Cicatrices, chicas y balas sobre fondo negro
SANGRE, SEXO, CRIMEN, venganza, traici¨®n y corrupci¨®n. Excesivo y brutal para unos; novedoso e interesante para otros, el filme Sin City. Ciudad del pecado (Sin City, 2005), de Frank Miller y Robert Rodr¨ªguez, no deja indiferente. Mantiene la negrura, crudeza y violencia del c¨®mic original en tres historias de la serie hom¨®nima (1991), obra maestra del g¨¦nero negro, del veterano Miller: El duro adi¨®s, La gran masacre y Ese cobarde bastardo.
Sobre un fondo negro, salpicado con vestidos rojos, cabellos rubios y sangre amarilla (nada de roja ni azul, la sangre de algunos malos es as¨ª), se arrastran polic¨ªas corruptos, mujeres de curvas vertiginosas, clero pervertido, psic¨®patas, matones y eternos perdedores, personajes tan negros como su alma si es que alguna vez la tuvieron. Por las sombr¨ªas callejas de esa s¨®rdida y violenta ciudad, mucho m¨¢s oscura que la batmaniana Gotham City, uno puede encontrarse cualquier cosa. Por ah¨ª deambula Marv (Mikey Rourke), un Conan con gabardina, seg¨²n su creador, hilo central de las historias. Un ser con un c¨®digo de honor primitivo y bestial que camina hacia su autodestrucci¨®n. Sin pasado ni futuro: "Siempre se me dieron bien los rompecabezas. En el colegio estaba aquel chaval, Chuck se llamaba. Era retrasado mental. Me ve¨ªa poner las piezas, y yo lo adoraba porque era la ¨²nica persona que he conocido lo bastante tonta como para pensar que yo era un genio".
Acusado del asesinato de la bella Goldie destapar¨¢ una trama de corrupci¨®n. Como en el filme no hay m¨¢s eventos dignos de an¨¢lisis que los saltos y carreras inveros¨ªmiles que efect¨²an los protagonistas, t¨ªpicos en el mundo del c¨®mic, nos centraremos en aspectos m¨¦dicos relacionados con los efectos de las palizas y peleas. En el brutal interrogatorio que sufre Marv a manos de Wendy y sus chicas, vemos aparecer y desaparecer la sangre de su rostro tras los golpes. Un error de continuidad.
Tras una contusi¨®n (bien sea un pu?etazo encajado o una golpe con un objeto duro) se forma bajo la piel del agredido o accidentado una bolsa de sangre procedente de la rotura de los peque?os capilares de la zona del impacto. Seg¨²n la cantidad de sangre liberada, se denomina hematoma o cardenal. En esta lesi¨®n que no altera la integridad de la piel, la energ¨ªa del impacto es absorbida por las partes blandas (epidermis, dermis, tejido subcut¨¢neo, m¨²sculos y v¨ªsceras) a diferencia de la fractura que afecta a los huesos. Los vasos sangu¨ªneos da?ados se reparan gracias a un proceso denominado hemostasis, en el que las plaquetas o trombocitos, los componentes celulares de la sangre m¨¢s peque?os, tienen un papel capital.
Si el golpe (traumatismo) es m¨¢s contundente o el objeto es penetrante, la piel (o la parte interna del cuerpo) puede desgarrarse, los tejidos se separan y la sangre sale al exterior. Aparece una herida. ?stas se clasifican seg¨²n el instrumento que las produce en incisas (objeto cortante), punzantes (objeto de punta estrecha), etc¨¦tera. Y, seg¨²n la profundidad, en superficiales (cuando no hay destrucci¨®n del tejido interno), profundas, penetrantes y perforantes.
Las heridas llegan a curarse gracias a la formaci¨®n de tejido fibroso que constituye una cicatriz. Hasta aqu¨ª la realidad. La ficci¨®n es otra cosa: al protagonista, por muy magullado que est¨¦, no puede dej¨¢rsele de ver la cara, aunque ya est¨¦ tan cuarteada de antemano como la de Marv. Algo similar le ocurre a Dwight, aliado del ej¨¦rcito de prostitutas que defienden sus dominios en el Barrio Viejo. Tras ser arrojado a una poza de alquitr¨¢n, aflora con su cabeza sospechosamente limpia. Con lo pegajosa que es esta sustancia, la escena est¨¢ fuera de lugar. As¨ª la prestancia del personaje queda a salvo. Esto recuerda a aquellos protagonistas que nunca se despeinan no importa la acci¨®n que hayan llevado a cabo. Y lo r¨¢pido que se secan tras aparecer completamente empapados instantes antes.
En otra imagen, el malherido detective Hartigan (Bruce Willis) yace en el hospital mientras se oye el funcionamiento de un respirador mec¨¢nico. Sin embargo, el rudo detective no est¨¢ intubado y se le suministra ox¨ªgeno por una c¨¢nula nasal. O la maquinaria hospitalaria de Sin City es ruidosa y arcaica o algo no concuerda. Tras reponerse y antes de ser recluido en una celda recibe una monumental paliza (con los saludos del corrupto senador Roark). Una aparatosa herida surca su mejilla. En un visto y no visto, en la siguiente escena ha desaparecido. Sin City, un lugar que evitar...
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