Ni qu¨ªmica, ni tiro, ni medalla
Espa?a se despide ofreciendo ante Francia su peor imagen
Espa?a se despidi¨® de Belgrado ofreciendo la peor imagen que se le recuerda desde hace bastante tiempo. En juego estaba la medalla de bronce. No era una recompensa desde?able. Hubiera sido su cuarto metal consecutivo en un Europeo. Era un bot¨ªn suficientemente valioso para enfocar el partido con garra y convicci¨®n y para olvidar la dolorosa derrota, menos de 24 horas antes, en la semifinal ante Alemania. Sin embargo, el equipo espa?ol fue hundi¨¦ndose a medida que se ve¨ªa incapaz de ver canasta con una m¨ªnima continuidad. Los franceses hicieron agujero y acabaron dando rienda suelta a las piruetas de sus potent¨ªsimos atletas, con Tony Parker, bicampe¨®n de la NBA con los Spurs, a la cabeza.
El desastre desprendi¨® un tufillo a descomposici¨®n en el bando espa?ol. Los males del equipo quedaron expuestos en carne viva, mientras que apenas se apreciaron sus virtudes. El varapalo result¨® da?ino para su imagen y credibilidad, pocas veces tan difuminadas. Espa?a empez¨® mal, resisti¨® s¨®lo durante el primer cuarto y a partir del segundo se desliz¨® por una pendiente imparable hacia el desastre. No dio para muchos matices el partido. Francia captur¨® m¨¢s rebotes, defendi¨® mejor, movi¨® mejor el bal¨®n y tuvo mucha m¨¢s p¨®lvora. S¨®lo Navarro en el primer tiempo mantuvo a flote a su equipo.
Si ya ante Alemania se hab¨ªan observado lagunas profundas en ataque, con apagones intermitentes, de tres, cuatro, cinco minutos, ante Francia el cortocircuito provoc¨® un incendio colosal. Cuando no estuvo Navarro en la pista, Espa?a fue incapaz de provocar el menor da?o a la defensa francesa. Pero si fallaron las mu?ecas fue porque el juego fue deficiente, sin una aceptable circulaci¨®n del bal¨®n, sin ritmo en la transici¨®n y sin ideas ni acierto en los pases. Con esas constantes es in¨²til cargarle el mochuelo a quien se atrev¨ªa a tirar. El error es que Espa?a cargaba la escopeta sin un gramo de p¨®lvora. Eso, cuando pod¨ªa cargarla, porque el mejor funcionamiento del juego franc¨¦s permiti¨® que sus jugadores dispusieran nada menos que de 28 lanzamientos de campo m¨¢s.
El equipo espa?ol, que intent¨® evitar la hemorragia defensiva con todas las variantes posibles, perdi¨® tambi¨¦n los nervios por lo que consider¨® un arbitraje deficiente. Calder¨®n y Navarro fueron castigados con sendas faltas t¨¦cnicas, lo que no hizo sino contribuir a que la brecha en el marcador (64-43) fuera ya irrecuperable. Los franceses fueron encontr¨¢ndose cada vez m¨¢s a gusto, permiti¨¦ndose capturar la friolera de 24 rebotes en ataque.
Francia ha recuperado terreno en los ¨²ltimos tiempos. Rigaudeau le ha dotado en este campeonato de consistencia t¨¢ctica y Diaw, el ala de los Suns de Phoenix, se entrev¨¦ como el jugador-orquesta, capaz de hacer muchas y maravillosas acciones en todas las posiciones, mientras que los hermanos Pietrus y la imponencia de Weis completan y dan sentido a las acciones individuales de Parker, la joya de la corona, sin despreciar a un Gelabale con el que, a veces, no parece que vaya la fiesta, pero que aporta sus puntitos (13) y que si no es constante s¨ª es muy oportuno en el rebote.
Espa?a, con Gasol y un juego mucho m¨¢s compacto que el que ha exhibido en Novi Sad y Belgrado, perdi¨® s¨®lo un partido en los Juegos Ol¨ªmpicos y tuvo que conformarse con el s¨¦ptimo puesto. En el Europeo de Serbia, sin Gasol, Espa?a ha perdido tantos partidos (tres ante Israel, Alemania y Francia) como ha ganado (Serbia, Letonia y Croacia) pero ha concluido en una digna cuarta posici¨®n, ensombrecida por la derrota de ayer, la peor del equipo desdde que en el 92, en los Juegos de Barcelona, cayera ante el Dream Team norteamericano (81-122).
M¨¢s all¨¢ del resultado final, lo que debe llevar a la reflexi¨®n es su juego que, excepto el d¨ªa del estreno cuando gan¨® a Serbia, ha sido netamente inferior al que despleg¨® en Atenas. El seleccionador, Mario Pesquera, apel¨® a los problemas f¨ªsicos de muchos de sus jugadores para explicar el desastre final, un argumento poco convincente para explicar lo inexplicable.
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