El parque G¨¹ell, patrimonio de la humanidad, sufre un notable deterioro
Las 17 hect¨¢reas de la monta?a reciben cada a?o m¨¢s de cuatro millones de visitantesEl Ayuntamiento niega la posibilidad de que Parques y Jardines sea privatizado
Deterioro, anacronismos y destrozos en el parque G¨¹ell, una de las obras se?eras del arquitecto Antoni Gaud¨ª y patrimonio de la humanidad. Son las consecuencias de la descoordinaci¨®n de los organismos de la Administraci¨®n local implicados en la gesti¨®n de las 17 hect¨¢reas del parque, y de la acci¨®n inc¨ªvica de los millones de turistas que cada a?o pasan por la monta?a sobre las plantas y construcciones. No hay datos oficiales, pero las aproximaciones al fen¨®meno se?alan que el parque G¨¹ell de Barcelona recibe cada a?o m¨¢s de cuatro millones de visitas, la mayor¨ªa de turistas.
"Precio de establecimiento de llamada: 20 pesetas, precio por minuto: 30 pesetas", reza un letrero del Ayuntamiento de Barcelona colocado en la entrada principal del parque: es la tarifa de un sistema telef¨®nico de gu¨ªa para visitar el recinto. El anacronismo del letrero, no s¨®lo por el detalle de que las pesetas dejaron de circular hace casi cuatro a?os, muestra la descoordinaci¨®n de las ¨¢reas del consistorio que intervienen en la gesti¨®n del parque: el Instituto de Parques y Jardines, el Instituto de Cultura de Barcelona y el ?rea de Urbanismo. Y la misma descoordinaci¨®n se aprecia en el estado del parque, declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, ya que sufre un deterioro progresivo por la invasi¨®n de millones de visitantes al a?o.
A los turistas que pasan por el parque G¨¹ell no les causa rubor desconchar con un cuchillo o cualquier objeto punzante los mosaicos del banco de la gran plaza o arrancar plantas. Hace dos a?os, unos gamberros tuvieron la idea de hacer rodar una de las grandes bolas de piedra por la escalinata central del parque. La bola impact¨® contra el drag¨®n, imagen simb¨®lica del parque, y le rompi¨® parte de una de las patas.
Otro tipo de visitante, m¨¢s bien aut¨®ctono, lo debe de pasar en grande escalando en una de las cuevas de la entrada, junto a la escalinata, en cuyas piedras queda la huella visible de las sales de magnesio que se utilizan para trepar por las piedras. El top manta se adue?¨® de la gran plaza hasta hace s¨®lo un par de meses. Los visitantes se encaraman por el drag¨®n constantemente. Son ejemplos de la presi¨®n de las visitas sobre el recinto.
El deterioro es reconocido por los trabajadores del parque y por alg¨²n responsable municipal. El parque G¨¹ell tiene la doble condici¨®n de gran bosque urbano, utilizado por los vecinos de Gr¨¤cia y del Carmel, y de joya de Gaud¨ª, que, como tal, atrae a miles de visitantes, especialmente desde los Juegos Ol¨ªmpicos y, de una forma m¨¢s acentuada, desde el A?o Gaud¨ª, en 2002.Un control de visitantes realizado hace tres a?os ofreci¨® la cifra de 18.000 visitas diarias en temporada alta. Y se cree que ese n¨²mero puede ser completamente vigente en la actualidad. Teniendo en cuenta que la temporada alta va de mayo a septiembre y que fuera de ella el n¨²mero de visitas cae a la mitad, el resultado es que el parque puede ser visitado por m¨¢s de cuatro millones de personas al a?o. "El parque tiene una ocupaci¨®n brutal", reconoce Jordi Campillo, gerente del Instituto de Parques y Jardines, encargado de gestionar el espacio f¨ªsico de la monta?a.
Cada d¨ªa una brigada compuesta por 10 personas de Parques y Jardines tiene que controlar las plantas y las sendas, y vac¨ªa las papeleras, y las rondas que se duplican los fines de semana. "Creemos que es una operaci¨®n importante", insiste Campillo, que, no obstante, reconoce que la masiva asistencia de visitantes castiga el parque. De hecho, en 2006 se someter¨¢ a rehabilitaci¨®n, especialmente el conjunto de masa forestal, las vallas y la iluminaci¨®n.
Los dos vigilantes, que trabajan en d¨ªas alternos, y un voluntario jubilado son a todas luces insuficientes para reconvenir a los visitantes que se exceden. "Yo utilizo el silbato cuando veo seg¨²n qu¨¦ cosas, pero claro...", explica Juli, voluntario de 76 a?os, "No puedo hacer m¨¢s", precisa. Las patrullas de agentes de la Guardia Urbana y de los Mossos d'Esquadra tambi¨¦n parecen insuficientes.
El pasado jueves, la presencia de una pareja de los Mossos d'Esquadra en la puerta principal del parque no intimid¨® a un grupo de j¨®venes que se encaramaban y pisaban las piezas de mosaico del drag¨®n. "Dos vigilantes no es nada en una extensi¨®n de 17 hect¨¢reas", se?ala Manel Barranco, sindicalista de Comisiones Obreras de Parques y Jardines, un instituto municipal sobre el que circulan rumores de una posible privatizaci¨®n. Comentarios que, por otra parte, tambi¨¦n han llegado a o¨ªdos del sector tur¨ªstico.
Cobrar entrada
Esa posibilidad es negada tajantemente por todas las fuentes consultadas en el consistorio, que interviene en el parque desde tres ¨¢reas distintas: el Instituto de Cultura, del que depende el centro de interpretaci¨®n del parque G¨¹ell; Urbanismo, porque la monta?a forma parte del patrimonio de la ciudad, y el Instituto de Parques y Jardines, como encargado de la gesti¨®n de las instalaciones y del ¨¢rea.
"Nada de privatizar. Otra cosa es que se pueda plantear alg¨²n tipo de regulaci¨®n", afirma Ferran Mascarell, concejal de Cultura del consistorio. Regular significa cobrar entrada. Y esa posibilidad ha estado sobre la mesa de algunos responsables municipales. Como lo estuvo, y se ejecut¨®, en el caso del parque del Laberint d'Horta, donde el visitante paga 1,95 euros, si bien hay multitud de excepciones de gratuidad. "Es algo que se coment¨® hace un tiempo", recuerdan fuentes de la gerencia de Parques y Jardines. Portavoces del consistorio negaron que actualmente se est¨¦ trabajando con esa hip¨®tesis, pero tampoco la descartan.
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