Fragilidad indestructible
Aunque recientemente han venido edit¨¢ndose diversas recopilaciones de su poes¨ªa, Eloy S¨¢nchez Rosillo llevaba casi una d¨¦cada sin publicar un libro nuevo. El concluyente t¨ªtulo del que ahora nos entrega, La certeza, est¨¢ tomado del ¨²ltimo poema, donde el autor celebra la victoria de la vida sobre la muerte total: "En el misterio hermoso / de alentar en un mundo que se hizo / con la misma materia de los sue?os, / ?c¨®mo iba la muerte a poner fin / a esta fragilidad indestructible / que en nosotros habita?". Afirmaci¨®n de la eterna vida m¨¢s que de la vida eterna, la composici¨®n final enlaza circularmente con la primera, donde quedaba ya anunciada esta idea. Este vitalismo puede desconcertar a los que identifican lo elegiaco con la p¨¦rdida, algo que tambi¨¦n suger¨ªa el t¨ªtulo de su obra completa hasta aqu¨ª: Las cosas como fueron. Pero la eleg¨ªa de Rosillo, cuya claridad autobiogr¨¢fica y capacidad evocatoria al referir lances cotidianos recuerdan a Umberto Saba, evidencia un amor inconmensurable por la vida, distante en este punto de su maestro Cernuda y cercano, en cambio, a Brines o Rafael Guill¨¦n.
LA CERTEZA
Eloy S¨¢nchez Rosillo
Tusquets. Barcelona, 2005
120 p¨¢ginas. 11 euros
Con id¨¦ntica limpieza y precisi¨®n que en sus libros precedentes, ¨¦ste trata los temas de la luz, el verano como s¨ªmbolo de la intensidad vital, la vocaci¨®n de infancia. En un parpadeo ?in ictu oculi? transcurre la existencia del hombre. El adulto que escribe poemas es un usurpador que se meti¨®, suplant¨¢ndolo, en el cuerpo del ni?o, de cuya plenitud paradisiaca s¨®lo queda alg¨²n vestigio en los pudrideros de la memoria: mero suced¨¢neo, pues, como en la maldici¨®n de T¨¢ntalo, "el recuerdo aproxima / el agua a nuestros labios, pero el tiempo / no nos deja beber". Las superposiciones temporales son estrategias para enfrentar la realidad a su simulacro. En La vida, su libro anterior, la eleg¨ªa hab¨ªa sido azotada por tr¨¢gicas y tormentosas amenazas, que permitieron sortear la previsibilidad tem¨¢tica del g¨¦nero. Aqu¨ª el poeta abre la puerta a un dolor que alguna vez aparece con el peso de un costal de plomo, y que, m¨¢s a menudo lo hace cuando ha comenzado a disiparse, dejando tras s¨ª una lasitud donde se lava el alma. Esta llamada redentora est¨¢ saturada de un sentir purificador, al igual que ciertas invocaciones apostr¨®ficas, como la que lanza a la luna con una formulaci¨®n semejante a las impetraciones marianas: "Que tu fulgor me alumbre, que tu piedad me ampare. / Y que cuando se acerque la hora final, mis ojos / te busquen y te encuentren".
En una po¨¦tica de estirpe rom¨¢ntica como la suya, el poeta es receptor de un don que transmite a otros mediante la escritura ("Yo escuch¨¦, y dije luego / con mi voz y a mi modo lo que o¨ª"); sin embargo, frente a los herederos del Romanticismo, Rosillo ha mantenido un discurso cl¨¢sico, hecho con las palabras de todos, y la confianza en la facultad del poema para registrar y comunicar los sentimientos. Una sola vez se adentra en la senda alucinatoria (Una visi¨®n), pues le interesan m¨¢s las leves fulguraciones que espejean en el vivir habitual, incluso si ello le empuja a la poes¨ªa de dietario (Un regreso), a medio camino entre la ep¨ªstola dieciochesca, horaciana de lejos, y el machadiano Poema de un d¨ªa. Pero la seguridad del autor en su poes¨ªa es tan firme como su fidelidad a ella. Ni siquiera reh¨²ye asomarse a los bordes de la fabulaci¨®n moral; as¨ª en Las cigarras, poema espl¨¦ndido que resume un ideal de vida y un modelo de creaci¨®n. El libro no niega su condici¨®n temporalista, que en Rosillo va de suyo; por algo es el exponente m¨¢ximo de la poes¨ªa elegiaca espa?ola. Pero el poeta no se detiene ah¨ª, pues en este volumen hay una actitud contemplativa que fija su mirada en el presente, decidida a atravesar los trampantojos de la apariencia. Este ejercicio de escrutaci¨®n hace que La certeza, aunque de la misma f¨¢brica que los anteriores, sea verdaderamente un libro nuevo.
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