La transici¨®n est¨¦tica
?Qui¨¦n podr¨ªa reunir en una misma exposici¨®n obras de Dubuffet, Hopper, Motherwell, Dal¨ª, Mir¨®?? La Fundaci¨®n Juan March celebra sus 50 a?os con los m¨¢s grandes del arte contempor¨¢neo. Un recuerdo de las antol¨®gicas que hicieron de esta instituci¨®n el referente est¨¦tico de los espa?oles en la transici¨®n.
Instalados como estamos hoy los espa?oles, con mayor o menor comodidad, en una sociedad democr¨¢tica con un importante nivel de bienestar y razonablemente surtida de posibilidades de acceder a todo tipo de exposiciones de arte, a algunos les puede parecer que siempre fue as¨ª. Sin embargo, si miramos hacia atr¨¢s, hasta hace treinta o cuarenta a?os, comprobaremos que la situaci¨®n en lo que se refiere a acceder al arte contempor¨¢neo, especialmente las denominadas "vanguardias", era francamente insatisfactoria. Unos pasajes de la autobiograf¨ªa (De puertas adentro. Memorias. 2004) de la pintora Amalia Avia, en los que recuerda un viaje que realiz¨® en enero de 1963 a Nueva York, muestran con claridad que para conocer el arte contempor¨¢neo hab¨ªa que salir de Espa?a: "La contemplaci¨®n de Nueva York me produjo una de las impresiones est¨¦ticas m¨¢s grandes de mi vida? Los cuadros de Pollock, Rothko, Motherwell o Wols que tanto hab¨ªamos admirado de lejos estaban a nuestro alcance y fueron nuestros compa?eros durante varios d¨ªas, no s¨®lo en los museos sino en las casas de muchos coleccionistas a las que nos invitaron con frecuencia. No era raro comprobar, mientras te quitabas el abrigo, que detr¨¢s ten¨ªas un inmenso picasso, un braque, un giacometti o un dubuffet".
"En una ¨¦poca en la que el hombre corre el peligro de robotizarse, ah¨ª est¨¢ el arte para evitarlo"
La Espa?a de Franco no era un lugar seguro donde poder exhibir la obra de Picasso o Motherwell
Muchos de estos nombres, extra?os en la d¨¦cada de 1960 en el horizonte art¨ªstico espa?ol, ser¨ªan m¨¢s tarde protagonistas de exposiciones organizadas por la Fundaci¨®n Juan March, la instituci¨®n privada que hab¨ªa sido establecida en 1955 por el millonario mallorqu¨ªn Juan March Ordinas, y que estos d¨ªas celebra su primer medio siglo de vida con una exposici¨®n con 60 obras (pinturas y fotograf¨ªas, ¨¦stas de Julia Cameron, Henri Cartier-Bresson e Irving Penn) realizadas entre 1860 y 1996 por 57 artistas, con el denominador com¨²n de que todas ellas han formado parte en el pasado de alguna de las muestras organizadas por la fundaci¨®n. Se trata de una exposici¨®n en la que se mezclan todo tipo de estilos: impresionismo, posimpresionismo, fauvismo, expresionismo alem¨¢n o abstracto, secesi¨®n vienesa, constructivismo, surrealismo, dad¨¢, modernismo o realismo americano o pop art. Una ocasi¨®n tal vez ¨²nica de acceder directamente a lo mejor del arte contempor¨¢neo.
Durante sus dos primeras d¨¦cadas de existencia, la Fundaci¨®n March se dedic¨® sobre todo a desarrollar un programa de becas, ayudas y premios pr¨¢cticamente en todos los ¨¢mbitos del conocimiento, incluyendo tambi¨¦n la creaci¨®n art¨ªstica (pintura, escultura, m¨²sica y literatura), aunque no faltaron otras de car¨¢cter "asistencial" o especiales, como la compra en 1960 a los descendientes de Alejandro Pidal y Mon del manuscrito del Poema de M¨ªo Cid por 10 millones de pesetas (equivalentes a dos millones de euros de 2005), que inmediatamente fue donado al Estado espa?ol. Una de esas actividades extraordinarias en las que la Fundaci¨®n March decidi¨® (en 1962) participar fue la de contribuir con 400 millones de pesetas a la construcci¨®n de un Teatro Nacional de la ?pera en Madrid (el viejo llevaba cerrado desde 1926, por amenaza de ruina). El Estado acept¨® la oferta, y se convoc¨® un concurso internacional que gan¨® un arquitecto polaco, circunstancia que a la postre signific¨® el fracaso de la iniciativa, ya que Franco consider¨® que era intolerable que un arquitecto de un pa¨ªs comunista fuese el encargado de una tarea tan se?alada (unos a?os despu¨¦s, ya sin la participaci¨®n de la Fundaci¨®n March, se decidi¨® reconvertir el Teatro Real en sala de conciertos; como tal se inaugur¨® el 13 de octubre de 1966).Fracasado el proyecto, la Fundaci¨®n se encontr¨® con un dinero que hab¨ªa previsto para otros fines. Por entonces Juan March Delgado hab¨ªa visitado la Fundaci¨®n Gulbenkian de Lisboa, quedando impresionado con el edificio (inaugurado en 1969) de que ¨¦sta dispon¨ªa, lo que le condujo a pensar que tal vez se pudiese hacer algo similar en Madrid con la fundaci¨®n que hab¨ªa creado su abuelo, que hasta entonces dispon¨ªa de alg¨²n espacio para oficinas. En marzo de 1970 se convoc¨® un concurso restringido, entre arquitectos espa?oles, de anteproyectos para la sede social de la Fundaci¨®n Juan March en Madrid. Jos¨¦ Luis Picardo gan¨® el concurso, construyendo un bello edificio de m¨¢rmol en la calle de Castell¨® que fue terminado a finales de 1974.
"Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio", escribi¨® Virginia Woolf en su conocido libro Una habitaci¨®n propia (1929); pues bien, de manera an¨¢loga, podr¨ªa decirse que s¨®lo cuando la Fundaci¨®n Juan March dispuso de una "habitaci¨®n propia", de una sede dotada de salas para albergar exposiciones de arte, pudo comenzar a dejar su marca en la historia de la cultura espa?ola.
El 24 de enero de 1975 comenzaron oficialmente las actividades culturales con una Exposici¨®n Antol¨®gica de Arte Espa?ol Contempor¨¢neo: Arte '73. Entre los 41 artistas (12 de ellos hab¨ªan sido becarios de la fundaci¨®n) cuyas obras se expusieron en aquella exposici¨®n se encontraban pintores como Amalia Avia, Jos¨¦ Caballero, Rafael Canogar, Luis Feito, Juana Franc¨¦s, Juan Genov¨¦s, Jos¨¦ Guerrero, Jos¨¦ Guinovart, Manuel Hern¨¢ndez Momp¨®, Carmen Laff¨®n, Antonio L¨®pez Garc¨ªa, Manuel Millares, Lucio Mu?oz, Gerardo Rueda, Antonio Saura, Eusebio Sempere, Gustavo Torner y Fernando Z¨®bel; y los escultores Eduardo Chillida, Mart¨ªn Chirino, Julio L¨®pez Hern¨¢ndez, Miguel Ortiz Berrocal y Pablo Serrano.
Tras aquella primera exposici¨®n, se celebr¨® una dedicada al pintor austriaco Oskar Kokoschka (1886-1980), una de las cumbres del expresionismo. Se trataba de la primera exposici¨®n que se celebraba en Espa?a de este pintor, que, casi nonagenario, se traslad¨® desde Suiza a Madrid para asistir a la inauguraci¨®n, compuesta por cerca de doscientas obras, entre ¨®leos, acuarelas y dibujos. Merece la pena recuperar las palabras que en aquella ocasi¨®n pronunci¨® el viejo maestro: "En una ¨¦poca como la que vivimos, en la que el hombre corre el peligro de robotizarse, ah¨ª est¨¢ el arte para evitarlo y espiritualizar al hombre (?). A pesar de ser ya un viejo cad¨¢ver, sigo pintando. Hay que combatir la tendencia educativa puramente l¨®gica y racional, en favor de una educaci¨®n humanizada y basada en el amor, t¨¦rmino que a veces creo que se desconoce. Ni trato con esto de hacer una defensa de m¨ª mismo -yo ya estoy pasado- ni propugnar nada. No pertenezco a ning¨²n partido ni tengo ideolog¨ªas pol¨ªticas. Soy simplemente humano. Me pertenezco a m¨ª mismo, ya que lo m¨¢s valioso que tengo es mi propia vida, a la que nunca traicionar¨¦".
La exposici¨®n dedicada a Kokoschka marc¨® perfectamente algunas de las caracter¨ªsticas de las futuras muestras que organizar¨ªa a partir de entonces la fundaci¨®n. Pr¨¢cticamente todas introdujeron al p¨²blico madrile?o -y al espa?ol en general- a artistas que hasta entonces no hab¨ªan sido protagonistas en nuestro pa¨ªs de ninguna exposici¨®n monogr¨¢fica. En muchos casos se trataba de casi desconocidos para el p¨²blico: los casos, por poner algunos ejemplos, de Francis Bacon (1909-1992), del que la fundaci¨®n organiz¨® una exposici¨®n entre abril y mayo de 1978, o del escultor catal¨¢n Julio Gonz¨¢lez (1876-1942), una figura clave en la escultura espa?ola contempor¨¢nea, quien tal vez por haber vivido en Francia desde 1936 apenas era conocido por el p¨²blico espa?ol (enero de 1980).
No se deben olvidar tampoco los espl¨¦ndidos cat¨¢logos que acompa?aban a todas las exposiciones. El primero, el que acompa?¨® a la exposici¨®n Arte'73, fue dise?ado por Gustavo Torner (Cuenca, 1925). Los siguientes, hasta el de la exposici¨®n Arte abstracto espa?ol en la colecci¨®n de la Fundaci¨®n Juan March (1983), fueron dise?ados por el malogrado Diego Lara (1946-1990), quien se hab¨ªa iniciado en el dise?o editorial en la revista Poes¨ªa y con cubiertas de libros en la editorial Nostromo. Para sustituir a Lara se recurri¨® al pintor abstracto Jordi Teixidor, que inici¨® su relaci¨®n con la fundaci¨®n en este apartado con el cat¨¢logo de la exposici¨®n Pierre Bonnard (1983), y que contin¨²a todav¨ªa desempe?ando tal funci¨®n.
Ser¨ªa, evidentemente, demasiado largo detenerse en el comentario de todas esas exposiciones. ?nicamente mencionar¨¦ algunas, en lo que sin duda es una elecci¨®n subjetiva. Comenzando por la dedicada a Jean Dubuffet (1901-1985) y siguiendo por la que tuvo lugar entre octubre y diciembre de 1976 con obras de Alberto Giacometti (1901-1966). En el cat¨¢logo de esta muestra se reproduc¨ªa un art¨ªculo que Jean-Paul Sartre escribi¨® sobre Giacometti (un cl¨¢sico escribiendo sobre otro cl¨¢sico). En ¨¦l, el existencialista franc¨¦s daba muestras de su maestr¨ªa tanto en la percepci¨®n del alma humana y en los arcanos del arte, como para plasmar esa comprensi¨®n en palabras: "Una exposici¨®n de Giacometti es un pueblo. Esculpe unos hombres que se cruzan por una plaza sin verse; est¨¢n solos sin remedio y, no obstante, est¨¢n juntos: van a perderse para siempre, pero no podr¨ªan hacerlo si no se hubiesen buscado? Giacometti, ir¨®nico, desafiante, ceremonioso y tierno, ve en todas partes el vac¨ªo. No en todas partes, se podr¨¢ decir: hay objetos que se tocan? el vac¨ªo se hace presente aqu¨ª y all¨ª: cada criatura oculta su propio vac¨ªo. Giacometti ha llegado a ser escultor porque tiene la obsesi¨®n del vac¨ªo. Acerca de una de sus estatuillas ha llegado a decir: 'Soy yo, andando r¨¢pidamente en una calle envuelto por la lluvia'? Giacometti no trabaja ni para sus contempor¨¢neos ni para las generaciones futuras. Los muertos, por fin, reciben las esculturas que esperaban".
Despu¨¦s de la de Giacometti, en 1977, se organizaron otras magn¨ªficas exposiciones, como la de Arte USA, con obras de Calder, De Kooning, Lichtenstein, Pollock, Rothko y Warhol (cedidas por el marchante suizo Ernst Beyeler, que ayud¨® mucho a la fundaci¨®n aquellos a?os), y luego otra con pinturas y grabados de Marc Chagall (1887-1985), artista al que se le dedicar¨ªa a?os m¨¢s tarde (1999) otra muestra, Tradiciones jud¨ªas. Y entre septiembre y noviembre de aquel mismo a?o tuvo lugar una exposici¨®n, inolvidable por muy diversos motivos, dedicada a Pablo Picasso.
Por motivos bien conocidos -su militancia antifranquista y su pertenencia al Partido Comunista-, tanto Pablo Ruiz Picasso, el genial pintor, luz de la pintura del siglo XX, como su obra fueron extra?os en su patria en la larga era del r¨¦gimen franquista. No totalmente extra?os, habr¨ªa que a?adir para ser completamente rigurosos. Recordemos en este sentido, por ejemplo, que cuando en junio de 1959 Fernando Chueca Goitia inaugur¨®, como nuevo director, las salas permanentes del Museo Nacional de Arte Contempor¨¢neo, entre los m¨¢s de doscientos cuadros y casi una cincuentena de esculturas figuraban tres pinturas de Picasso, una de ellas, Mujer en azul, recuperada en 1954 por Enrique Lafuente Ferrari, entonces director del Museo Nacional de Arte del siglo XX, al no haber sido recogida por su autor despu¨¦s de haberla presentado a una Exposici¨®n Nacional a comienzos del siglo y no haber obtenido ning¨²n premio.
No obstante, la dimensi¨®n pol¨ªtica del artista ni se olvidaba ni desaparec¨ªa. La Espa?a que gobernaba el general Franco no era un hogar seguro para la obra de Picasso, como se hizo evidente en 1971, con ocasi¨®n de una exposici¨®n que una peque?a galer¨ªa madrile?a fundada en 1967 por Elvira Gonz¨¢lez, la Galer¨ªa Theo, de la calle del General Casta?os, organiz¨® una exposici¨®n para mostrar 26 estampas de la famosa Suite Vollard de Picasso, con el prop¨®sito a?adido de celebrar el noventa cumplea?os del artista malague?o. Estaba previsto que la exposici¨®n, que se inaugur¨® el 14 de octubre, se clausurara el 12 de noviembre. No pudo, sin embargo, llegar a esa fecha, ya que el 5 de noviembre fue objeto de un atentado, como resultado del cual fueron destrozados 24 grabados por un denominado "comando de lucha antimarxista" formado por siete j¨®venes. Dos grabados desaparecieron durante el asalto; uno fue devuelto por correo doblado en cuatro partes, sin sufrir m¨¢s desperfectos.
El d¨ªa 6, la polic¨ªa detuvo a los asaltantes. Fueron ingresados (salvo uno, menor de edad) en la prisi¨®n de Carabanchel y procesados por el Juzgado de Orden P¨²blico como "supuestos autores de un delito de des¨®rdenes p¨²blicos y otros da?os" (algunos de ellos fueron acusados tambi¨¦n del asalto que hab¨ªa sufrido la librer¨ªa Antonio Machado). El 21 de noviembre sal¨ªan en libertad provisional los dos ¨²ltimos que todav¨ªa permanec¨ªan en Carabanchel, mediante el dep¨®sito de una fianza de 15.000 pesetas. Tras aquel vand¨¢lico acto, Elvira Gonz¨¢lez denunci¨® a la polic¨ªa el asalto, poniendo, adem¨¢s, una demanda judicial. Sin embargo, no logr¨® ninguna decisi¨®n a su favor en el juicio que se celebr¨®. M¨¢s a¨²n, el seguro no cubri¨® los da?os, argumentando que se trataba de cuestiones pol¨ªticas, por lo que la propia galer¨ªa se hizo responsable de los pagos correspondientes.
Cuando la Fundaci¨®n March organiz¨®, entre septiembre y noviembre de 1977, una exposici¨®n de 31 obras de Picasso (la primera exposici¨®n realmente relevante de sus obras que ten¨ªa lugar en Espa?a) eran otros tiempos, efectivamente, pero aun as¨ª continuaban existiendo vestigios de un pasado que algunos se resist¨ªan a abandonar. As¨ª, en el n¨²mero del 17 de diciembre de 1977 de la revista Fuerza Nueva se public¨® un art¨ªculo en el que se le¨ªa: "Dada la ¨¦poca libertaria que nos apesta, la Cultura en el orden de los pinceles parece que s¨®lo gira en torno a un nombre: Picasso. Hasta la Fundaci¨®n March ha incurrido en el t¨®pico y el sectarismo, dedic¨¢ndole una exposici¨®n y una serie de conferencias, dignas de mejor causa. Porque ya es suficiente con la monserga de radios, peri¨®dicos y televisi¨®n en torno al cuadro Guernica, que piden que vuelva adonde nunca estuvo, olvidando que su autor dej¨® dicho que s¨®lo podr¨ªa venir, no volver, a Espa?a cuando ¨¦sta fuera Rep¨²blica. Aparte de la gracia que puede hacernos que venga un cuadro cuyo ¨²nico valor es haberse convertido en bandera ideol¨®gica o rompecabezas ideol¨®gico". Por otra parte, m¨¢s de un mensaje procedente de instancia oficiales se recibi¨® en la direcci¨®n de la fundaci¨®n desaconsejando la idea de semejante muestra. Sin embargo, la exposici¨®n tuvo lugar y durante los dos meses que estuvo abierta la visitaron 105.400 personas y se vendieron 7.300 cat¨¢logos.
En octubre-noviembre de 1978 le lleg¨® el turno a una exposici¨®n dedicada a Wassily Kandinsky (1866-1944), una de las figuras capitales de la pintura abstracta. Se exhibieron 54 obras suyas agrupadas bajo el t¨ªtulo: Kandinsky, 1923-1944. En la conferencia que pronunci¨® al inaugurar la exposici¨®n, el cr¨ªtico canario Eduardo Westerdahl, sabiamente se?al¨® que "Kandinsky empez¨® haciendo un progresivo desenfoque de la realidad visible hasta la p¨¦rdida del objeto, estableciendo su negaci¨®n total? ?l, junto con Picasso, ser¨ªan las figuras geniales de nuestro tiempo". El propio Kandinsky hab¨ªa explicado en t¨¦rminos no muy diferentes, en 1913, c¨®mo naci¨® su primera acuarela abstracta: "Llegaba a mi casa con la caja de pinturas despu¨¦s de realizar un estudio, y me encontraba todav¨ªa abstra¨ªdo y ensimismado en el trabajo que acababa de terminar, cuando de repente vi un cuadro de belleza indescriptible, impregnado de un brillo interior. Al principio me qued¨¦ paralizado, pero enseguida me dirig¨ª r¨¢pidamente hacia aquella misteriosa pintura, en la cual s¨®lo distingu¨ªa formas y colores, y cuyo tema era incomprensible. Pronto descubr¨ª la clave del enigma: era uno de mis lienzos puesto de lado y apoyado sobre la pared. Al d¨ªa siguiente trat¨¦ de revivir, a la luz matinal, la impresi¨®n que experimentara la v¨ªspera frente al cuadro. Pero s¨®lo lo logr¨¦ a medias; aun estando de costado, no dej¨¦ de reconocer los objetos, y faltaba el bello fulgor del crep¨²sculo. Ahora ya estaba seguro de que el objeto perjudicaba a mis pinturas".
En 1980, la fundaci¨®n acogi¨® exposiciones dedicadas a Robert Motherwell (1915-1991) y Henri Matisse (1869-1954). La de Motherwell pose¨ªa algunos rasgos que la hicieron cuando menos emocionante. Y es que aquella muestra fue m¨¢s all¨¢ del arte, penetrando en los alambicados universos de las emociones, en los detalles que representan hechos o historias de especial significaci¨®n, hechos o historias que, por una raz¨®n u otra, nos conmueven. Todo eso se dio en la exposici¨®n (abril-mayo) de 23 obras realizadas entre 1941 y 1979 -¨®leos, collages y acr¨ªlicos sobre tela y tabla, adem¨¢s de la edici¨®n de 21 aguatintas para poemas de Rafael Alberti- de Robert Motherwell, una de las figuras clave del expresionismo abstracto norteamericano y aglutinador de la denominada Escuela de Nueva York, que tanta importancia tuvo en el arte occidental durante las d¨¦cadas de 1950 y 1960. M¨¢s concretamente, el aspecto emocionante de aquella muestra ten¨ªa que ver con la importancia que para Motherwell tuvo Espa?a, un pa¨ªs en el que sus obras -que incluyen ¨®leos como Eleg¨ªa a la Rep¨²blica espa?ola, que se vuelve a exhibir en la exposici¨®n actual- estuvieron vetadas hasta la muerte del general Franco.
Andr¨¦s Amor¨®s, entonces director de actividades culturales de la fundaci¨®n, y Gustavo Torner viajaron a Nueva York para entrevistarse con Motherwell y convencerle de que permitiese y les ayudase con la exposici¨®n. Y lo lograron. En los archivos de la fundaci¨®n se conserva una carta del artista norteamericano a Amor¨®s fechada el 1 de junio de 1979, que contiene pasajes como los siguientes: "Comprendo muy bien que desee exponer solamente obras de la mayor calidad posible, algo que es tambi¨¦n mi deseo. Despu¨¦s de todo, yo considero a Joan Mir¨® como el pintor vivo m¨¢s grande, y Antonio T¨¤pies es mi pintor europeo posterior a la Segunda Guerra Mundial favorito: no desear¨ªa darle a usted una exposici¨®n que estos dos grandes artistas no pudiesen admirar".
En 1982 se expusieron ¨®leos, acuarelas y dibujos de Piet Mondrian (1872-1944), y el a?o siguiente, 92 obras del pintor neoyorquino Roy Lichtenstein (1970-1980), uno de los creadores del pop-art, entre ellas esa conmovedora Muchacha con l¨¢grima, que hoy podemos volver a contemplar. Aquel mismo a?o le lleg¨® el turno a Fernand L¨¦ger (1881-1955), considerado, junto a Matisse, Picasso y Mondrian, una de las figuras fundadoras del arte contempor¨¢neo. No deber¨ªamos olvidar tampoco la muestra dedicada en 1986 a Marx Ernst (1891-1976), del que Werner Spies escrib¨ªa en el cat¨¢logo: "El sarcasmo, el humor grotesco, la cr¨ªtica y, al lado de ello, la visionaria penetraci¨®n a trav¨¦s del mundo de las apariencias, distinguen a sus pinturas, dibujos, collages, frottages y esculturas".
El a?o de 1987 contempl¨® una exposici¨®n colectiva excepcional: Obras maestras del museo de Wuppertal: de Mar¨¦es a Picasso. Bonnard, C¨¦zanne, Chirico, Dal¨ª, Degas, Dix, Gauguin, Kandinsky, Kokoschka, L¨¦ger, Manet, Monet, Munch, Nolde, Picasso y Toulouse-Lautrec figuraban entre los artistas de aquella gloriosa exposici¨®n. Gran ¨¦xito alcanz¨® tambi¨¦n, a finales de aquel a?o, la exposici¨®n dedicada a Mark Rothko (1903-1970), el mismo que nos dej¨® estas palabras que ayudan a comprender algo del arte del siglo XX: "Las verdades de India, Egipto y Grecia perduraron siglos. En cuesti¨®n de arte nuestra sociedad ha sustituido el gusto por la verdad, lo encuentra m¨¢s divertido y le exige menos responsabilidad, y cambia de gusto como cambia de zapatos. Y aqu¨ª el artista, en la encrucijada entre la elecci¨®n y la diversidad, se lamenta a gritos".
En 1989, el pintor surrealista belga Ren¨¦ Magritte (1898-1967) protagoniz¨® otra exposici¨®n, tras la que lleg¨® (octubre de 1989-enero de 1990) la dedicada a Edward Hopper (1882-1967), el pintor que "tan maravillosamente plasm¨® la vida alienada del siglo veinte", como se se?alaba en el cat¨¢logo de la exposici¨®n, aunque tal vez ser¨ªa mejor decir: el pintor que nos mostr¨® con trazos rotundos y colores firmes la soledad humana. Sus cuadros, Habitaci¨®n de hotel (1931) o Gente tomando el sol (1960), son dos magn¨ªficos ejemplos en este sentido.
Y muchos m¨¢s: entre octubre de 1990 y enero de 1991, Andy Warhol (1928-1987), con una exposici¨®n (Coches); en 1991, Monet en Giverny; en 1992, 76 obras del artista ingl¨¦s, radicado en Californa, David Hockney (1937); en 1993, Arte expresionista alem¨¢n, con obras del Museo Br¨¹cke de Berl¨ªn (el grupo Br¨¹cke fue fundado en Dresde en 1905 por los artistas Fritz Bleyl, Ernst Ludwig Kirchner, Erich Heckel y Kart Schmidt-Rottluff, logrando un estilo propio, el expresionismo; el grupo se disolvi¨® oficialmente el 27 de mayo de 1913).
Aunque s¨®lo fuese por una de las exposiciones que se celebraron aquel a?o, merecer¨ªa la pena recordar 1995, cuando la Fundaci¨®n March honr¨® a ese tr¨ªo m¨¢gico sin cuya obra viajar hoy a Viena, con sus dos espl¨¦ndidos museos, el Belvedere y el Leopold (sin olvidar el edificio de la "Secesi¨®n", que alberga el fresco que Klimt dedic¨® a Beethoven, y en cuya fachada se puede leer esa maravillosa frase: "Der Zeit ihre Kunst, der Kunst ihre Freiheit", "A cada tiempo su arte, al arte su libertad"), ser¨ªa mucho menos interesante. Klimt, Kokoschka, Schiele. Un sue?o vien¨¦s (1898-1918) se titul¨® aquella muestra, que inclu¨ªa Ad¨¢n y Eva, de Klimt, que vuelve ahora a Madrid. A finales de 1996 lleg¨® el siempre bienvenido Toulouse-Lautrec. De Albi y de otras colecciones, que admiraron 240.758 personas (a la de los artistas vieneses fueron 135.800); en 1997, Emil Nolde (1867-1956), Naturaleza y religi¨®n, en la que se mostraron 39 ¨®leos y 23 acuarelas de este pintor alem¨¢n; en 1998, Paul Delvaux (1897-1994), el surrealista artista belga (aunque ¨¦l se calificaba a s¨ª mismo como un "naturalista", un pintor de la realidad); en 2002, Georgia O'Keeffe (1887-1986), con sus deslumbrantes, henchidas de color y de alegr¨ªa, Naturalezas ¨ªntimas, y Turner y el mar. Acuarelas de la Tate; y en 2005, Antonio Saura (1930-1998), con Damas. Hasta esta ¨²ltima exposici¨®n, el total de visitantes a las exposiciones organizadas fue de 3.938.196 personas.
Salvo Picasso, Juan Gris, Salvador Dal¨ª, Julio Gonz¨¢lez y Joan Mir¨®, los artistas cuyas obras se exponen en la muestra retrospectiva que ha organizado la Fundaci¨®n March para celebrar su medio siglo de existencia son extranjeros. Esto no quiere decir, sin embargo, que la instituci¨®n de la calle de Castell¨® no se haya ocupado del arte hispano. Todo lo contrario, puesto que ya la primera exposici¨®n estuvo dedicada a artistas espa?oles. Tras ella se celebraron seis m¨¢s dedicadas a obras de becarios (la ¨²ltima tuvo lugar en 1983).
Antes de que ¨¦stas terminasen, la fundaci¨®n organiz¨® exposiciones de artistas espa?oles (normalmente, con fondos propios) como: Goya, grabados (Caprichos, Desastres, Disparates y Tauromaquia) (1979) y Pintura abstracta espa?ola, 60-70 (1982). A partir de entonces, y pronto con dos museos propios m¨¢s: el Museo de Arte Abstracto Espa?ol de Cuenca, creado en una de las maravillosas Casas Colgadas por Fernando Z¨®bel en 1966 y que ¨¦ste cedi¨® a la Fundaci¨®n March en 1980, y el Museu d'Art Espanyol Contemporani de Palma de Mallorca, llegaron otras muestras. El Paso despu¨¦s de El Paso, el grupo creado en 1957 del que formaban parte Canogar, Chirino, Feito, Franc¨¦s, Millares, Rivera, Saura, Serrano, Su¨¢rez y Viola, protagoniz¨® una de las muestras en las salas de Castell¨®, y no hay que olvidar las exhibiciones de Z¨®bel (1994 y 1999), Millares (1996), Guerrero (1998), Barcel¨® (1999), Lucio Mu?oz (2000 y 2003), Sempere (2000), Saura (2002 y 2005), Momp¨® (2002), Rivera (2002), Chillida (2003), Rueda (2003), Esteban Vicente (2003) y Gordillo (2004), que con frecuencia ten¨ªan lugar en Cuenca, que de esta manera puede aspirar con argumentos al t¨ªtulo de capital del arte abstracto espa?ol contempor¨¢neo.
Si es verdad que se cumple la m¨¢xima secesionista vienesa, "A cada tiempo su arte, al arte su libertad", la Fundaci¨®n Juan March ha contribuido a que Espa?a sea un pa¨ªs m¨¢s libre.
'Celebraci¨®n del Arte. Medio siglo de la Fundaci¨®n Juan March' se inaugura el d¨ªa 7 en la sede de la fundaci¨®n, Castell¨®, 77. Madrid. El libro '50 a?os de la cultura en Espa?a: la Fundaci¨®n Juan March, 1955-2005', de Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron, lo publica la editorial Cr¨ªtica.
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