Rachel Whiteread construye un laberinto espacial en la sala de turbinas de la Tate
La escultora londinense enlaza la urbe con la naturaleza en su instalaci¨®n 'Embankment'
Rachel Whiteread desvel¨® ayer el laberinto espacial que ha construido en la sala de turbinas de la Tate Modern de Londres. La instalaci¨®n evoca un desolado paisaje glacial o el perfil arquitect¨®nico de una ciudad a trav¨¦s de las variadas agrupaciones de moldes en pl¨¢stico polietileno. Unas 14.000 cajas se han empleado en Embankment, la sexta instalaci¨®n creada para la entrada principal de la instituci¨®n londinense. "Este espacio intimida cuando est¨¢ vac¨ªo. Respir¨¦ hondo y trat¨¦ de borrar su imagen de mi mente", cont¨® Whiteread al explicar el reto de enfrentarse a este gigantesco espacio.
"Fui al ?rtico a caminar. A mi regreso intent¨¦ utilizar imaginativamente esos paseos"
La sala de turbinas de la Tate Modern es el espacio principal de acceso a la reconvertida central el¨¦ctrica, con una superficie de 3.300 metros cuadrados y siete pisos de altura. Louise Bourgeois lo inaugur¨®, en 2000, con unas torres de acero y una descomunal ara?a. Tambi¨¦n fue escenario de la ¨²ltima instalaci¨®n de Juan Mu?oz, en la que el artista madrile?o resumi¨® toda su trayectoria creativa.
Embankment, t¨ªtulo que hace referencia a la ubicaci¨®n del museo en la orilla sur del T¨¢mesis, es la sexta entrega de la serie de proyectos espec¨ªficamente creados para la sala de turbinas. Whiteread (Londres, 1963) vuelca en ella "15 a?os de pensamientos", que antes plasm¨® en su famosa House, el molde en yeso de una casa de tres pisos, o en el Memorial del Holocausto, la fantasmag¨®rica biblioteca que se levanta en una plaza de Viena.
En esta ocasi¨®n recurre a un material humilde y com¨²n, la caja de cart¨®n, y moldea su vac¨ªo interior en pl¨¢stico blanco reciclable. La idea le vino al trasladarse a su nuevo estudio, en una vieja sinagoga del este de Londres, que la forz¨® a vivir durante meses entre cajas de cart¨®n. Tambi¨¦n le removi¨® la memoria una caja donde guardaba sus juguetes de ni?a y que descubri¨® al desmantelar la casa de su madre. Enlaz¨® una aproximaci¨®n tan personal con la universalidad del mismo objeto.
Whiteread comenz¨® a crear formas con una maqueta de 3.000 cajas. El trabajo final incluye unos 14.000 bloques de polietileno blanco moldeados a partir de 10 diferentes tama?os de contenedores de cart¨®n. Los moldes conservan dibujos o marcas del objeto original y se apilan unos sobre otros hasta evocar un paisaje glaciar con laber¨ªnticos pasillos por los que puede perderse el visitante. Desde una perspectiva m¨¢s alta, estas monta?as blancas, algunas de hasta 12 metros de altura, colindando con mesetas y terraplenes, parecen el horizonte arquitect¨®nico de una gran urbe.
"Me sent¨ª como una hormiga trabajando en este enorme espacio", dijo ayer la artista respecto a las cinco semanas de montaje espec¨ªfico de la instalaci¨®n. Unos meses antes, Whiteread hab¨ªa visitado el Polo ?rtico con el proyecto Cape Farewell, una iniciativa enfocada a involucrar a artistas y autores en la problem¨¢tica del cambio clim¨¢tico. Algo del ?rtico se respira en Embankment. "Fui all¨ª con la idea de caminar, y eso hice", cont¨® ayer la artista. "A mi regreso intent¨¦ utilizar imaginativamente esos paseos. Es una pieza de invierno que proyecta una luz fr¨ªa, brillante y blanca".
La instalaci¨®n se abre hoy al p¨²blico y ninguno de sus componentes quedar¨¢ en su forma original tras su clausura, prevista para el 2 de abril de 2006. No es la primera vez que Whiteread ve destruida su obra, entre ellas House, de la que s¨®lo se conservan reproducciones fotogr¨¢ficas. "Vamos a desmantelar cada pieza de Embankment y reciclar cada bloque de pl¨¢stico. Hay demasiado arte en el mundo", dijo ayer con iron¨ªa.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.