Privatizaciones
Que la muerte sea un negocio resulta triste; que sea un buen negocio, turbador. Las acciones de Funespa?a, una empresa funeraria de Madrid con capital mixto, subieron el otro d¨ªa como la espuma (m¨¢s del 10%) al detectar los inversores que el Ayuntamiento podr¨ªa privatizar la parte de la que todav¨ªa es due?o. No nos gusta que las pompas f¨²nebres copien el modelo industrial de las grandes superficies, pero que coticen en Bolsa nos parece excesivo. A este tipo de negocio le viene bien un tama?o familiar, de clase media, que d¨¦ para ir tirando. En nuestra imaginaci¨®n, lo equiparamos a las antiguas mercer¨ªas, a los peque?os talleres de reparaci¨®n de electrodom¨¦sticos, a las peluquer¨ªas de barrio, donde el trato con el cliente es muy directo, muy personal: todo lo contrario de lo que ofrecen las grandes superficies, a las que no sabes si dirigirte de t¨² o de usted, sentado o de rodillas.
Deber¨ªamos dejar a la muerte fuera de las leyes del mercado para que los enterramientos no perdieran su significado original de devolver el cuerpo a la tierra, de la que procede. Precisamente religi¨®n viene del verbo latino religare, que significa unir o volver a unir. Inhumar los restos de un familiar pose¨ªa, en ese sentido, una fuerte carga religiosa. Ahora, con la entrada de los grandes capitales en el sector, el cad¨¢ver ha devenido en una inversi¨®n, o en una desinversi¨®n, depende desde el lado del catafalco que lo mires. Cualquier d¨ªa de ¨¦stos llega una industria c¨¢rnica y hace una OPA hostil contra Funespa?a o cualquier otra empresa de este tipo. Entre nosotros, y perdonen la dureza de la pregunta, ?qui¨¦n se tomar¨ªa una hamburguesa de esa marca f¨²nebre?
A todo esto, los empleados de Funespa?a han anunciado movilizaciones contra la privatizaci¨®n, que se traducir¨¢ en un recorte de puestos de trabajo. Una vez que la muerte entra en el mercado, hay que enterrar a destajo y dar el p¨¦same en serie. Estamos de acuerdo con los empleados. Si renunciamos a que las funerarias tengan el tama?o correcto, manteng¨¢moslas al menos como servicio p¨²blico. El Estado es el que mejor representa los intereses de la comunidad, incluso de la comunidad de los difuntos. Suerte.
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