La ley de los 'barras bravas'
Rivarola, t¨¦cnico del Racing argentino, se va del equipo tras una visita al entrenamiento de un grupo de ultras que le exigieron la dimisi¨®n
El protagonismo de los ultras en el f¨²tbol ha tomado un dram¨¢tico giro en Argentina tras conocerse dos decisiones pol¨¦micas vinculadas directamente con la violencia de estos grupos. El pasado domingo, Guillermo Rivarola, entrenador del Racing de Avellaneda, se encontraba en el hotel de concentraci¨®n del equipo situado en el centro de Buenos Aires. Su equipo acababa de perder contra Boca Juniors por 2-0, lo que le situaba en el 10? lugar de la tabla. Al d¨ªa siguiente Rivarola comunicaba su dimisi¨®n motivada por los malos resultados... y por la visita de un grupo de barras bravas que le exigieron sin rodeos que abandonara el banquillo. "Uno tiene hijos y familia", destac¨® Rivarola mientras reconoc¨ªa que hab¨ªa sido amenazado.
"Uno tiene mujer e hijos", destac¨® el entrenador, reconociendo que hab¨ªa sido amenazado
El mismo d¨ªa en que ¨¦l dejaba el banquillo de Racing, varios ultras de Boca celebraban en un bar cercano a los tribunales de Buenos Aires la sentencia emitida contra doce de ellos, acusados de coacci¨®n agravada por el uso de armas. Armados de cuchillos, palos y piedras propinaron una monumental paliza a los hinchas de un equipo de Segunda divisi¨®n durante un amistoso disputado en marzo de 1999, provocando 14 heridos. La sentencia, que no es firme, condena a cuatro a?os y medio de c¨¢rcel a tres de los acusados y proh¨ªbe a todos acudir a un campo de f¨²tbol durante tres a?os. Pero al no ser firme, nadie ir¨¢ a prisi¨®n y podr¨¢n seguir asistiendo a los partidos.
"Ac¨¢, en Argentina nadie puede ir a la c¨¢rcel por una pelea", declar¨® Di Zeo, el l¨ªder de los radicales de Boca, festejando el fallo junto a sus compa?eros. La noticia ha causado conmoci¨®n en un pa¨ªs donde los incidentes violentos se producen todos los domingos y donde en numerosas ocasiones los jugadores son v¨ªctimas de las agresiones de sus presuntos seguidores no s¨®lo en el terreno de juego sino tambi¨¦n durante los entrenamientos o en hoteles de concentraci¨®n. De hecho, la prensa deportiva se?al¨® que los ultras de Racing hab¨ªan pedido al entrenador una "colaboraci¨®n" para dejar de exigir su dimisi¨®n. El t¨¦cnico no cedi¨® al chantaje y decidi¨® marcharse a su casa.
Uno de los casos m¨¢s espectaculares se produjo el pasado mayo, cuando durante un partido de Segunda entre el Chacarita y el CAI los ultras invadieron el campo y apalearon, desnudaron y robaron a los jugadores, incluyendo a los que estaban en el banquillo. El pasado agosto el presidente del Lan¨²s, Alejandro Mar¨®n, denunci¨® que era amenazado por los ultras porque no les ofrec¨ªa entradas. La guinda la han puesto las im¨¢genes de los sentenciados coreados por sus compa?eros de Boca celebrando su condena. El diario La Naci¨®n ha tachado directamente de "impunidad" lo sucedido y ha se?alado a los "c¨®mplices en las tribunas" de una situaci¨®n que ha generado que los argentinos sean "adoradores de los que incurren en la transgresi¨®n".
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