?'Marines' para qu¨¦?
Ca¨ªa el atardecer, y todos, ni?os peque?os y abuelas con sombreros de paja, gordos y flacos, ricos y pobres, blancos, negros, hispanos, indios, estadounidenses de origen chino, bailaban descalzos sobre la hierba mientras, en el escenario, resonaba el ritmo irresistible del grupo de Big Bad Voodoo Daddy, los m¨²sicos vestidos con trajes sueltos y llamativos. Algunos de los que bailaban eran estupendos, otros estaban rid¨ªculos, pero a nadie le importaba un pito. Entonces estallaron los fuegos artificiales en el vasto cielo nocturno, y un hombre con el rostro curtido y un sombrero de vaquero grit¨®: "?Rojo! ?Blanco! ?Azul!".
El concierto de conmemoraci¨®n del D¨ªa de la Independencia celebrado hace unos meses aqu¨ª, en Stanford, fue una muestra de lo mejor de Estados Unidos. Fue una celebraci¨®n genuina y contagiosa de la libertad y la uni¨®n nacional, pero tambi¨¦n de un tipo de igualdad muy especial. No una igualdad como la europea, que cuenta con una norma social garantizada por el Estado para todos los ciudadanos, sino una igualdad propia de EE UU, que afirma que cualquiera, venga de donde venga, tiene las mismas oportunidades de abrirse camino hasta la cumbre.
En EE UU, la igualdad es que cualquier ciudadano, venga de donde venga, tiene las mismas oportunidades de abrirse camino hasta la cumbre
Es llamativo ver en las encuestas que muchos norteamericanos pobres se oponen a que se suban los impuestos a los ricos, quiz¨¢ porque alg¨²n d¨ªa piensan serlo ellos
Algunas mujeres llamadas Katrina se han cambiado el nombre porque el hurac¨¢n ha transformado el nombre en sin¨®nimo de fracaso humano y pol¨ªtico
?En qu¨¦ otro lugar se podr¨ªa ver a hombres y mujeres de or¨ªgenes tan distintos bailando juntos con tanto entusiasmo, descalzos sobre la hierba, para conmemorar una fiesta nacional? Tal vez en Australia, Canad¨¢ o Londres, que constituye en s¨ª un peque?o pa¨ªs multinacional. Pero, incluso all¨ª, ?habr¨ªa sido una cosa tan din¨¢mica y de esp¨ªritu tan generoso?
Era la reencarnaci¨®n de un sue?o, por supuesto. Los datos reales sobre la movilidad social en Estados Unidos, hoy, son muy diferentes. Pero un sue?o en el que cree mucha gente pasa a ser una especie de realidad, y eso es lo que ocurre desde hace largo tiempo con el sue?o americano. Es llamativo ver que, en las encuestas, muchos estadounidenses pobres se oponen a que se suban los impuestos a los ricos, seguramente porque creen que quiz¨¢ un d¨ªa lo sean ellos. Existen suficientes casos de personas extraordinarias que lograron salir de ambientes pobres e inmigrantes como para mantener vivo el sue?o.
Dos meses m¨¢s tarde vimos lo peor de EE UU, vimos a miembros de la clase negra marginada, en el noveno distrito de Nueva Orleans, ahogados, enfermos y atacados por bandas violentas, mientras que el Gobierno no les ayudaba ni les proteg¨ªa. Se dice incluso (aunque no est¨¢ confirmado, y tal vez sean rumores ap¨®crifos) que muchas mujeres llamadas Katrina se han cambiado el nombre porque el hurac¨¢n Katrina se ha transformado en sin¨®nimo no s¨®lo de cat¨¢strofe natural, sino de fracaso humano y pol¨ªtico. ?C¨®mo es posible que el pa¨ªs m¨¢s rico y poderoso de la tierra, capaz de disparar contra una mosca en Afganist¨¢n con un misil de precisi¨®n guiado por l¨¢ser, dejase tan miserablemente abandonados a sus pobres?
Y luego lleg¨® Rita. Volv¨ª la semana pasada de Ir¨¢n (donde un ayatol¨¢, en las oraciones del viernes, utiliz¨® Katrina como ejemplo de lo inhumano que es el Gran Sat¨¢n de Estados Unidos) a un pa¨ªs inmerso en los preparativos para el asalto del hurac¨¢n Rita. Viendo la televisi¨®n -que no hablaba pr¨¢cticamente de nada m¨¢s- las 24 horas, durante varios d¨ªas seguidos, la sensaci¨®n era de un pa¨ªs enfrentado a una invasi¨®n marciana como en La guerra de los mundos, de H. G. Wells. Del mismo modo que, en 1938, la famosa emisi¨®n de radio basada en la obra desencaden¨® un ¨¦xodo masivo de las ciudades estadounidenses, en esta ocasi¨®n se calcula que un mill¨®n de personas huyeron de Texas hacia el norte. "En estos momentos, Galveston es pr¨¢cticamente una ciudad fantasma", inform¨® un corresponsal, "y eso es prometedor". Mientras el torbellino multicolor que giraba sin cesar en las simulaciones del mapa del tiempo atacaba una y otra vez la costa del Golfo, como una nave extraterrestre, el gobernador de Luisiana advert¨ªa a la gente: "Si deciden quedarse, escriban su n¨²mero de la Seguridad Social en el brazo con tinta indeleble". Para poder identificar el cad¨¢ver, claro.
La palabra 'h¨¦roe'
Al final, la cosa no fue tan mala como se tem¨ªa. En esta semana de Ritaman¨ªa, me han llamado la atenci¨®n tres cosas. La primera, con qu¨¦ facilidad la gente recurr¨ªa a la palabra "h¨¦roe". "M¨¦dicos heroicos arrostran la tormenta", dec¨ªa una informaci¨®n en la cadena ABC. Desde luego que nuestros peri¨®dicos sensacionalistas hacen lo mismo, pero aqu¨ª la cosa ten¨ªa otro matiz y otra frecuencia. Cuando un militar que estaba informando al presidente Bush dijo que la respuesta al hurac¨¢n Katrina hab¨ªa sido como "un descarrilamiento", es decir, un caos total, Bush respondi¨®: "A pesar de lo que se ha dicho sobre Katrina, hubo varios rescates asombrosamente heroicos...".
Ser¨ªa interesante contar el n¨²mero de veces que se utiliza la palabra "h¨¦roe" en la vida p¨²blica de Estados Unidos, en comparaci¨®n con el Reino Unido, Francia o Alemania. Hace 100 a?os, los conservadores nacionalistas alemanes sol¨ªan calificar a los "verdaderos" alemanes de h¨¦roes y a los jud¨ªos de trapicheros: Helden contra H?ndler. Lo que tenemos hoy es otro estereotipo distinto: los verdaderos estadounidenses son Helden y los alemanes son H?ndler. Sin embargo, en la pr¨¢ctica, como es natural, las reacciones a Rita y Katrina mostraron la misma mezcla de valor genuino y -como dijo un periodista all¨ª destacado- "aut¨¦ntico y puro p¨¢nico", que se habr¨ªan visto en la mayor¨ªa de las sociedades.
La segunda cosa que me impresion¨® fue de qu¨¦ forma recurri¨® la Administraci¨®n de Bush al Ej¨¦rcito. Tras el desmoronamiento del orden p¨²blico en los d¨ªas posteriores al hurac¨¢n Katrina, los miembros del 82? Regimiento Aerotransportado recorrieron las calles de Nueva Orleans con las armas listas, como si estuvieran en Somalia, Kosovo o Irak. En los ¨²ltimos d¨ªas se ha visto a Bush mientras le informaban los jefes militares, no una, sino dos veces. El presidente confes¨® que estaba reflexionando sobre las circunstancias "en las que el Departamento de Defensa se convierte en el organismo m¨¢s importante". En los d¨ªas anteriores al hurac¨¢n Rita nos mostraron el despliegue de todo un departamento de accidentes y emergencias completamente transportable, con todas las comodidades, controlado y dirigido por el Ej¨¦rcito. Limpio como una patena, y extra?amente vac¨ªo. No tuve m¨¢s remedio que pensar en lo bien que les habr¨ªa venido a los habitantes pobres del noveno distrito de Nueva Orleans algo as¨ª en su vida diaria. Pero en los ¨²ltimos a?os, el dinero se ha dedicado a otra cosa.
Lo tercero que me llam¨® tremendamente la atenci¨®n fue la cantidad de gente que ha quedado en la absoluta pobreza, o con unas deudas cada vez mayores, debido a los da?os sufridos por sus casas. ?Por qu¨¦? Porque no ten¨ªan ahorros. Muchos de los pobres a los que evacuaron de Nueva Orleans ni siquiera ten¨ªan cuenta corriente. Las posesiones que llenaban sus casas, algunas compradas a cr¨¦dito, eran lo ¨²nico que ten¨ªan. Por eso algunos afroamericanos pobres se negaban a abandonar sus hogares. No es un problema relacionado s¨®lo con la pobreza; tiene que ver tambi¨¦n con una cultura del consumo, la implacable presi¨®n comercial para gastar, gastar y gastar, que ha hecho que EE UU posea en estos momentos el ¨ªndice de ahorro individual m¨¢s bajo desde 1959, y uno de los m¨¢s bajos del mundo desarrollado.
Hay poco colch¨®n que ayude a absorber otra conmoci¨®n como la de los precios disparados del combustible, que son la otra obsesi¨®n actual en Estados Unidos. El lunes pasado, el presidente Bush lleg¨® a sugerir que los estadounidenses se acostumbren a ir un poco menos en coche. Si yo tuviera alguna acci¨®n de empresas fabricantes de veh¨ªculos SUV, que tanta gasolina devoran, la vender¨ªa inmediatamente.
Creo que Estados Unidos sabr¨¢ responder a este reto, precisamente gracias al esp¨ªritu y la diversidad que observ¨¦ en la celebraci¨®n del D¨ªa de la Independencia. ?sta sigue siendo una sociedad muy din¨¢mica, llena de gente emprendedora que quiere vivir aqu¨ª y triunfar. Tiene adem¨¢s mucho talento para la adaptaci¨®n cient¨ªfica y tecnol¨®gica, un factor que puede contribuir enormemente a resolver la dependencia del petr¨®leo. No obstante, ahora que dejo Stanford para regresar a Europa me voy con el sentimiento de que este pa¨ªs, durante los pr¨®ximos a?os, necesita concentrarse m¨¢s en su econom¨ªa y menos en su ej¨¦rcito. Cuando llegue la pr¨®xima recesi¨®n no servir¨¢ de nada llamar a los marines.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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