Bolas empaquetadas

"Buenas noches, amigos, yo soy el mayordomo comisionado a la pantalla y vengo de parte de los cocineros de este canal que en coordinaci¨®n con los delincuentes de terno y corbata les han preparado el siguiente bufet de comunicados oficiales. Aqu¨ª va la bola perfumada que les hemos empaquetado". As¨ª ve los informativos de televisi¨®n Alonso Cueto en su novela Grandes miradas. Va del Per¨² de Fujimori pero sirve en general.

La gente mira a su alrededor y no le gusta lo que ve. Ni lo entiende. Tampoco se traga las versiones oficiales pero, con creciente descreimiento, las va dejando pasar. Cada d¨ªa percibe m¨¢s lejanos a los responsables p¨²blicos o privados supuestamente dedicados a administrar los servicios de todos, que empeoran o se encarecen mientras se busca que a los ciudadanos les lleguen mensajes de todo lo contrario. De esto se ocupan los medios de comunicaci¨®n, los periodistas.

Demasiada gente piensa que el debate sobre la salud democr¨¢tica de un pa¨ªs es cosa de intelectuales, cosa ajena. Error. De ajeno, nada. Peor democracia quiere decir peores pensiones, peores escuelas, peores hospitales, peores trabajos, peor calidad de vida. Sabemos del estado de las cosas por los medios. En ellos se deben plantear los debates, discutir, reclamar, pedir explicaciones y responsabilidades. Por eso cuando el poder, sea pol¨ªtico o econ¨®mico, controla los medios y los pone a su servicio, m¨¢s all¨¢ de atentar contra la libertad de expresi¨®n, lo que hace es buscar la forma de poder aprovecharse de los ciudadanos en lugar de servirles. Los medios son en una democracia como las alarmas en un museo, puede que en s¨ª mismo valgan poco pero protegen lo importante. Si alguien desactiva la alarma es que inmediatamente despu¨¦s robar¨¢ el cuadro. Cuando se desactivan los medios de comunicaci¨®n es que se pretende abusar de la democracia, desviar lo que es de todos en beneficio de unos cuantos. Atentos a la pantalla.

El poder pol¨ªtico es tan responsable de mantener la democracia informativa, de asegurar la calidad del proceso comunicativo como de garantizar la calidad del aire que respiramos o los alimentos que comemos. ?Qu¨¦ dir¨ªamos de un gobierno que ante un caso de grave intoxicaci¨®n alimenticia se limitara a decir "yo no he sido"? Nos parecer¨ªa, como m¨ªnimo, una respuesta insuficiente. De un gobierno esperamos que adem¨¢s de no contaminar los alimentos nos garantice que podemos comer tranquilos. El mundo de la comunicaci¨®n en cambio, por opaco y corrupto, s¨ª acepta una justificaci¨®n tan peregrina como la antes expresada. El gobierno se siente exonerado de tener que garantizar la democracia informativa. Incluso m¨¢s. Se ve en la necesidad de negar que manipule los medios y, lo que es peor, nadie les cree. Entre otras cosas porque las pruebas les condenan. Un ejemplo. En los informativos de Canal 9, anclados en lo m¨¢s crudo del crudo invierno, cuando se tratan temas de ¨¢mbito estatal, si aparece Zapatero o alg¨²n ministro siempre hay respuesta de Rajoy o sus portavoces, a veces, incluso, es lo ¨²nico que hay. Por contra, si el tema es valenciano habla el gobierno del PP pero nunca la oposici¨®n. Las apariciones de Camps multiplican por cinco las de Pla, mientras las de Zapatero y Rajoy son, pr¨¢cticamente, las mismas. Todo casual.

No extra?a pues que llevemos meses, viendo a pol¨ªticos, regantes, agricultores y constructores lanz¨¢ndose como balas proclamas a favor y en contra del trasvase del Ebro, o del Tajo-Segura, o del X¨²quer-Vinalop¨®, y que Canal 9, tan sensible a estos temas en sus informativos, no haya programado un solo debate para que los distintos afectados, todas las voces todas, contrapongan p¨²blicamente sus argumentos, sus datos, sus razones. Si el tema es tan importante como dicen resulta sospechoso que nuestros gobernantes no se preocupen de hacer llegar a los ciudadanos a trav¨¦s de la televisi¨®n p¨²blica un debate al respecto. Tan sospechoso como que a los periodistas que dirigen Canal 9 no se les haya ocurrido organizarlo.

Juli¨¤ ?lvaro es periodista.