El machismo en la escalada, al descubierto
El alpinista Seb Berthe denuncia el comportamiento habitual en la monta?a
Jim Logan fue el t¨ªpico macho alfa del alpinismo, uno precedido por sus gestos, por una valent¨ªa desconcertante que le permiti¨® firmar ascensiones tan adelantadas a su tiempo que generan escalofr¨ªos de miedo. Sin embargo, Logan solo tem¨ªa una cosa: que alguien descubriese su anhelo ingobernable, que no era otro que vestir un d¨ªa por la calle una ce?ida mini falda de cuero. En 1978, Logan y Mugs Stump escalaron por vez primera los 2.000 metros de pared de hielo y roca del Emperor Face, en las Rocosas Canadienses. Logan invirti¨® m¨¢s de seis horas en escalar el largo clave, y en alg¨²n momento de su pelea supo que una ca¨ªda les matar¨ªa tanto a ¨¦l como a su compa?ero. Steve House repiti¨® su ruta 30 a?os despu¨¦s y nunca ha podido entender c¨®mo alguien, con el rid¨ªculo material de la ¨¦poca, pudo pasar por ah¨ª y sobrevivir. Hoy, Logan cuenta 70 a?os de edad, pero se hace llamar Jamie. Ahora, ¨¦l es ella porque tras casi medio siglo de miedo ha logrado completar la transici¨®n. Durante a?os temi¨® perder a sus amigos de escalada, que nadie le contratase como arquitecto, que sus hijos le repudiasen y que su mujer le abandonase. Nada de esto lleg¨® a ocurrir, o casi. Los amigos escaladores de su generaci¨®n no supieron c¨®mo lidiar con el cambio y se alejaron de ¨¦l, v¨ªctimas de una cultura machista de largo recorrido en la sociedad pero tambi¨¦n en la comunidad escaladora. Su mujer, en cambio, fue su c¨®mplice, su gran soporte emocional.
Jordan Cannon, uno de los escaladores de pared m¨¢s fuertes del momento, con ascensiones en libre de pedigr¨ª en Yosemite o primeras repeticiones en la Gran Torre de Trango (Pakist¨¢n) supo desde ni?o que era gay. Pero el comportamiento hom¨®fobo de su padre le disuadi¨® de expresar su sexualidad. En 2021 escogi¨® la revista Outside para hacer p¨²blica su homosexualidad, animado por el apoyo de amigos escaladores, como Alex Honnold en cuyo parking sol¨ªa vivir dentro de una vieja furgoneta. En su caso, la comunidad de escaladores fue un refugio, un apoyo y no una barrera para hacer p¨²blica su condici¨®n y quitarse ¡°un peso de los hombros¡±. Se considera afortunado.
La pandemia ha propiciado un cambio dr¨¢stico en la fisionom¨ªa del mundo de la escalada: la proliferaci¨®n masiva de roc¨®dromos ha tra¨ªdo consigo la llegada de mujeres a un mundillo exclusivamente masculino. Este es un cambio que muchos hombres no saben c¨®mo encajar. Hace escasas semanas, el escalador belga Seb Berthe, tan famoso por sus ascensiones como por sus llamativas mallas de licra, public¨® en las redes sociales un largu¨ªsimo mea culpa sobre su manera de relacionarse con las mujeres escaladoras. En su perfil de Instagram, el 71% de sus seguidores son hombres y su ambici¨®n al publicar sus confesiones es invitar a la reflexi¨®n al p¨²blico masculino. A Berthe le gusta vestirse de mujer: ¡°S¨ª, lo llamo disfrazarme para que nadie me tome en serio, obviamente. Me gusta verme las u?as pintadas o los ojos arreglados, pero rara vez me atrevo. Cuando viajo siempre llevo un vestido en el equipaje y me encanta pon¨¦rmelo. Pero solo lo hago en eventos festivos, para que nadie piense que lo digo en serio. Es importante se?alar que, con mi estatus de hombre dominante, corro muy pocos riesgos en feminizar mi apariencia. Incluso puedo salir ganando, recibiendo cumplidos o incluso ventajas. Recordemos que por acciones similares, muchas personas se enfrentan a agresiones. Transfobia.
El chiste recurrente entre amigos cuando me pon¨ªa unas mallas que consideraban demasiado femeninas era: ¡®?Las hacen para hombres?¡¯. Y s¨ª, me parec¨ªa divertid¨ªsimo porque siempre he sido un ferviente fan¨¢tico de los clubes de chicos y la din¨¢mica opresiva que los acompa?a: chistes sexistas, racistas, homof¨®bicos, capacitistas y gordof¨®bicos, comentarios cosificadores y despectivos, exhibiciones hipercompetitivas de masculinidad, acoso a los poco cool¡ Poca autorreflexi¨®n, ninguna confrontaci¨®n, nunca denunciar nada. Como dice el dicho, los colegas antes que las zorras. Violencia machista, misoginia¡±.
Berthe tambi¨¦n repasa su conducta con las mujeres, que no pueden ser sus amigas porque siempre las coloca en la ¡°zona de sexo¡±. Evoca su insistencia a la hora de intimar, el flirteo que r¨¢pidamente se convierte en una conducta inapropiada, rayana en el acoso y en una forma de violencia sexual. Y abunda en una penosa pero sincera enumeraci¨®n de actitudes muy extendidas en la comunidad masculina escaladora: condescendencia, cosificaci¨®n, sexualizaci¨®n, insultos sexistas y hom¨®fobos al escalar sin camiseta y bromear sobre la posibilidad de que ellas tambi¨¦n lo hagan¡
Su novia, Soline, y su hermana Sophie pusieron al escalador belga frente al espejo restreg¨¢ndole todos sus privilegios y sus incontables prejuicios. En cierta forma, le educaron, si bien, tal y como reconoce, ¡°debemos ser los hombres quienes nos informemos y cambiemos¡±. El escalador belga se ha autoimpuesto una lista de tareas para cambiar, decisiones que implican ¡°distanciarme de los entornos de clubes de chicos y denunciar a mis amigos que perpet¨²an din¨¢micas violentas, discriminatorias y dominadas por los hombres bajo la apariencia de humor. Corregir su comportamiento problem¨¢tico, incluso si conduce a discusiones o me cuesta amistades. Creer en las v¨ªctimas de agresi¨®n y solidarizarme con ellas. Ser implacable en cuanto al consentimiento. ?El cuerpo de las mujeres no nos pertenece! Dejad de ver mis relaciones con las mujeres s¨®lo desde el punto de vista de la atracci¨®n. He aprendido mucho de mis recientes amistades con mujeres¡ Aprender a permanecer en silencio, a escuchar cuando hablan, a cuestionarme, a mostrar empat¨ªa, a dejar de interrumpir, de intentar tener siempre la raz¨®n¡±.
Berthe acaba su misiva pidiendo disculpas si su texto le ha podido parecer a alguien ¡°torpe o hiriente. Y para los hombres que se ofenden, debo decir que realmente no me molesta¡±.
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