Estatuto: misi¨®n cumplida
El Parlament ha estado a la altura de las circunstancias. Con el amplio consenso, casi un¨¢nime, con el que fue aprobado el pasado viernes el texto del nuevo Estatuto, la C¨¢mara de los representantes del pueblo catal¨¢n, del conjunto de ciudadanas y ciudadanos de nuestro pa¨ªs, ha cumplido holgadamente su misi¨®n actuando soberanamente. Esto es: siendo la caja de resonancia no s¨®lo de la lucha de partidos, de sensibilidades ideol¨®gicas diferentes y contrapuestas, o de c¨¢lculos de estrategia pol¨ªtica, sino tambi¨¦n, y por encima de todo, de las ambiciones, los deseos y las necesidades de un amplio conjunto de nuestra sociedad.
Por otro lado, una generaci¨®n de pol¨ªticos catalanes, la clase pol¨ªtica del pa¨ªs, a la cual hoy me siento especialmente orgulloso de pertenecer, ha cumplido tambi¨¦n con su deber. La tarea del pol¨ªtico, dec¨ªa Chesterton, no consiste ¨²nicamente en administrar la realidad del presente, sino en imaginar la futura y crear las mejores condiciones posibles para que llegue a suceder tal como la ha pensado. ?sa es la forma de hacer camino hacia la utop¨ªa posible, aquella que cada generaci¨®n de pol¨ªticos, y con mayor exigencia de pol¨ªticos nacionalistas, debemos poder dibujar con los instrumentos de nuestro presente, sin limitaciones pret¨¦ritas (ya inexistentes, pero en ocasiones a¨²n resonantes en el inconsciente colectivo) o futuras, anticipando precipitadamente problemas y obst¨¢culos a¨²n hoy fuera de toda realidad. Y eso es lo que hemos hecho con el nuevo Estatuto: imaginar y definir las condiciones posibles para una Catalu?a m¨¢s libre y m¨¢s soberana, sin que visiones estrechas de cors¨¦s constitucionales y sin que miedos, tutelas, recortes previos o autocensuras pusieran l¨ªmite a nuestra voluntad de apuntar alto, expresada, eso s¨ª, con el m¨¢ximo respeto y sentido com¨²n.
El consenso y el amplio acuerdo han permitido oxigenar la vida pol¨ªtica del pa¨ªs, a veces enturbiada por reproches mutuos o din¨¢micas partidistas
Y no s¨®lo eso. El consenso y el amplio acuerdo logrado han permitido oxigenar la vida pol¨ªtica del pa¨ªs, a veces enturbiada por reproches mutuos y din¨¢micas excesivamente partidistas o procesos extremadamente indigestos, como -reconozc¨¢moslo- la misma reforma del Estatuto, y recuperar la madurez, el clima de confianza y el savoir faire necesarios, algo que nuestros conciudadanos agradecer¨¢n con alivio.
Ahora bien, que un exceso de autosatisfacci¨®n no nos haga olvidar, sin embargo, que ¨¦ste es el Estatuto de una generaci¨®n y para una generaci¨®n. Llegar¨¢n tiempos con nuevas demandas, nuevas necesidades, nuevas exigencias, nuevos desaf¨ªos. Y una nueva generaci¨®n de pol¨ªticos -tambi¨¦n, de una forma especial, de pol¨ªticos nacionalistas- deber¨¢ responder al reto de imaginar y crear las condiciones para ir m¨¢s all¨¢.
Finalmente, CiU ha cumplido, tambi¨¦n en esta ocasi¨®n, su misi¨®n. Como partido nacionalista, pero tambi¨¦n como partido amplio, transversal, con una visi¨®n y un proyecto social que aspira a dar respuestas a las necesidades de un ampl¨ªsimo abanico de sectores e intereses de nuestra sociedad. CiU es hoy un partido con un liderazgo m¨¢s s¨®lido, un partido m¨¢s cohesionado y m¨¢s seguro de s¨ª mismo. Nuestra actuaci¨®n firme, que no intransigente, en el proceso de negociaci¨®n del nuevo Estatuto ha demostrado, incluso a los m¨¢s esc¨¦pticos e incr¨¦dulos, no s¨®lo la coherencia y solidez de nuestras convicciones, sino tambi¨¦n la capacidad de rentabilizar hasta el ¨²ltimo instante nuestra posici¨®n mayoritaria y de fuerza clave en beneficio de Catalu?a, algo que otros partidos y grupos catalanistas, desde otras posiciones con capacidad de influencia, no han sabido -o querido- demostrar con igual ah¨ªnco, bien d¨¢ndose precipitadamente por satisfechos, o bien debido a una interpretaci¨®n excesivamente ingenua y restringida de la prudencia, el pragmatismo o el posibilismo. ?sa ha sido la gran diferencia entre CiU y ERC.
Modelo de educaci¨®n y modelo de financiaci¨®n han sido los dos temas a los que hemos dedicado m¨¢s esmero y exigencia. No en vano son los dos pilares sobre los que se fundamentan la sostenibilidad, el progreso y el bienestar de una sociedad abierta y moderna, un modelo de sociedad con derechos para todos, con un laicismo abierto y con derechos como paradigma, y un pa¨ªs con soberan¨ªa financiera real y solidaria. Llam¨¦smoslo como nos plazca, pero sobre una cosa no cabe duda: los principios del concierto econ¨®mico solidario han sido recogidos, uno por uno, en el texto final. Recaudaci¨®n y gesti¨®n del ciento por ciento de los impuestos, agencia tributaria catalana, bilateralidad con el Estado, blindaje respecto a la LOFCA y aportaci¨®n inicial. Sin embargo, CiU no va a entrar en una lamentable batalla por la apropiaci¨®n del modelo. Tampoco vamos a caer en la tentaci¨®n de una guerra de nombres, interpretaciones, etiquetas o definiciones. Los hechos son los que son: CiU ha sabido jugar inteligentemente sus bazas y su fuerza hasta el ¨²ltimo segundo del ¨²ltimo minuto del match, logrando introducir una f¨®rmula de financiaci¨®n de nuestro autogobierno adecuada a nuestras necesidades. Nuestra evidente y gran satisfacci¨®n basta como mensaje.
La responsabilidad que ha tenido CiU durante casi 20 meses va a seguir ejerci¨¦ndola en Madrid, escenario en el que se desarrollar¨¢ la segunda fase del largo camino hacia la aprobaci¨®n del Estatuto. Pero a partir de ahora esa responsabilidad va a recaer tambi¨¦n, en buena parte y por razones evidentes, en los socialistas catalanes. El PSC no puede renunciar a tomar el relevo de la exigencia, la firmeza y el sentido com¨²n dentro de un PSOE complejo y con sensibilidades muy diversas, algunas de ellas nada simpatizantes con nuestra causa com¨²n ni con el texto que va a ser debatido en las Cortes, que pone sobre la mesa un modelo de Estado plurinacional.
Catalu?a, pues, ha cumplido su parte en esta misi¨®n. Su Parlament, su ciudadan¨ªa tranquila y expectante, su clase pol¨ªtica y el conjunto de los partidos pol¨ªticos han hecho su trabajo. Ni Espa?a ni el PSOE pueden zanjar ni frustrar de nuevo de un carpetazo, como ha ocurrido en tantas ocasiones y circunstancias a lo largo de m¨¢s de un sigo y medio, las leg¨ªtimas aspiraciones que hoy comparte m¨¢s del 90% del pueblo de Catalu?a. Espa?a puede y debe demostrar que es capaz de respetar una Catalu?a leal, sincera, razonable, honesta, dialogante y siempre solidaria.
Felip Puig es portavoz de CiU en el Parlament.
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