La valla no basta

La valla fronteriza de Melilla fue la madrugada del lunes nuevamente escenario de otro masivo intento de asalto de inmigrantes clandestinos subsaharianos. Esta vez incluso superior al de d¨ªas atr¨¢s: cerca de 700, de los que lograron entrar en Espa?a unos 300. Lo m¨¢s notable es que se produjo en una de las zonas donde la alambrada se ha elevado hasta seis metros. Los asaltantes iban provistos, como de costumbre, de las rudimentarias escaleras ya conocidas, aunque no se sirvieron de ellas. Cortaron la malla y, con palos, piedras y hasta mordiscos, se abalanzaron, con una ferocidad fruto de la desesperaci¨®n, contra los agentes de la Guardia Civil en busca de El Dorado espa?ol. Afortunadamente, esta vez no hubo muertos, pero nadie puede pronosticar que no los haya cuando vuelvan a intentarlo.

Resultaba ingenuo creer que la cumbre hispano-marroqu¨ª del pasado 29 de septiembre en Sevilla fuera a desactivar una situaci¨®n algo m¨¢s que coyuntural (derivada del descenso del n¨²mero de pateras) y que no puede ser resuelta s¨®lo con buenas palabras por parte de Rabat, de algunas cataplasmas dinerarias de Madrid y, menos a¨²n, con arriesgadas y pol¨¦micas decisiones como la del traslado de m¨¢s de 600 soldados, no adiestrados en pr¨¢cticas antidisturbios, para reforzar la labor de la Guardia Civil y que permanecer¨¢n en las fronteras de Ceuta y Melilla durante un tiempo indefinido. Ni el mayor despliegue de fuerzas espa?olas ni la llegada de otros 1.600 gendarmes marroqu¨ªes han disuadido a la masa de desesperados.

El problema rebasa lo puramente bilateral. As¨ª parece haberlo comprendido Zapatero al solicitar ayuda a la UE para que env¨ªe urgentemente una misi¨®n a Marruecos con el fin de se?alar, en cooperaci¨®n con las autoridades de ese pa¨ªs, ¨¢reas concretas de actuaci¨®n. La frontera argelino-marroqu¨ª es un coladero del que Rabat se queja con raz¨®n y que exigir¨ªa una presi¨®n de la UE sobre Argel. No es cuesti¨®n de dudar de la sinceridad del primer ministro marroqu¨ª, Driss Jettu, cuando declara que tiene el mismo inter¨¦s que Espa?a en controlar el flujo de clandestinos, pero es hora de que cumpla lo estipulado en el convenio bilateral firmado con Madrid en 1992 sobre repatriaci¨®n de indocumentados y ataje las connivencias de parte de su Administraci¨®n con las mafias. Tambi¨¦n merece una reflexi¨®n la norma que asigna a los asaltantes un certificado de expulsi¨®n que nunca se ejecuta. De Bruselas hay que esperar, por ¨²ltimo, que no haya m¨¢s dilaciones en la firma del acuerdo de readmisi¨®n de inmigrantes irregulares con Marruecos que se negocia desde hace dos a?os. No solucionar¨¢ del todo el asunto, pero al menos lo encauzar¨¢ con m¨¢s sensatez.