Raros y exc¨¦ntricos
Sin justificaci¨®n, sin n¨²meros redondos, porque s¨ª, nos fuimos a Vilanova de Arousa, el peque?o y hermoso pueblo que sigue mirando a la r¨ªa de su nombre. El lugar donde nacieron dos escritores complementarios. Tan diferentes, tan exc¨¦ntricos, tan necesarios: Ram¨®n Mar¨ªa del Valle Incl¨¢n y Julio Camba. Dos gallegos que viajaron, hicieron las Am¨¦ricas, regresaron, e hicieron carrera despu¨¦s de dar tumbos por los caf¨¦s, las redacciones y las tabernas madrile?as. Dos gallegos trasplantados a Madrid que consiguieron vivir de su talento. Vivieron bien y las pasaron canutas. Eran dos arist¨®cratas rurales. Cada uno con su estilo, con su acracia. El gran Valle lo pas¨® un poco peor econ¨®micamente. Entre otras razones, porque nunca hubiera permitido que un banquero, un franquista mediterr¨¢neo, subvencionara sus d¨ªas y sus noches.
Sin ning¨²n aniversario estuvimos recordando a Camba en su pueblo. Sin duda fue un gran escritor, un gran periodista, un vividor que supo moverse entre el humor y la melancol¨ªa. Ir¨®nico, descuidado, elegante, jovial y solitario. El solitario del Palace, como dice su principal bi¨®grafo. Muchas an¨¦cdotas se recuerdan de este escritor que s¨®lo trabajaba a la hora en que no ten¨ªa dinero. Reivindicador del ocio, divagador de la buena vida, luchador contra lo pr¨¢ctico, contra lo ¨²til, supo moverse por el mundo y contar la fauna humana como el que recorre un parque zool¨®gico. Conoci¨® muchos pa¨ªses, aunque siempre prefiri¨® los pa¨ªses imaginarios. Amante de las mujeres, soltero, ego¨ªsta en amores, descre¨ªdo de la pareja: "Creo en el amor, la amistad y el arroz a la valenciana, pero si es tan dif¨ªcil lograr un buen arroz, ?qu¨¦ no diremos de los otros platos?". Casi nadie se acuerda ya de este maestro de la columna period¨ªstica. Si acaso Arcadi Espada y Mu?oz Molina. ?A qu¨¦ estar¨¢ esperando Jordi Gracia? Camba supo escribir como toreaban los mejores de ese arte en decadencia, corto y ce?ido. Un c¨ªnico que de vez en cuando se atrevi¨® a reivindicar su escepticismo: "Morir por la democracia es como hacerlo por el sistema m¨¦trico decimal". Comimos y bebimos bien en la tierra del escritor de la Casa de L¨²pulo.
Camba es uno de esos exc¨¦ntricos, de esos raros, que le hubiera gustado conocer a Sergio Pitol. El cosmopolita mexicano, uno de los nombres mejor colocados para el pr¨®ximo Premio Cervantes, pas¨® por Madrid con su elegancia vienesa, centroeuropea, con su particular camino literario, su arte para saber fugarse de los pelotones de fiscales e inquisidores de la vida literaria. Tiene dos nuevos libros, sus mejores cuentos y un recorrido por su vida de letraherido, de hedonista de la literatura, de buceador de raros y de atento viajero por las m¨¢s placenteras relecturas. Hubo una cena con periodistas. Con su habitual elegancia se dej¨® explicar qui¨¦n era, qu¨¦ escrib¨ªa y cu¨¢les eran sus m¨¢s apasionantes viajes. Es decir, nos dej¨® hablar y nosotros le permitimos el silencio. As¨ª somos de listos, as¨ª es Pitol de educado. Habr¨¢ que seguir ley¨¦ndolo.
Pitol, como buen heredero de la gauche divine barcelonesa en Madrid, se queda en el hotel Suecia. Muy cerca del C¨ªrculo de Bellas Artes que en esta semana nos regal¨® una fiesta de inauguraci¨®n de curso. Una excelente excusa que nos sirvi¨® para recordar a otro raro necesario, al corsario Pier Paolo Pasolini. Una exposici¨®n, y un excelente cat¨¢logo, nos permite regresar al poeta, al cineasta, al personaje civil tan libre, tan raro en su obra, su vida y su muerte. Un intelectual at¨ªpico que fue asesinado un 2 de noviembre de hace 30 a?os en la destartalada playa de Ostia. No conoci¨® la muerte de Franco, al que una vez dedic¨® un hermoso poema. Naturalmente, un poema contra Franco y a favor de los espa?oles. Un poema que nos viene bien recordar: "... bajo el cementerio de Barcelona. Un alma puede hacerse castellana / y un cuerpo seguir siendo andaluz / ?bajo el mismo sol!".
Otro raro, otro exc¨¦ntrico, tambi¨¦n est¨¢ de aniversario: James Dean. Hace 50 a?os, con 24 a?os, tres pel¨ªculas, se estrell¨® con su m¨ªtico Porsche en una carretera de California. Cincuenta a?os de un mito que no deja de crecer. Vivi¨® como muri¨®, demasiado deprisa. Le gustaban el peligro, las corridas de toros, algunos hombres y algunas mujeres.
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