La forja del destino, seg¨²n Dylan
La moderna industria del bootleg (disco ilegal, con grabaciones in¨¦ditas, destinado al coleccionista) comenz¨® con Bob Dylan. Un doble LP de 1968, Great white wonder, marcaba el inicio de la rebeli¨®n: los dylanitas ven¨ªan a decir que estaban insatisfechos con lo que les daba su ¨ªdolo y que no tolerar¨ªan que tantas piezas valiosas durmieran en los archivos de su discogr¨¢fica. A partir de la "gran maravilla blanca", ning¨²n artista pudo racionar lo que escuchaban sus oyentes m¨¢s obsesivos: directos, tomas alternativas, maquetas, entrevistas, hasta los mensajes en sus contestadores, todo es susceptible de ser empaquetado y vendido bajo cuerda.
M¨¢s de veinte a?os tard¨® Dylan en aceptar esa demanda y responder con su propia colecci¨®n, The bootleg series, cuya parsimonia y timidez parece pensada para alentar a¨²n m¨¢s a los pirateadores: mientras el autor prefiere difundir conciertos -el ¨²ltimo es Live at the gaslight 1962, de momento en venta exclusiva a trav¨¦s de las cafeter¨ªas estadounidenses de Starbucks-, los autonombrados "comisarios" de su arte crecen en ambici¨®n y confeccionan monumentales cajas con todas las "cintas del s¨®tano", todas las tomas de determinados LPs esenciales, lo que sea.
Pero hab¨ªa otra pujante industria dylaniana, en este caso legal: la editorial. Literalmente, cada a?o salen docenas de libros ofreciendo informaci¨®n e interpretaci¨®n sobre Bob. Dada la tendencia del protagonista a ocultarse y expresarse cr¨ªpticamente, tal bibliograf¨ªa resulta indispensable para moverse con solvencia por la ingente obra dylaniana. Tambi¨¦n Dylan ha decidido participar en ese negocio: desde hace tiempo, sus representantes est¨¢n adquiriendo discretamente memorabilia, grabaciones, filmaciones o fotos con vistas a alimentar proyectos retrospectivos; de paso, ¨¦l establece su verdad oficial.
El pasado a?o, la gente de
Dylan sac¨® a subasta internacional los derechos editoriales de varios libros: los tres vol¨²menes autobiogr¨¢ficos de Chronicles, la ¨²ltima recopilaci¨®n de letras y el curioso The Bob Dylan Scrapbok: 1956-1966. Una empresa barcelonesa, Global Rhythm Press, adquiri¨® el paquete completo para Espa?a y est¨¢ dando alegr¨ªas a los dylan¨®filos. Tras encargar a Rodrigo Fres¨¢n la traducci¨®n de las letras (que se editar¨¢n a fines de este a?o), Global Rhytm ha puesto en las tiendas el primer tomo de Cr¨®nicas y el citado Scrapbook, aqu¨ª titulado Bob Dylan: El ¨¢lbum, 1955-1966. De hecho, El ¨¢lbum ha salido aqu¨ª a la venta antes -y a un precio menor- que en Estados Unidos.
En el exterior del estuche que aloja Bob Dylan: El ¨¢lbum, 1955-1966, se comunica que se trata del libro que acompa?a a No direction home, el extenso documental de Martin Scorsese sobre los primeros a?os de vida p¨²blica del bardo que llega a Espa?a en noviembre, en DVD y a trav¨¦s de Canal Plus; Sony BMG se ha adelantado al sacar un doble CD con rarezas, que sirve a modo de banda sonora. Atenci¨®n: Dylan ya ha entrado en la era del marketing, donde se practica la sinergia entre diferentes productos y otros conceptos anta?o inimaginables.
Todo eso es anecd¨®tico. Lo que interesa es evaluar la narraci¨®n oficial: el chico listo capaz de inventarse y reinventarse, el folkie que recupera en Nueva York sus ra¨ªces el¨¦ctricas y proporciona madurez y espesor literario al rock, hasta que rechaza asqueado el trono de "portavoz de una generaci¨®n". Sin problemas, Scorsese encaja tal trayectoria en sus habituales cr¨®nicas de la ascensi¨®n-triunfo-y-ca¨ªda de personajes atormentados. Pero Dylan no es precisamente un juguete roto, como Jake La Motta (Toro salvaje) o Henry Hill (Uno de los nuestros). Cuarenta a?os despu¨¦s del replanteamiento de prioridades que coincide con su accidente de moto, Bob sigue en activo y ha acumulado discos que, a su modo, tambi¨¦n supusieron terremotos en el Pa¨ªs del Rock.
Bob Dylan: El ¨¢lbum, 19561966 se abre con reflexiones dylanianas sobre el destino: "Es la sensaci¨®n de que sabes algo sobre ti mismo que el resto del mundo ignora. La imagen de ti mismo que tienes en la mente acaba por hacerse realidad. En cierto modo es algo que debes mantener en secreto, porque es un sentimiento fr¨¢gil, y si lo sacas a la luz, alguien lo destrozar¨¢. M¨¢s vale guardar todo eso dentro". Palabras enigm¨¢ticas, que sugieren que nada de lo que le ocurri¨® en aquellos a?os -?ni siquiera el rechazo airado de su grupo el¨¦ctrico?- le sorprendi¨®. El texto de Bob Dylan: El ¨¢lbum, 1955-1966 no aclara mucho sobre tal omnisciencia: es obra de Robert Santelli, uno de los responsables del Experience Music Project, de Seattle. Pero nadie comprar¨¢ el libro por esa tediosa reiteraci¨®n de la historia convencional: su encanto est¨¢ en la inclusi¨®n de reproducciones exactas de documentos de la ¨¦poca artesanalmente insertados en el libro. Son letras escritas a l¨¢piz y a m¨¢quina, material promocional, publicidad de conciertos y festivales, programas, recortes de prensa.
Aqu¨ª se amontona lo trivial y
lo revelador, el diminuto anuncio de la tienda de muebles de los Zimmerman y la p¨¢gina del anuario escolar donde su Robert declara como objetivo vital "unirse a Little Richard". La propaganda de actuaciones hace meditar sobre lo incierto, lo fugaz del escalaf¨®n en la m¨²sica popular. O en cualquier m¨²sica: el programa de su aparici¨®n en el Carnegie Hall neoyorquino de octubre de 1963 lo presenta rodeado de directores de orquesta y solistas cl¨¢sicos, una pl¨¦yade de p¨¢jaros almidonados que -a excepci¨®n de Rostropovich y Stokowski- parecen haberse evaporado en la niebla del olvido.
Bob Dylan: El ¨¢lbum, 19551966 incluye un CD con entrevistas de ¨¦poca y declaraciones de 2004 (las mismas que nutren el documental de Scorsese). Se agradece, ya que es alguien que suele hablar con cadencia musical -adem¨¢s est¨¢n traducidas al castellano minuciosamente, como todos los documentos-, pero hubiera sido una perfecta ocasi¨®n para pagar la deuda con sus antecesores, los compositores e int¨¦rpretes de folk que sirvieron de base para canciones tan representativas como Blowin' in the wind. En la m¨²sica popular no existe la inmaculada concepci¨®n y el primer tomo de Cr¨®nicas no se priva de reconocer la gigantesca capacidad del autor para asimilar modelos, en asombrosos saltos: de Hank Williams a Little Richard, de Woody Guthrie a Robert Johnson.
M¨¢s tramposa es la decisi¨®n de eludir -tanto en El ¨¢lbum como en No direction home- el asunto de las drogas. Uno imagina que el uso de la marihuana tuvo algo que ver con la emancipaci¨®n dylaniana respecto a los folkies m¨¢s dogm¨¢ticos y pol¨ªticamente comprometidos. Peter Yarrow, de Peter Paul & Mary, describe gr¨¢ficamente, ante la c¨¢mara, su carisma en aquel mundillo: "Todas quer¨ªan acostarse con Bobby; todos quer¨ªan colocarse con Bobby". Tambi¨¦n parece obvio que sus composiciones se transforman radicalmente cuando entran en su dieta las anfetaminas y otras sustancias. La profunda influencia de Dylan en los Beatles es aludida con un recorte del Melody maker, pero no se menciona que, en su primer encuentro, el Monarca del Folk introdujo en la marihuana a los Melenudos de Liverpool; ellos la hubieran probado m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, pero la recomendaci¨®n dylaniana disuelve sus prejuicios y, s¨ª, cambia su m¨²sica.
Bob Dylan: El ¨¢lbum 1956-1966. Global Rythm. Barcelona, 2005. 64 p¨¢ginas. 33 euros. No direction home: The soundtrack. Sony-BMG. 2 CD.
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