Guant¨¢namo, contado en directo
El antiguo capell¨¢n musulm¨¢n de la base denuncia el trato a los detenidos
El libro Por Dios y por la patria. La fe y el patriotismo bajo el fuego da una visi¨®n nada favorecedora de lo que, a espaldas del mundo y los convenios internacionales de derechos humanos, sucede en la base militar estadounidense de Guant¨¢namo a cada hora. James Yee, antiguo capell¨¢n musulm¨¢n castrense de la base, asegura en su libro de pr¨®xima aparici¨®n que las autoridades militares norteamericanas eran conscientes de que se estaba creando una atm¨®sfera en la que los guardianes se sent¨ªan libres para abusar de los detenidos, seg¨²n informaba ayer The New York Times.
A sus 37 a?os, Yee es ya un ex capit¨¢n de la Armada de EE UU que se gradu¨® en West Point en 1990. Se convirti¨® al islam a mediados de esa d¨¦cada y abandon¨® el Ej¨¦rcito. Pero volver¨ªa a servir en sus filas poco m¨¢s tarde, en esta ocasi¨®n sirviendo como capell¨¢n. En el a?o 2003, cuando ejerc¨ªa su labor religiosa hacia los prisioneros musulmanes de la base militar de Guant¨¢namo se lanzaron sobre ¨¦l acusaciones de espionaje. Fue arrestado por ello y finalmente liberado para verg¨¹enza del Pent¨¢gono, cuando se supo que no hab¨ªa base ninguna para el caso. Su persecuci¨®n sigui¨®, y poco despu¨¦s tuvo que defenderse de acusaciones de adulterio y posesi¨®n de material pornogr¨¢fico. Por esto ¨²ltimo fue licenciado del Ej¨¦rcito con deshonor. Pero estas acusaciones tambi¨¦n fueron posteriormente revocadas.
En su libro, Yee denuncia que en la base se "promov¨ªa regularmente la ira hacia los prisioneros"
Yee ya no pertenece al Ej¨¦rcito. Pero sent¨ªa que le deb¨ªa algo a los m¨¢s de 500 prisioneros enjaulados en celdas infra-humanas en el ilegal campo de detenci¨®n de la base militar de Guant¨¢namo. En su libro -que se pondr¨¢ a la venta esta semana en EE UU-, Yee relata que el general Geoffrey D. Miller, al mando de la prisi¨®n en la ¨¦poca en la que Yee serv¨ªa como capell¨¢n, "promov¨ªa regularmente la ira hacia los prisioneros". Yee escribe que cuando el general Miller visitaba el centro de detenci¨®n recordaba con fiereza a los guardianes: "La guerra contin¨²a". Esta frase y otras de similar contenido, manifiesta Yee en el libro, eran dise?adas para dejar claro a los carceleros que operaban en un ambiente de combate donde se daba por supuesto que las leyes que protegen a cualquier detenido eran m¨¢s que flexibles y que cualquier acto en el que a alguien se le fuera la mano ser¨ªa pasado por alto.
"Los soldados saben que cuando se est¨¢ en guerra existe una considerable flexibilidad en la aplicaci¨®n de las normas", dice Yee en el Times. "Y los mandos [incluyendo al general Miller] quer¨ªan colocar a la tropa en ese estado de ¨¢nimo". James Yee define al general Miller como un hombre en constante estado de venganza. Y asegura que el mando le confes¨® que se sent¨ªa lleno de c¨®lera por la p¨¦rdida de sus amigos militares, que murieron v¨ªctimas del ataque del 11 de septiembre de 2001 contra el Pent¨¢gono. Miller ya no est¨¢ en Gitmo, como llaman los militares a la base naval de su pa¨ªs en Cuba. Ahora luce sus galones en el Pent¨¢gono.
En el libro se recoge c¨®mo a los guardianes se les recordaba a cada momento el 11-S. Y c¨®mo se vengaban o tomaban represalias contra los presos musulmanes cada vez que ten¨ªan ocasi¨®n. "En algunos casos, los castigos eran f¨ªsicos; en otros se utilizaba la coacci¨®n psicol¨®gica", puntualiza Yee. Una de las t¨¢cticas empleadas para sacar de quicio a los detenidos era hacerles salir de sus espacios de reclusi¨®n "al asalto". Una patrulla en traje de combate les avasallaba f¨ªsicamente y les hac¨ªa salir de las celdas. El ex militar Yee considera que esta operaci¨®n a veces era necesaria para controlar a los prisioneros m¨¢s rebeldes, pero cree que lleg¨® un momento en que se utilizaba en Guant¨¢namo de manera tan frecuente que el ¨²nico fin era irritar y enfurecer a los detenidos. "De manera repetida supe de casos en los que los reos eran golpeados o humillados durante las sesiones de interrogatorio", recuerda.
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