"O¨ª tiros, muchos tiros, y s¨®lo pens¨¦ en correr sin mirar atr¨¢s"
Algunos inmigrantes que entraron en la madrugada de ayer en Ceuta saltando la valla fronteriza relatan su peligrosa experiencia
Ha sido la peor tragedia de la inmigraci¨®n en Ceuta en los ¨²ltimos 10 a?os. Cinco subsaharianos murieron ayer y otros 108 resultaron heridos (47 de ellos fueron atendidos en Ceuta y el resto en Marruecos) despu¨¦s de que unos 600 inmigrantes intentaran saltar la valla fronteriza que separa la ciudad de Marruecos. Al menos 163 lo lograron.
Este asalto masivo, el primero desde hace unos tres a?os, se produjo en torno a las tres de la madrugada en la zona conocida como Finca Berrocal, la m¨¢s pr¨®xima al puesto del Tarajal, el ¨²nico lugar de paso autorizado entre los dos territorios, y tambi¨¦n el punto por el que la doble verja que delimita los dos territorios es m¨¢s vulnerable, ya que alcanza una altura de 3,50 metros, la mitad que en el resto del per¨ªmetro, donde supera los 6,20, y el terreno es m¨¢s llano, seg¨²n la Delegaci¨®n del Gobierno. S¨®lo en la ¨²ltima d¨¦cada, el refuerzo de la frontera ceut¨ª, que son 8,2 kil¨®metros de terreno abrupto y accidentado, ha costado m¨¢s de 60 millones de euros.
"Hab¨ªa sangre por todos lados, gente gritando, fue horrible. Me alegro de seguir vivo"
En el momento del aluvi¨®n, esta parte de la franja estaba vigilada por un ret¨¦n de 10 agentes de la Guardia Civil que, absolutamente desbordados, utilizaron todo el material antidisturbios del que dispon¨ªan para repeler la avalancha.
De los 163 inmigrantes que lograron entrar, 116 han ido al Centro de Atenci¨®n de Inmigrantes; 34, a hospitales y 13, a la Cruz Blanca, instituci¨®n religiosa dedicada a la asistencia de indigentes. Nueve de los heridos pasaron por el quir¨®fano del hospital civil a causa de fracturas y desgarros producidos por la alambrada.
En la Cruz Blanca, algunos de los inmigrantes recordaron ayer su madrugada m¨¢s peligrosa. Vestido con un ch¨¢ndal de la Legi¨®n y todav¨ªa nervioso, el pelirrojo Osmauro Muri, contaba su peripecia. "S¨®lo pens¨¦ en correr y eso hice, sin mirar atr¨¢s y sin ver a nadie. Escuch¨¦ tiros, muchos tiros", explica. El joven subsahariano trep¨® con sus propias manos, s¨®lo recubiertas con guantes, los tres metros y medio de la valla espa?ola.
"Al caer, uno de los pinchos me roz¨® una pierna, pero fui afortunado. Muchos otros lo han pasado peor", explica en franc¨¦s. "Decid¨ª intentarlo porque estaba nublado. Hab¨ªa recorrido la zona un d¨ªa antes con unos amigos, y pens¨¦ en intentarlo entonces pero hab¨ªa polic¨ªa marroqu¨ª". Osmauro llevaba en Marruecos un a?o y medio con el objetivo de cruzar a Espa?a. Sentado a su lado, Abd¨² Mbeque, de 30 a?os y procedente de Guinea Conakry, cuenta su particular salto. "?ramos m¨¢s de 300, todos de los bosques [en el lado marroqu¨ª cercano a Ceuta hay un asentamiento de inmigrantes]. Uno dijo, ?a correr! y todos hicimos lo mismo". Abd¨² dice que entr¨® a las dos y media de la madrugada, "pero lo hab¨ªa intentado una hora antes". ?l mismo se construy¨® la escalera con ramas de ¨¢rboles y retales de pantalones. S¨®lo sufri¨® peque?os cortes en las manos. No quiere ni recordar lo ocurrido. "Hab¨ªa sangre por todos lados, gente gritando, fue horrible. Me alegro de seguir vivo". Era la quinta vez que lo intentaba. Este cultivador de ma¨ªz, que dej¨® mujer y tres hijos, de los que desconoce su situaci¨®n desde hace dos a?os, afirma que los asaltos a la valla se seguir¨¢n produciendo y que al menos otros 1.000 subsaharianos siguen escondidos en los montes pr¨®ximos a Ceuta.
Jumay Teta y Oma Tara, procedentes de Mal¨ª, no saben que cinco de sus compa?eros murieron en el intento. Limpios y vestidos con un ch¨¢ndal del ej¨¦rcito espa?ol, con unas zapatillas de deporte resplandecientes, los dos sin papeles procedentes de Mal¨ª, cuentan que llevaban cuatro meses escondidos en el bosque, junto a la valla fronteriza, comiendo pollo y patatas, lo que les proporcionaban los vecinos de la zona. Despu¨¦s de intentar el salto varias veces, ayer por fin lo consiguieron. "Lo pod¨ªamos haber hecho cualquier otro d¨ªa, pero la gente se empez¨® a movilizar y yo los segu¨ª", afirma Jumay. "Nadie nos anim¨® a saltar, s¨®lo lo intentamos porque lo hicieron los dem¨¢s". "Dejamos el campamento hacia las 22.00; yo llevaba mi escalera". All¨ª se encontraron con agentes marroqu¨ªes que golpeaban a la masa con bastones.
"En cuanto llegamos a la frontera, nos empezaron a pegar. No eran de la polic¨ªa, sino de la Mehan¨ªa
[los militares de las fuerzas auxiliares marroqu¨ªes]. Lo s¨¦ porque llevaban el mismo uniforme que los que nos persegu¨ªan antes de cruzar. Ven¨ªan con los mismos palos y nos amenazaban para que les di¨¦ramos dinero", dice. "Si no lo hac¨ªamos, nos echaban a bastonazos". Los golpes se repitieron al otro lado de la valla, s¨®lo que en vez de con bastones, se los propinaron con porras, seg¨²n los inmigrantes. Ni Oma ni Jumay escucharon ning¨²n disparo ni vieron a los agentes marroqu¨ªes o espa?oles empu?ar sus armas de fuego. "Est¨¢bamos muy nerviosos y s¨®lo pens¨¢bamos en correr", explica Oma.
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