In mem¨®riam: Micaela Portilla, gran mujer y gran historiadora
Micaela Portilla nos ha dejado. Lo ha hecho en una cl¨ªnica de Vitoria, en su barrio, a cien metros de su casa natal. No lejos de all¨ª hizo sus primeros estudios, en el colegio del Ni?o Jes¨²s, en cuyo patio, por cierto, estaba entonces la portada Este de la parroquia de San Pedro. ?Qui¨¦n iba a decir que aquella ni?a habr¨ªa de estudiar profundamente tambi¨¦n ese templo?
En 1933 pas¨® al instituto de segunda ense?anza de Vitoria, el ¨²nico entonces. Iba a clase con una se?orita de compa?¨ªa, como estaba mandado. All¨ª tuvo como profesores, entre otros, a Herminio Madinabeitia, a Javier Mongelos, a Juan Ruiz de Escudero, a Alfredo Tabar y a Felipe D¨ªaz de Espada. De este ¨²ltimo Micaela guardaba quiz¨¢ un recuerdo especial, pues le ense?¨® las primeras nociones de Geograf¨ªa e Historia. Vendr¨ªan despu¨¦s los estudios de Magisterio, la carrera de Filosof¨ªa y Letras, la licenciatura con la tesina, que anunciaba la admirable tesis doctoral publicada en 1977, Torres y casas fuertes en ?lava, tesina y tesis doctoral dirigidas por el vigu¨¦s Jos¨¦ Mar¨ªa Azc¨¢rate Ristori, maestro y amigo.
Y todo eso lo hizo Micaela Portilla compaginado con su profesi¨®n. El primer destino fue la escuela de Untzilla (anteiglesia de Aramaio), en 1945, con aquellos ni?os que apenas sab¨ªan castellano. Despu¨¦s en Zalla (Vizcaya), en Agurain, en Vitoria, en cuyo instituto Ramiro de Maeztu fue ayudante de Od¨®n Apraiz, vuelto ¨¦ste de la residencia forzosa en Reus (a exactamente 500 kil¨®metros de Vitoria, como dec¨ªa el castigo de los franquistas). Apraiz la llamaba cari?osamente Zabalate, el nombre vasco del pueblo de Portilla, como ya vio Becerro de Bengoa en un art¨ªculo de El Anunciador Vitoriano de 1885, y durante varios a?os Micaela se sirvi¨® del seud¨®nimo Leocadia Zabalate para firmar colaboraciones period¨ªsticas sobre arte e historia.
Vino luego la Escuela Normal (como se dec¨ªa entonces, o sea, la Escuela de Magisterio) de C¨¢diz, de Vitoria y, finalmente, de Madrid, donde se jubil¨® en 1987. Dejaba atr¨¢s nada menos que 43 a?os de servicios, con el peso a?adido de varios cargos, entre ellos el de directora de la Normal gasteiztarra.
El arte y la historia han sido las dos pasiones de Micaela. Su bibliograf¨ªa refleja ambos centros de inter¨¦s, con obras en cuya cubierta aparece solamente su nombre, por ejemplo, el libro en dos tomos que acabamos de citar, o Una ruta europea. Por ?lava, a Compostela. Del paso de San Adri¨¢n al Ebro (1991), o bien con trabajos en colaboraci¨®n, como el precioso Cat¨¢logo Monumental de la Di¨®cesis de Vitoria, ocho vol¨²menes, y el noveno ya en imprenta. Excelente colecci¨®n, cuyo eco no ha hecho m¨¢s que amplificarse, y cuya alma, no hace falta decirlo, ha sido Micaela Portilla.
Pero Micaela era, adem¨¢s de una destacada historiadora, una gran divulgadora. Eran magn¨ªficas aquellas intervenciones, llenas de entusiasmo por el objeto, de claridad meridiana, hechas en salas de confortables butacas o en humildes escuelas de aldea, con la estufa de le?a o carb¨®n en medio, o a pie de autob¨²s. Y magn¨ªficas eran sus explicaciones sobre caminos a?ejos (?ay, los caminos en la obra de Micaela!), sobre ermitas todav¨ªa en pie o desaparecidas, sobre canteros o tallistas, sobre linajes. Hab¨ªa una sabidur¨ªa grande y un don especial para explicar todas esas noticias a la gente, con un sentido pedag¨®gico incomparable.
Por este sentido pedag¨®gico y por su amor a la tierra, Micaela no rehuy¨® trabajos que otros pudieran despreciar, como aquella excelente gu¨ªa tur¨ªstica de ?lava, de la editorial Everest, de 1968. Para ella la ciencia, la exactitud y la meticulosidad, las exigencias de la investigaci¨®n, en suma, no estaban re?idas con el deseo de llegar a todos. Al contrario. Era evidente su preocupaci¨®n en extender todos esos conocimimientos. Y era evidente, asimismo, su enorme preocupaci¨®n por el presente y futuro de todo ese patrimonio art¨ªstico, en grav¨ªsimo peligro por culpa de la ignorancia, la brutalidad o la cursiler¨ªa.
El trabajo de Micaela Portilla ha sido reconocido por todos. Era miembro correspondiente de las Reales Academias de Bellas Artes y de la Historia, doctora honoris causa por la Universidad del Pa¨ªs Vasco, hija predilecta de Vitoria, Distinci¨®n Land¨¢zuri, socio de m¨¦rito de la Bascongada, premio Manuel Lekuona de Eusko Ikaskuntza...
Mujer entra?able, siempre de buen humor, salvo cuando topaba con la estupidez, recuerdo muy bien su enfado una vez que ven¨ªa de una reuni¨®n sobre el Cat¨¢logo Monumental; alg¨²n impresentable hab¨ªa propuesto publicar el siguiente volumen casi como fotocopias. Muchos, muchos, pueden testimoniar de su car¨¢cter abierto, humano, afable. Entre ellos el ex l¨ªder del PCE Gerardo Iglesias, durante mucho tiempo comensal en un bar cerca de la casa de Micaela Portilla en Madrid.
Descanse en paz la gran mujer, la gran historiadora, y que su recuerdo y su ejemplo pervivan en todos nosotros.
Henrike Kn?rr es catedr¨¢tico de Filolog¨ªa Vasca (UPV-EHU) y director de Investigaci¨®n de Euskaltzaindia-Academia de la Lengua Vasca.
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