800 bioinform¨¢ticos analizan en Madrid lo aprendido sobre el 'libro de la vida'
El genoma humano tiene unos tres mil millones de letras, con las que se escriben los genes. Esa ingente cantidad de informaci¨®n no hace sino crecer y no podr¨ªa gestionarse sin la ayuda de potentes computadores.
Unos 800 expertos de todo el mundo en biolog¨ªa computacional se reunieron la semana pasada en Madrid para analizar cu¨¢nto se ha avanzado en la tarea de extraer informaci¨®n del libro de la vida de los organismos, el genoma. En lo que respecta al humano, la conclusi¨®n de momento podr¨ªa expresarse como 'genoma 1, bi¨®logos 0,5': a pesar de lo mucho que se ha avanzado, la informaci¨®n contenida en el ADN humano est¨¢ demostrando ser mucho m¨¢s compleja de analizar de lo que se esperaba.
En febrero de 2001, cuando los cient¨ªficos acabaron -y publicaron- la secuencia casi completa del genoma humano, la revista cient¨ªfica Nature pregunt¨® a todos los bi¨®logos en el titular de un reportaje: "?Est¨¢is preparados para la revoluci¨®n?". Hac¨ªa referencia a la bioinform¨¢tica, al hecho de que, a medida que se secuenciaban los genomas de m¨¢s y m¨¢s organismos, las computadoras se convert¨ªan en una herramienta absolutamente indispensable para entender la informaci¨®n almacenada en ellos.
La biolog¨ªa iniciaba una estrecha dependencia con los ordenadores, y para los investigadores el mensaje era claro: subirse al nuevo carro de la bioinform¨¢tica, o... morir -al menos en lo que a investigaci¨®n de ¨¦lite se refiere-. "O bien usas los nuevos m¨¦todos en todos los aspectos de tu trabajo, o sigues a tu ritmo habitual y te quedas atr¨¢s", declar¨® a Nature el director del Centro para el An¨¢lisis de Secuencias Biol¨®gicas en Dinamarca.
Los resultados de Conferencia Europea de Biolog¨ªa Computacional la pasada semana en Madrid confirman que la profec¨ªa no andaba descaminada. Ah¨ª fuera hay un mont¨®n de grupos de investigaci¨®n secuenciando genomas a toda velocidad, descodificando las mol¨¦culas de ADN de un mont¨®n de organismos, de forma que queden convertidos en largu¨ªsimas listas de cuatro letras (A, T, C, G) llamadas bases.
Miles de millones de letras
A modo de referencia, el genoma humano tiene unas tres mil millones de estas letras -con las que se escriben los genes, que a su vez ordenan la s¨ªntesis de las prote¨ªnas de que estamos hechos-. Esa ingente cantidad de informaci¨®n no hace sino crecer, y no podr¨ªa gestionarse sin la ayuda de potentes computadores.
El pasado agosto, coincidiendo con la publicaci¨®n del genoma del chimpanc¨¦, las tres principales bases de datos de secuencias, interconectadas entre s¨ª, superaron las 100.000 millones de letras almacenadas. Es informaci¨®n perteneciente a al menos 200.000 genomas de organismos distintos, de los que 1.500 han sido secuenciados completamente, o casi. Hay millares de virus; varios cientos de bacterias; los genomas de los organismos m¨¢s usados en los laboratorios, como la planta Arabidopsis thaliana, el gusano Caenorhabditis elegans, la mosca Drosophila melanogaster o el rat¨®n; y por supuesto el humano, el del chimpanc¨¦, el del pollo e incluso el del perro.
Pero el papel de la bioinform¨¢tica no acaba en las bases de datos. La secuenciaci¨®n de un genoma es s¨®lo el principio del trabajo. Una vez completada la secuencia hay que tratar de entender la informaci¨®n que contiene: buscar los genes, saber de qu¨¦ prote¨ªnas ordenan la s¨ªntesis, averiguar qu¨¦ funci¨®n tienen estas prote¨ªnas en el organismo. Tareas que ser¨ªan imposibles sin los computadores.
La actual era de la gen¨®mica, por tanto, ser¨ªa impensable sin la bioinform¨¢tica. Pero es que adem¨¢s lo mostrado en el congreso indica que, incluso con la ayuda de los ordenadores, los bi¨®logos del siglo XXI est¨¢n un tanto desbordados. Los hallazgos de los ¨²ltimos a?os "han cambiado tanto el panorama de la biolog¨ªa que ahora el problema real es entenderla", se?ala Alfonso Valencia, director del Instituto Nacional de Bioinform¨¢tica. "Hay conceptos que estaban muy claros que ahora nos estamos replanteando. La sensaci¨®n de desaf¨ªo es enorme".
Parte del problema es cuantitativo. Por ejemplo, hay secuenciados fragmentos enteros de genomas que han sido colocados en las bases de datos -a los que se accede por Red- a la espera de que alg¨²n grupo tenga tiempo de ensamblarlos (para secuenciar un genoma es m¨¢s r¨¢pido hacerlo por pedazos y despu¨¦s unir las piezas, como en un rompecabezas). "El ritmo al que se produce la informaci¨®n es m¨¢s alto que nuestra capacidad para trabajar con ella", dice Valencia.
Otro aspecto crucial, que trae a los bi¨®logos de cabeza, es lo dif¨ªcil que resulta interpretar la informaci¨®n escrita en los genomas. Por ejemplo, como explica Roderic Guig¨®, del Instituto Municipal de Investigaci¨®n M¨¦dica (IMIM), de Barcelona, "A¨²n no sabemos exactamente cu¨¢ntos genes tiene el genoma humano". Adem¨¢s los nuevos datos revelan que cada gen puede ordenar la s¨ªntesis de numerosas prote¨ªnas diferentes, y que la funci¨®n de cada prote¨ªna est¨¢ adem¨¢s influenciada por otras prote¨ªnas. "Estamos viendo niveles de complejidad muy superiores a los previstos", dice Guig¨®.
Una muestra de esa mayor complejidad es la gran similitud hallada entre las secuencias de humano y de chimpanc¨¦. Este gran parecido entre el n¨²mero de genes y los genes en s¨ª indica que "hay algo m¨¢s; en el genoma est¨¢n pasando muchas m¨¢s cosas de las que sabemos leer ahora mismo", explic¨® en el congreso Ewan Birney, del Laboratorio Europeo de Biolog¨ªa Molecular.
En esa necesidad de bases de datos, una ayuda crucial es el ordenador MareNostrum, del barcelon¨¦s Centro de Supercomputaci¨®n. MareNostrum, de IBM, empez¨® a funcionar en abril y es el supercomputador m¨¢s potente de Europa.
Se buscan bioinform¨¢ticos
Una de las conclusiones que se derivan del congreso madrile?o es que la bioinform¨¢tica es un ¨¢rea en expansi¨®n, llena de misterios por resolver y a¨²n relativamente escasa, por joven, de investigadores. Deber¨ªa ser tenida en cuenta como ¨¢rea potencialmente atractiva para cualquier joven bi¨®logo, inform¨¢tico, f¨ªsico o ingeniero espa?ol preocupado por su futuro. "En Espa?a hay grupos buenos en bioinform¨¢tica, pero nos estamos quedando un poco atr¨¢s. Falta gente, especialmente de fuera de la biolog¨ªa", opina Guig¨®. "Uno de los problemas es la formaci¨®n. Al contrario que en otros pa¨ªses, el sistema acad¨¦mico ha sido aqu¨ª demasiado r¨ªgido. Aqu¨ª no hay una manera est¨¢ndar de hacerse bioinform¨¢tico".
Otra cuesti¨®n se refiere a las m¨¢quinas en s¨ª: ?Son los ordenadores actuales suficientemente potentes para afrontar los desaf¨ªos que les est¨¢ planteando la biolog¨ªa? "A corto plazo no hay falta de capacidad de c¨¢lculo", dice Valencia. "No es como el problema de la factorizaci¨®n de n¨²meros primos". Pero este experto s¨ª prev¨¦ la necesidad de un nuevo tipo de computador dise?ado especialmente para los nuevos retos biol¨®gicos. "Los ordenadores hasta ahora han sido pensados y desarrollados para resolver problemas f¨ªsicos, problemas donde se pide por ejemplo gran capacidad de c¨¢lculo y que son divisibles, se puede repartir la tarea entre varias computadoras. Nuestros problemas son un poco distintos. No se trata tanto de hacer correr modelos, de hacer simulaciones, como de buscar informaci¨®n en enormes bases de datos y compararla".
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