Pol¨ªticos en paro
El Congreso aprob¨® ayer por unanimidad una proposici¨®n de ley que extiende la protecci¨®n por desempleo a los cargos p¨²blicos y dirigentes sindicales que dejen de serlo contra su voluntad; por perder unas elecciones, por ejemplo. La medida se limita a equiparar con los trabajadores por cuenta ajena a los alcaldes y concejales con dedicaci¨®n plena retribuida, a los altos cargos de las administraciones p¨²blicas que no sean funcionarios y a los cargos sindicales que ejerzan funciones de direcci¨®n y cobren por ello.
Aunque la unanimidad de la votaci¨®n se presta al sarcasmo, la medida es una consecuencia l¨®gica de la profesionalizaci¨®n de la pol¨ªtica, sin la que s¨®lo podr¨ªan dedicarse a esa ocupaci¨®n, como en la Espa?a de la restauraci¨®n, los caballeros con rentas y los funcionarios, que tienen el puesto garantizado de por vida. Lo votado ayer es, por tanto, un efecto de la democratizaci¨®n de la actividad pol¨ªtica.
Existen desde hace a?os normas que garantizan a determinados altos cargos que dejan de serlo indemnizaciones compensatorias, tanto en la Administraci¨®n central como en las auton¨®micas: las famosas cesant¨ªas. El resto del personal pol¨ªtico (y sindical) con cargo retribuido, incluyendo a gran parte de los 75.000 concejales y alcaldes que hay en Espa?a, no ten¨ªa derecho a cobrar el paro cuando perd¨ªa el puesto. Y ello a pesar de que est¨¢n incluidos expresamente en el ¨¢mbito de aplicaci¨®n del R¨¦gimen General de la Seguridad Social. Hab¨ªa una cierta incoherencia en esa exclusi¨®n, y ahora se ha corregido. En adelante, esos pol¨ªticos (y las instituciones en las que ejercen) tendr¨¢n que pagar las cotizaciones del desempleo y tendr¨¢n derecho a cobrar si se quedan en paro.
La distinci¨®n establecida por Max Weber entre los que viven para la pol¨ªtica y los que viven de ella ha perdido gran parte de su sentido. Aunque exista un impulso inicial vocacional y altruista, la pol¨ªtica es hoy un oficio especializado. Hablar de pol¨ªticos profesionales no implica necesariamente un reproche: muchas desgracias p¨²blicas provienen de iniciativas de pol¨ªticos ocasionales o aficionados.
Sin embargo, el exceso de profesionalizaci¨®n tambi¨¦n tiene efectos contraproducentes: pol¨ªticos que nunca han tenido que enfrentarse a los problemas corrientes de la gente -como buscar empleo-, y cuya vida privada y hasta los afectos est¨¢n condicionados por la endogamia partidista. Eso tambi¨¦n empobrece la funci¨®n representativa de la pol¨ªtica. Pero no se solucionar¨ªa, sino tal vez lo contrario, haci¨¦ndoles m¨¢s dependientes del partido si saben que no cobrar¨¢n el paro si pierden el puesto.
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