Kony, el secuestrador de ni?os
El l¨ªder del LRA quiere imponer por la fuerza los Diez Mandamientos
El procesamiento de Joseph Kony y Vicent Otti, l¨ªderes de la guerrilla ugandesa del Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or (LRA, en las siglas inglesas), era esperada desde hace meses, pero el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Luis Moreno Ocampo, decidi¨® posponerla para facilitar una paz negociada. Otti, n¨²mero dos del LRA, se encuentra en el este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo junto a varios de sus hombres. Seg¨²n el Gobierno de Uganda -al que el LRA combate desde hace 19 a?os-, quiere desertar y buscar un pacto para acogerse a alg¨²n tipo de amnist¨ªa. Su procesamiento impide ahora esta posibilidad.
Kony vive en Sud¨¢n, bajo la protecci¨®n de altos oficiales musulmanes del Ej¨¦rcito de Jartum. Se le considera un ser cruel y enloquecido, convencido de su divinidad. El LRA no es una guerrilla africana tradicional, es una secta que dice tener como objetivo la aplicaci¨®n estricta de los Diez Mandamientos. Est¨¢ prohibido fumar, tomar drogas y beber alcohol en sus campamentos, pero no hay problemas para matar. El poder de Kony reside en el terror que inspira y en el dominio de la magia negra: toma sus decisiones en trance hablando con los esp¨ªritus.
El 90% de esta guerrilla-secta est¨¢ compuesta por ni?os secuestrados en el norte de Uganda. Unicef los cifra en m¨¢s de 30.000 en estos a?os, pero la fuerza actual del LRA puede estar entre 1.500 y 5.000. Diecinueve a?os de guerra intermitente han provocado la muerte de 150.000 personas y el desplazamiento de otro mill¨®n y medio. Es una de esas guerras invisibles, ajena al inter¨¦s de los medios y de los Gobiernos.
Fue el Gobierno de Ioweri Museveni, uno de los favoritos de Occidente, el que denunci¨® el caso al CPI. Pero el asunto salpica de lleno a Museveni, pues Ocampo tambi¨¦n investiga la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito, responsable de numerosos asesinatos y de beneficiarse econ¨®micamente de la guerra.
La ayuda de Sud¨¢n al LRA era la respuesta de Jartum a la ayuda de Museveni (y a trav¨¦s de ¨¦l, la de EE UU) a la guerrilla cristiana del sur de Sud¨¢n. El reciente acuerdo de paz en ese pa¨ªs no ha acabado con el LRA, convertido en un problema para todas las partes. Al final de 2001, el general Sharif, n¨²mero dos del espionaje de Jartum, intent¨® convencer a Kony para que declarara el fin de las hostilidades, pero ¨¦ste le respondi¨®: "Si Museveni lleg¨® al poder por las armas [en 1986], tambi¨¦n yo lo lograr¨¦ y vivir¨¦ en un palacio como ¨¦l".
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