨²ltimos 30 a?os. La mayor¨ªa de las simulaciones matem¨¢ticas coinciden en predecir un aumento de la intensidad de los ciclones como consecuencia de este calentamiento.

El Gobierno de Bush no s¨®lo abandon¨® Kioto, sino que promueve una corriente esc¨¦ptica respecto a las predicciones mayoritarias, que considera poco fundadas y catastrofistas. En este sentido, el m¨¢s deseable efecto colateral de los Katrina y Rita ser¨ªa devolver a Washington a la responsabilidad clim¨¢tica.