Valverde lanza, Boonen remata
El espa?ol, medalla de plata, es superado en los ¨²ltimos metros por el gigante belga con aires de estrella del rock
![Carlos Arribas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe3f9d365-91a0-4554-a5c4-70f3bf1ea029.png?auth=e6426bc0be73ca7a1a032b8f3a5a8f5479303facc987fc5270aa197eb094c06b&width=100&height=100&smart=true)
La tormenta rompi¨® inesperada, ins¨®lita. Gotas gordas, enormes, chocaban contra el asfalto, levantaban un suave siseo, borraban toda huella del paso de los ciclistas dos horas antes. Como si en el madrile?o paseo de la Castellana, recuperado por los coches, contaminantes, ruidosos, apresurados, nunca se hubiera disputado un Mundial de ciclismo; como si all¨ª, frente al estadio Bernab¨¦u, no se hubiera asistido a la consagraci¨®n del mes¨ªas belga, Tom Boonen, guapo, sonriente, gigante, moderno, cuidadosamente despeinado, poderosamente configurado, aires de rock'n'roll star en sus poses; como si all¨ª, entre pl¨¢tanos agitados por la brisa, cuando a¨²n ca¨ªa un sol de plomo, no hubiera Alejando Valverde, atronado por el grito de triunfo de Boonen, mostrado una vez m¨¢s su sonrisa, sus piernas incre¨ªbles, su instinto ganador, su ansia..., las virtudes que le convierten en la figura m¨¢s popular de los ciclistas espa?oles de ahora, aunque no le valieran para ganar. Como si un franc¨¦s desconocido, y tambi¨¦n joven; un normando de la cantera de Bernaudeau llamado Anthony Geslin no hubiera cerrado un podio con tres nacidos en 1980, pertenecientes a tres de las grandes potencias tradicionales, anunciantes, quieren creer los optimistas, de tiempos mejores.
Pasada la tormenta, cesadas las gotas tan repentinamente como hab¨ªan empezado, borradas las huellas, ambientada la escena con la m¨²sica de r¨¦quiem que llegaba desde el pabell¨®n italiano, la memoria recuper¨® sus derechos. Se impuso en el paisaje el recuerdo de una carrera larga y r¨¢pida, dos tercios tediosa, un sexto palpitante, un sexto el¨¦ctrica por los largos repechos de la carretera de la Playa, en la que los espa?oles, sin ?scar Freire, se sintieron protagonistas, ganadores, y terminaron a medias en ambos conceptos.
Fue cuando Eusebio Unzue, el director de Valverde en el equipo Illes Balears, se subi¨® al coche del seleccionador, Paco Antequera; cuando, as¨ª estaba previsto, los espa?oles empezaron a abrir gas, a dar br¨ªo a la carrera. "Hab¨ªa que acelerar en los repechos, entre los ¨¢rboles de la Dehesa de la Villa, entre los chalets m¨¢s tarde; hab¨ªa que subirlos r¨¢pido para empezar a medir a los italianos, a desgastar a todos, a crearle las condiciones a Valverde", explic¨® Unzue, quien hab¨ªa comenzado con un doble "mecachis". "Es que Valverde es muy impaciente. No ten¨ªa que haberse metido en aquel corte".
Lo contaba Unzue porque dos vueltas m¨¢s tarde de las aceleraciones de David Blanco y Tino Zaballa, emocionados los espa?oles por lo que cre¨ªan un monte de or¨¦gano, Pereiro, el espectacular -una tirita japonesa en la rodilla como recuerdo de una ca¨ªda sufrida antes de empezar la carrera-, Perdiguero, el nervioso -comi¨¦ndose las u?as desde antes de salir- y Valverde, el impaciente -con ganas de sprintar en todas las pancartas-, se infiltraron en una fuga de diez en la que viajaba nada m¨¢s y nada menos que Paolo Bettini, el del dorado casco, el campe¨®n ol¨ªmpico. Bettini cree a pies juntillas en la teor¨ªa del caos. Cree, como Vicente Belda, que del caos ha nacido el orden, ha surgido la vida. Bettini se fug¨® en la vuelta 11? de las 13. Con ¨¦l se fueron seis m¨¢s, aparte de los tres espa?oles, y muchos creyeron durante una hora, durante exactamente dos vueltas, 42 kil¨®metros, que el ganador saldr¨ªa de ese grupo. Lo ¨²nico que sali¨® de aquella aventura, sin embargo, fueron los derrotados; fue Petacchi, el compa?ero de Bettini, que ve¨ªa que el circuito que cre¨ªa tan sencillo para sus facultades comenzaba a hacerse excesivamente duro; fue Valverde, que tard¨® tiempo en darse cuenta de que aquello no conducir¨ªa a nada y, pese a ello, sigui¨®, generoso, pedaleando.
A Valverde le cost¨® recuperarse del esfuerzo de dos vueltas en vanguardia y por eso, cuando los dinamiteros, cuando el incre¨ªble Vinok¨²rov, cuando el jovial Boogerd, cuando el incansable Bettini, en los ¨²ltimos repechos, en las ¨²ltimas rectas, intentaron evitar lo inevitable, Valverde, al que no le habr¨ªa ido mal haber estado por ellos, recuperaba el aliento junto a Petacchi. Felizmente, se dio cuenta de que el italiano no iba a llegar muy lejos, aceler¨® lo justo y encontr¨® a Zaballa, infinito, a quien encomend¨® un ¨²ltimo esfuerzo. En la ¨²ltima curva, su grupo ya estaba encima de los rom¨¢nticos; a 500 metros, enlazaron cuando Vinok¨²rov y compa?¨ªa dudaban, y a 300 Valverde arranc¨® fuerte, como si aquello fuera Courchevel, el escenario de su gran victoria del Tour, en vez de un paseo urbano al 3%; como si detr¨¢s de ¨¦l estuviera otro Armstrong, otro ciclista lento para su velocidad, en vez de Boonen, la estrella del siglo XXI, que ayer uni¨® a la Vuelta a Flandes y la Par¨ªs-Roubaix un maillot arcoiris que B¨¦lgica esperaba desde 1996, desde Museeuw en Lugano.
Clasificaci¨®n: 1. T. Boonen (BEL), 6h 26m 10s. 2. A. Valverde, mismo tiempo. 3. A. Geslin (FRA), m. t. 4. M. Ljungovist (SUE), m. t. 5. M. Fischer (BRA), m. t. 13. P. Bettini (ITA), m. t. 16. C. Zaballa, m. t. 21. A. Vinok¨²rov (KAZ), m. t. 22. M. Serrano, m. t. 24. D. Menchov (RUS), a 10s.
![Alejandro Valverde, feliz en el podio.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OTFRC7Q2NGJHN7GJZ36IY2SXZY.jpg?auth=d1cf81cfed455baf7b591ed992366213211c5883f6542d45df8714433c101ac9&width=414)
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