Una vida dedicada a las ovejas
Uno de los ¨²ltimos pastores de la Ribera, que se inici¨® en el pastoreo a los 9 a?os, saca el ganado a diario a los 74
Pedro Sang¨¹esa Buj (Chiva, 1931) es uno de los escasos pastores que quedan en la Ribera Alta. La crisis de la ganader¨ªa ovina y cabrina le afecta y aunque hace nueve a?os que alcanz¨® la edad de la jubilaci¨®n, se aferra a una profesi¨®n poco agradecida a la que ha dedicado toda su vida.
Ha recorrido miles de kil¨®metros por las ca?adas de Teruel, Valencia y Castell¨®n en busca de los mejores pastos. Ahora todav¨ªa realiza cortos trayectos desde su casa de campo en la Garrofera de Alzira, ayudando a su hijo, Juan Pedro, el ganadero m¨¢s joven de la comarca, con 36 a?os.
Pedro naci¨® rodeado de ovejas y cabras en Chiva. Su padre, que ya era ganadero, se vio obligado a emigrar a Jorcas (Teruel) al estallar la guerra civil. A los 9 a?os ya cuidaba el ganado y a los 15 se inici¨® en la trashumancia. Su destino era la Sierra de Espad¨¢n. Andaba desde las 5 de la ma?ana hasta que ca¨ªa la noche, con un pajar como hotel, durante las ocho etapas que duraba el recorrido. Para reponer fuerzas llenaba el zurr¨®n con salchichones, pan y queso como principales viandas.
A los 18 a?os cambi¨® las v¨ªas pecuarias de Castell¨®n por las de Valencia y as¨ª fue como lleg¨® hasta la Ribera Alta. Aqu¨ª el desplazamiento se prolongaba durante dos semanas. Siempre abandonaba las dehesas turolenses a finales de octubre para alcanzar el destino el d¨ªa de Todos los Santos y el regreso lo efectuaba a primeros de mayo, cuando las nieves del duro invierno aragon¨¦s hab¨ªan desparecido. "Era agotador", recuerda Pedro, "a veces llegaba al pajar previsto a las 10 o las 11 de la noche". En la Garrofera de Alzira, en torno al actual municipio deTous, el terreno era de secano pero "llov¨ªa mucho, bastante m¨¢s que ahora" y las ovejas encontraban el pasto con facilidad. La que m¨¢s les gustaba era "el margall, una hierba muy fina pero que ya se ha perdido". Actualmente se alimentan de pienso, sobre todo, tambi¨¦n de hojas de naranjo y de naranjas de destr¨ªo.
Por la Ribera Alta cruzan hasta tres ca?adas, pero se han ido deteriorando con el tiempo, de ah¨ª que Pedro apenas se distancie cada d¨ªa un par de kil¨®metros de su casa de campo, cuyo corral alberga 360 ovejas. "Las ca?adas se las est¨¢n comiendo los agricultores", lamenta Pedro, que adem¨¢s denuncia la muerte anual de 35 cabezas a causa de los pesticidas que utilizan contra las malas hierbas en las propias v¨ªas pecuarias. "Los caminos y barrancos no tienen por qu¨¦ tocarlos", dice con enfado, mientras Julia, su perra, reagrupa a varias ovejas rebeldes que se aproximan a la carretera. El pastor ribere?o, que no pierde nunca de vista el ganado, sostiene con la mano derecha la zorriaga, la vara de olivo con correa cuyo chasquido conocen sus cabras.
Cae la tarde en los caminos de la Garrofera y Pedro, echando una mirada al sol, acierta con la hora. Nunca se equivoca de m¨¢s de 15 minutos, reconocen sus amigos. Sentado en un ribazo junto al canal de riego de un campo de c¨ªtricos, reflexiona: "Estamos olvidados de toda la vida, de aqu¨ª a cinco a?os no quedar¨¢ ninguna oveja". Es uno de los ¨²ltimos pastores tradicionales que quedan en la comarca de la Ribera Alta, porque se trata de una profesi¨®n poco atractiva y de baja productividad.
Su hijo Pedro Juan, que preside la Asociaci¨®n de Defensa Sanitaria de la Ribera Alta, lo corrobora: "La situaci¨®n es bastante penosa, los precios no acompa?an". Los pocos ganaderos tienen una media de 55 a?os y se quedar¨¢n sin relevo generacional. ?l es la ¨²nica excepci¨®n, pero reconoce que los j¨®venes de su edad "huyen" de esta actividad porque encima la Uni¨®n Europea ha acordado recortar anualmente en un 3% hasta el a?o 2012, la ayuda de 21 euros por cabeza.
En la Ribera Alta cierran a raz¨®n de cuatro granjas por a?o y ya s¨®lo quedan una docena de ganaderos. En tan s¨®lo dos a?os el sector ovino ha perdido un 30% del censo, al pasar de 6.000 en el 2003 a las 4.000 cabezas actuales.
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