Conciencia de juzgado
Rara, rara cosa la conciencia. Parece que es un conocimiento ¨ªntimo del bien y del mal. Pero, ?c¨®mo sabemos cu¨¢l es el bien, cu¨¢l el mal? Nos lo ense?an. Nos lo inculcan. Entonces, ?d¨®nde est¨¢ nuestro discernimiento, nuestra conciencia? Entrar¨ªamos en el tema tan incre¨ªble del libre albedr¨ªo, que es lo menos libre que se conoce. Pienso en la secretaria de juzgado que cree que las acciones u omisiones de ese juzgado entran en el terreno de su conciencia: hasta ahora s¨®lo hab¨ªan tenido esa finura algunos jueces, y ni siquiera han planteado el caso de conciencia, sino que han recurrido al Tribunal Constitucional para que les ilumine en si deben o no casar a los homosexuales, pero no hab¨ªa ido m¨¢s abajo en el juzgado. Tampoco, creo, deb¨ªan tener m¨¢s conciencia que la del cumplimiento de las leyes que se les han confiado, y las leyes las ha hecho, digamos, la sociedad que ha votado un poder legislativo. En cuatro siglos, el homosexual ha pasado de la horca al ingreso en la sociedad con plenos derechos civiles, a trav¨¦s de una consideraci¨®n diferente que solemos llamar progreso. Se entiende por progreso aquello que va haciendo mejoras para el ser humano y para su convivencia. El tema homosexual no crea da?o para nadie: he aqu¨ª la conciencia de quien la tuviera distinta para valorar con realidad la cuesti¨®n. Pero los que tienen unos cuantos pasos m¨¢s atr¨¢s inventan que se hace en contra de la familia. No dicen ya que en contra de la voluntad de Dios, porque no les har¨ªa caso nadie; pero los obispos se ponen una gorrita de b¨¦isbol y se suman a una manifestaci¨®n que representa ese disparate.
Es una t¨¢ctica conocida: cuando se legisl¨® el divorcio en Espa?a, estas gentes, aun sin gorrita de b¨¦isbol pero con otra, el solideo ("s¨®lo ante Dios" est¨¢n obligados a quit¨¢rselo), dijeron que iba contra la libertad de matrimonio. Puede haber quiz¨¢ una conciencia asnal que le obligue a uno a retroceder antes de colaborar con eso; los santos m¨¢rtires, en esa situaci¨®n, se dejaban comer por los leones o hervir en la caldera del pagano furioso antes que abjurar. Ahora gracias a un tipo de progreso que se fija m¨¢s en el ser humano, y en sus necesidades, nadie les iba a trinchar; pero ser¨ªa interesante que dejaran su carrera, o que aceptaran con naturalidad que prescindiera de ellos, si su conciencia no coincide con las leyes que han decidido defender, y no crear o cambiar.
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