Coincidencias peligrosas
En cuestiones de urbanismo, los socialistas valencianos demuestran ser un partido curioso. Escucha uno lo que dicen -y procura escucharlo con atenci¨®n, para que no se le escape el intr¨ªngulis de las cosas- y mira luego lo que hacen, y se encuentra con que ambos extremos rara vez coinciden. Es decir, entre lo que los socialistas proponen y lo que resulta en la pr¨¢ctica, la distancia es, casi siempre, considerable. Por ejemplo, al PSPV no le parece conveniente que se construyan 15.000 viviendas en Alicante, por lo que se declara opuesto a la idea. Esta oposici¨®n la expresa de manera que no exista entre los ciudadanos la menor duda sobre su postura. Quienes pensamos que la edificaci¨®n de esas viviendas es un disparate, nos alegramos del buen sentido que manifiestan los dirigentes socialistas. Sin embargo, esos mismos dirigentes no dicen una palabra cuando se trata de construir 7.500 viviendas en Elda, una ciudad de un tama?o muy inferior al de Alicante.
El d¨ªa que Joan Ignasi Pla logre explicar con claridad las razones de ese comportamiento, habr¨¢ dado un paso adelante en su camino hacia la Generalitat. Mientras llega ese momento, no tendremos m¨¢s remedio que admitir que la pol¨ªtica urban¨ªstica del PSPV es, hoy por hoy, muy semejante a la que expone el Partido Popular. Tan semejante que, con frecuencia, una y otra se confunden a nuestros ojos. Y ello no deja de ser lamentable pues a nosotros, como electores, nos gustar¨ªa que estas pol¨ªticas se diferenciaran todo lo posible. A los electores, por lo general, nos gustan las diferencias, las alternativas. Queremos creer que existen otras maneras de resolver los problemas m¨¢s all¨¢ de las establecidas. Y esto es lo que deber¨ªa ofrecernos un partido pol¨ªtico que aspira a gobernar.
Hace unos d¨ªas, mientras se discut¨ªa el plan urban¨ªstico que se ha aprobado en Elda, le¨ª en la prensa local el art¨ªculo de un concejal socialista. En ¨¦l se enumeraban, una tras otra, las ventajas que la construcci¨®n de 7.500 viviendas y un campo de golf tendr¨ªan para la ciudad. Al leerlo, uno ten¨ªa la impresi¨®n de que, por primera vez en la Historia, Elda afrontaba un proyecto que dar¨ªa verdadera categor¨ªa a la poblaci¨®n y traer¨ªa un sin fin de riquezas a sus habitantes. Ahora bien, tal como estaba redactado, aquel art¨ªculo pod¨ªa haberlo firmado cualquier concejal del Partido Popular, sin necesidad de cambiarle una coma. Hubiera podido publicarse, adem¨¢s, en cualquiera de los pueblos o ciudades de la Comunidad Valenciana donde, en estos momentos, se tratan proyectos semejantes sin que se advirtiera la diferencia. Hab¨ªa otro detalle curioso en el art¨ªculo, y era que los argumentos que en ¨¦l se utilizaban eran, frase arriba, frase abajo, id¨¦nticos a los que suelen emplear los se?ores promotores cuando son entrevistados sobre estos temas en los diarios.
En las ¨²ltimas semanas se ha advertido, desde distintos medios, sobre el peligro que suponen estas coincidencias, cada d¨ªa m¨¢s numerosas. La identidad de pensamiento entre pol¨ªticos y constructores resulta tan evidente que provoca dudas entre los ciudadanos, que la ven como una amenaza para la democracia. Se tiene la sensaci¨®n de que la pol¨ªtica ya no es el arte de lo posible, sino la aceptaci¨®n de lo inevitable. Que esta impresi¨®n se extienda entre los electores puede convenir a quien gobierna, pero es dif¨ªcil que ayude a quien aspira a gobernar.
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