Babas
Aparece estos d¨ªas en la prensa regional de Almer¨ªa un anuncio institucional, firmado por el Ayuntamiento y por APRAM-Almer¨ªa, que dice: "La prostituci¨®n atenta contra derechos fundamentales de miles de mujeres y ni?as en todo el mundo. Y existe porque T? pagas. Campa?a para la prevenci¨®n de la prostituci¨®n, dirigida al cliente". La acusaci¨®n, no hace falta decirlo, se dirige a los clientes masculinos de prostituci¨®n femenina. Y por si cupiera alguna duda, se estampa el rostro de cinco hombres culpables sobre la imagen desva¨ªda de una mujer inocente. Hasta aqu¨ª el anuncio.
Supongamos por un momento que la cosa hace efecto y que de la noche a la ma?ana (o m¨¢s bien al contrario) los casi dos millones de clientes espa?oles que diariamente requieren los servicios de alguna prostituta dejan de hacerlo. Imagin¨¦moslo. La prostituci¨®n desaparece, obviamente. Pero el problema de fondo, la causa econ¨®mica por la que legiones de mujeres se ven obligadas en todo el mundo a vender lo ¨²nico que tienen permanece intacta. Claro, los firmantes del anuncio no quieren ir tan lejos. Aunque hablan de pagar, no est¨¢n interesados en las relaciones econ¨®micas que fuerzan la prostituci¨®n. A ellos s¨®lo parecen molestarles las relaciones sexuales. Pero si el anuncio consiguiera su prop¨®sito, la desesperaci¨®n de estas mujeres seguir¨ªa siendo la misma, sus dificultades para encontrar trabajo, id¨¦nticas; tendr¨ªan el mismo n¨²mero de hijos hambrientos en los mismos pa¨ªses lejanos; y las m¨¢s afortunadas tendr¨ªan que seguir pagando los mismos intereses y el mismo capital pendiente de sus malditas hipotecas. Eso s¨ª: la exquisita sensibilidad de los firmantes del anuncio ya no se ver¨ªa ofendida nunca m¨¢s por el s¨®rdido espect¨¢culo que dan siempre las putas en la calle. El problema de la prostituci¨®n estar¨ªa oficialmente resuelto.
Ayer los vecinos las ahuyentaban de los barrios ("?Fuera putas!", se le¨ªa hace unos a?os en las paredes del barrio del Zapillo, donde ya no trabajan), ahora el Ayuntamiento quiere ahuyentar a los varones que las contratan. Pero un Ayuntamiento deber¨ªa acusar menos y ayudar m¨¢s a las mujeres que lo necesitan para que ninguna de ellas se vea obligada a hacer lo que no quiere. Nadie se prostituye por voluntad propia, ya lo s¨¦. Aunque luego est¨¢n esas pijitas, muchas de ellas famosas o famosillas, que piden verdaderas fortunas por sus servicios y que dif¨ªcilmente encajan en el perfil de mujer explotada. Nadie trabaja por gusto. Ni las actrices porno. Ni los actores. Y nos estamos olvidando aqu¨ª de "Eduardo, brasile?o, guapo, supervicioso, puro placer, cari?oso, dotado", que se anuncia unas p¨¢ginas m¨¢s adelante, en el mismo peri¨®dico donde leo el anuncio-cruzada del Ayuntamiento.
No, la prostituci¨®n en s¨ª no es indigna. Lo que atenta contra los derechos fundamentales de miles de mujeres y ni?as de todo el mundo es tenerla que ejercer a la fuerza, obligadas por la pobreza. Ese es el origen de las mafias y del tr¨¢fico de mujeres. De la esclavitud. Y entonces s¨ª: a la explotaci¨®n laboral que sufren todos los trabajadores ilegales se a?ade en el caso de las prostitutas forzadas la asquerosa humillaci¨®n de las babas.
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