Sin prisas
Empiezo a pensar que la culpa la tiene el centenario de don Quijote. Porque si no, es imposible comprender esta furia de luchar contra molinos de viento que les ha entrado a pol¨ªticos e informadores espa?oles respecto al cacareado asunto de la negociaci¨®n con ETA. Unos tocan la victoria final con la mano, los otros claman contra la rendici¨®n y el entreguismo, pero a fin de cuentas ninguno sabe nada y todos, como el ingenioso pero delirante hidalgo, no hacen m¨¢s que dar lanzadas contra sus propios fantasmas. A lo mejor no es malo intentar jugar a Sancho Panza e intentar aportar un poco de cordura a esta descomunal batalla. Para empezar, a Sancho lo que le preocupa no es que nuestros representantes democr¨¢ticos hablen con los de ETA, sino de qu¨¦ van a hablar y qu¨¦ les van a decir. Si, por ejemplo, unos atracadores asaltan un banco y toman como rehenes a cajeros y clientes, la polic¨ªa cerca el local y "habla" con los asaltantes. Por medio de ese parlamento intentar¨¢n salvar vidas y minimizar riesgos, sin renunciar por supuesto a detener m¨¢s tarde y castigar a los delincuentes. Nadie se escandaliza por ello. Lo inaceptable ser¨ªa que pretendieran acordar con los mafiosos las nuevas tasas de inter¨¦s o modificaciones en las hipotecas. Del mismo modo, para Sancho est¨¢ perfectamente claro que con ETA s¨®lo se puede hablar... de ETA, no de autodeterminaci¨®n o territorialidad. Y lo primero es exigirle que deje las armas, de forma total e irreversible. Aunque no es hombre de muchas letras, Sancho sabe que una "tregua definitiva" es una contradicci¨®n en los t¨¦rminos, como el martes sin lunes ni mi¨¦rcoles. No, ETA debe renunciar a la luchar armada y por tanto desaparecer. Luego podr¨¢ quiz¨¢ incentivarse individualizadamente este abandono de las armas acordando alguna medida que suavice el pago penal que han merecido por sus fechor¨ªas; pero aunque se les ofrezcan algunas facilidades de pago, lo que jam¨¢s se les debe dar a entender es que cobrar¨¢n nada por renunciar a la violencia.
?Ah, pero sin contrapartidas nunca dejar¨¢n las armas! nos dicen algunos, sobre todo los que temen casi m¨¢s la rendici¨®n de ETA que la perpetuaci¨®n mitigada de su actividad. Bueno, eso ya se ver¨¢. Como Sancho no tiene las anteojeras mitol¨®gicas de don Quijote, se da cuenta de que los terroristas est¨¢n peor que nunca: no s¨®lo porque la acci¨®n policial y judicial haya mermado sustantivamente sus fuerzas sino tambi¨¦n porque est¨¢n bloqueados en lo simb¨®lico y propagand¨ªstico. La irrupci¨®n criminal de Al Qaeda ha sido lo peor que le ha ocurrido a ETA ¨²ltimamente: lejos de una complicidad que algunos se han empe?ado contra toda evidencia en buscar casi hasta ayer mismo, el terrorismo islamista ha significado el descr¨¦dito del atentado sanguinario como instrumento pol¨ªtico incluso entre quienes recientemente cre¨ªan en guerrillas liberadoras en la Europa desarrollada. Otegi a¨²n proclam¨® que el atentado del 11-S fue obra de "la resistencia ¨¢rabe", pero no tuvo ya m¨¢s remedio que manifestarse contra la matanza del 11-M: los tiempos han cambiado y ETA, que es cualquier cosa menos suicida, ha pasado del asesinato al estrago. Para colmo, ahora IRA abandona las armas, es decir renuncia a continuar ejerciendo su protagonismo pol¨ªtico (armas puede volver a comprar cuando quiera, no nos enga?emos a ese respecto). De modo que al terrorismo etnicista vasco "vender" sangre como precio de liberaci¨®n se le ha puesto sumamente dif¨ªcil. No digo que no vuelva a intentarlo, pero todos sabemos que ya nunca volver¨¢ a recuperar el liderazgo perdido: si contin¨²a sin matar se ir¨¢ haciendo m¨¢s y m¨¢s irrelevante, si vuelve a matar se har¨¢ ins¨®litamente odiosa hasta para los que hasta ayer fueron los suyos. En esas estamos. Parece que ETA a¨²n no ha asumido del todo su fracaso (su ¨²ltimo comunicado es casi un ruego a la militancia para que no inicie la desbandada) y el callej¨®n sin salida en que se encuentra. Bueno, d¨¦mosle tiempo. Si la sociedad espa?ola ha aguantado sin rendirse cuando mataban a m¨¢s de cien al a?o, mejor aguantaremos ahora con menos horror sobre la mesa. Que la polic¨ªa y los jueces contin¨²en su labor, que los servicios auxiliares pol¨ªticos del terrorismo sigan convenientemente ilegalizados (es decir, no remunerados) y a ver qu¨¦ salida se les ocurre. De momento, tampoco hay tanta prisa...
Si alguien tiene ahora realmente prisa es el nacionalismo radical (no s¨®lo la izquierda abertzale): pretende a toda costa que se le firmen con urgencia sus pagar¨¦s pol¨ªticos, mientras ETA a¨²n amenaza en el horizonte pero antes de que meta la pata y vuelva a matar. Es decir, cuando a¨²n dura el miedo pero pueden pretender c¨ªnicamente que las muertes son cosa "del pasado"... igual que las medidas policiales, pol¨ªticas y judiciales que han servido eficazmente para combatir el terrorismo. Y urgen a los dem¨¢s a "moverse", tal como ellos dicen estarse moviendo o mejor dicho, haciendo aspavientos. Tambi¨¦n aqu¨ª tiene cosas que decir el buen Sancho: recordar que los que tienen que moverse para entrar en la legalidad son quienes est¨¢n fuera de ella, no los que la han defendido contra el terror y la coacci¨®n, cuyo m¨¦rito es precisamente no haberse movido de su posici¨®n democr¨¢tica. Y tambi¨¦n convendr¨ªa que Sancho explicase lo que significa "el final de la violencia". Porque la violencia no se acaba de golpe, como quien apaga un interruptor. La violencia acabar¨¢ cuando se repare pol¨ªtica y socialmente el aislamiento que su amenaza ha impuesto sobre determinadas personas y opciones pol¨ªticas. Hace falta que se recupere la normalidad democr¨¢tica, verdadera, es decir, que se normalice la actividad p¨²blica en todos los campos de los no nacionalistas que hasta ahora han tenido que vivir semiocultos o callados. Si al d¨ªa siguiente de la muerte de Franco se hubieran convocado elecciones democr¨¢ticas para elegir gobierno, hubiera ganado sin duda Arias Navarro; si a los dos meses de declarar ETA su "tregua definitiva" se convoca un refer¨¦ndum, saldr¨¢ sin duda lo que quieran los nacionalistas con mando en plaza. De modo que no, no hay prisa. Nada de "segunda mesa", destinada por lo visto apresuradamente a sustituir al Parlamento democr¨¢tico. No hay que crear ning¨²n espacio pol¨ªtico de excepci¨®n en el que a¨²n quepa una representaci¨®n m¨¢s o menos virtual de la perpetuaci¨®n del terror que hasta ahora hemos padecido. Pretenden imponer sus ideas en nombre de la violencia, aunque est¨¦ parcialmente suspendida. En Euskadi podemos decir, parafraseando al rev¨¦s la famosa exclamaci¨®n de Madame Roland: "?Crimen, cuantas libertades se exigen en tu nombre!". No, bien lo sabe Sancho, la violencia no acabar¨¢ en el Pa¨ªs Vasco hasta que los no nacionalistas hayan recuperado plenamente su normalidad en la vida p¨²blica y la ciudadan¨ªa haya tenido tiempo para convencerse de que optar por sus propuestas no entra?a mayor riesgo que aceptar las de los nacionalistas. Mientras tanto, los que tanto hemos esperado podemos esperar un poco m¨¢s: los que ahora lo tienen negro -y no hay que darles balones de ox¨ªgeno de ning¨²n ti
po-son los hasta ahora beneficiarios del terror reinante.
Porque precisamente eso, ox¨ªgeno, es lo que pide el nacionalismo radical a los constitucionalistas en su impasse actual. Lo expres¨® muy bien Luis Ignacio Parada en el t¨ªtulo de una de sus columnas en Abc: "S¨¢came del pozo y te perdono la vida". Pero Sancho y los dem¨¢s tenemos que convencer a los perdonavidas de que nunca vamos a sacarles del pozo si no dejan de serlo. Como indicio de lo que debe cambiar para que realmente pueda hablarse de efectivo final de la violencia, dos an¨¦cdotas del pasado verano. Una, ejemplar: la presencia de varios pol¨ªticos del PP, encabezados por Mar¨ªa San Gil, en el mercado y las fiestas de Getxo. Por supuesto, tuvieron que soportar un coro de rebuznos de algunos friquis locales, que merecieron un comprensivo comentario del tambi¨¦n presente alcalde Zarraoa: "Es que hay que venir con m¨¢s humildad" (por lo visto la pr¨®xima vez Mar¨ªa tendr¨¢ que ir con burka). Otro, pat¨¦tico: la elecci¨®n de dos etarras encarcelados como reinas de las fiestas de Amurrio y su entronizaci¨®n en efigie con el benepl¨¢cito del correspondiente alcalde, para evitar "crispaci¨®n". Y en efecto, hasta ahora, bajo el signo de la violencia, se ha considerado provocador tanto que los no nacionalistas hagan p¨²blicamente lo que tienen derecho a hacer como que se proh¨ªba a los radicales hacer lo que les d¨¦ la gana, sea l¨ªcito o no. Pero el final de la violencia supone que los hasta hoy perdonavidas se acostumbren a ver al aire libre a quienes no pueden ni ver. Por cierto, es algo que ya deber¨ªa empezar a ocurrir, sin m¨¢s dilaci¨®n, como demostraci¨®n de que las cosas van cambiando.
Todo esto necesita colaboraci¨®n y coordinaci¨®n entre los dem¨®cratas: es decir, menos quijotadas ret¨®ricas. Comentando un episodio nacionalista juvenil, dice Borges: "Olvidadizo de que ya lo era, me propuse ser argentino". Hay socialistas que, olvidando que ya son vascos, se han propuesto ser vasquistas. Bueno, mas all¨¢ del amor al txakol¨ª y a la txapela, supongo que har¨¢n como el resto de nosotros, manteniendo frente al nacionalismo que el futuro pol¨ªtico del Pa¨ªs Vasco van a decidirlo desde luego los vascos pero con el resto de sus compatriotas espa?oles porque para eso somos parte de un Estado democr¨¢tico y no una tribu perdida que "danza en los Pirineos", como sosten¨ªa Voltaire. Tambi¨¦n ser¨ªa magn¨ªfico que el PP no se desga?itara gritando "?al lobo!" cuando a¨²n no hay fiera a la vista, porque si un d¨ªa -Dios no lo quiera- llegase el mal bicho, ser¨¢ ¨²til que no est¨¦n del todo roncos para denunciarlo. Y, claro est¨¢, necesitamos a nuestro lado la vigilancia y la dignidad de las v¨ªctimas. Quien quiera saber el injusto abandono y el dolor que han sufrido debe ver el impresionante documental de I?aki Arteta Trece de mil, centrado sobre todo en cr¨ªmenes de los a?os m¨¢s negros, cuando no era de buen tono preocuparse de esas cosas... Por eso, porque las v¨ªctimas son imprescindibles en la salida de la violencia, es tanto m¨¢s lamentable que unos cuantos dentro de sus asociaciones y muchos desde el extremismo medi¨¢tico de fuera se empe?en en convertirles en una caricatura a medio camino entre la monja de las llagas y el cobrador del frac, est¨¦riles para cuanto no sea manipulaci¨®n e incordio. Sin prisas, es precisa la cooperaci¨®n de todos, para que no se haga cierto el tr¨¢gico dictamen de Yeats: "Los mejores carecen de convicciones, mientras los peores rebosan de intensidad apasionada" (La segunda venida).
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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