Panabaj ya no existe
Los bomberos espa?oles ponen fin a la b¨²squeda de supervivientes en la poblaci¨®n guatemalteca m¨¢s da?ada por el hurac¨¢n Stan
El patio donde pasaba las tardes la se?ora Mendoza Ajtoc no existe. El campo de f¨²tbol del pueblo ha desaparecido. La cancha de baloncesto de la escuela ni se ve. Decenas de casas han quedado convertidas en dep¨®sitos de escombros, bajo un manto de lodo que todo lo cubre. As¨ª es el paisaje de Panabaj despu¨¦s del desastre del pasado mi¨¦rcoles provocado por el hurac¨¢n Stan. Un corrimiento de tierras desde el volc¨¢n de San Lucas provoc¨® una avalancha de lodo y piedras que sepult¨® al 80% del pueblo y a muchos de sus moradores.
Vivir en la falda de un volc¨¢n tiene sus riesgos, piensan ahora los habitantes de este cant¨®n guatemalteco, a 180 kil¨®metros al oeste de la capital. Aunque ni los m¨¢s viejos del lugar recuerdan una cat¨¢strofe de proporciones similares. Como Manuel Rianda. Este campesino de 73 a?os vivi¨® hace seis d¨¦cadas otra avalancha que se origin¨® en el San Lucas, mucho menos devastadora. "Nunca hab¨ªa ocurrido nada igual en Panabaj", comenta, mientras mira con respeto a lo alto del volc¨¢n. Enfrente, la ladera de la monta?a presenta una grieta enorme, donde la tierra se vino abajo. Una gran extensi¨®n de cafetales desapareci¨® de un plumazo para convertirse en la munici¨®n del alud que cay¨® sobre el pueblo en la oscuridad de la noche.
Para los ind¨ªgenas es muy duro abandonar su pueblo y no dar sepultura a los muertos
"No hay supervivientes. Seremos m¨¢s ¨²tiles en otras zonas", dice un voluntario espa?ol
Las maestras Desusa Gonz¨¢lez y Andrea Chavajay no pueden contener las l¨¢grimas mientras contemplan lo que queda de la escuela, que albergaba a 400 alumnos. Una parte del muro cedi¨® a la embestida del lodo, que sepult¨® la cancha de baloncesto de la que apenas asoman las canastas. Cuentan las dos profesoras que la noche del desastre varios alumnos acudieron a la escuela en busca de refugio. S¨®lo se salvaron los que alcanzaron a subir al segundo piso, adonde no lleg¨® la avalancha. El patio se convirti¨® en una trampa mortal que arranc¨® la vida de varios muchachos. "Aqu¨ª ven¨ªamos a trabajar y nos han quitado a nuestros alumnos", suspira una de las maestras.
Por instrucci¨®n del director de la escuela, recorren estos d¨ªas los albergues donde est¨¢n los desplazados, con el prop¨®sito de elaborar un censo de los ni?os del cant¨®n de Panabaj y conocer el n¨²mero exacto de supervivientes. La calle de la escuela, como todas las del pueblo, es un lodazal por el que hay que hacer equilibrios para no quedar hundido hasta la rodilla.
Las labores de b¨²squeda de desaparecidos -de 800 a 1.000, seg¨²n el alcalde- se suspendieron definitivamente el lunes por la tarde, despu¨¦s de que el equipo de 13 bomberos voluntarios llegados de Espa?a con perros adiestrados confirmara que no hay ninguna posibilidad de encontrar a nadie con vida.
"Nuestra misi¨®n es buscar supervivientes. Despu¨¦s de dos d¨ªas de trabajar en Panabaj tenemos la certeza de que no hay ninguno. Seremos m¨¢s ¨²tiles en otras zonas donde hay alguna esperanza", explic¨® un integrante de la brigada de voluntarios espa?oles. Ayer ten¨ªan previsto desplazarse al departamento de San Marcos, al oeste de Guatemala, donde hay varias comunidades incomunicadas.
El abandono de las labores de rescate es el paso previo para certificar la sentencia de muerte de Panabaj. "Hay zonas donde el barro alcanza los cuatro metros de altura. No hay ninguna posibilidad de encontrar a nadie con vida y no queremos que se desencadenen las epidemias", dice Juan Chumil, director del centro de salud del municipio de Santiago Atitl¨¢n.
El alcalde, Diego Esquina, ha propuesto declarar como cementerio la zona m¨¢s castigada de Panabaj, ante la imposibilidad de recuperar a los desaparecidos. Desde el punto de vista legal la decisi¨®n no es sencilla, ya que deber¨ªa contar con el consenso de las autoridades y la comunidad. No enterrar a los muertos choca frontalmente con la tradici¨®n maya, origen de la poblaci¨®n tzutujil de la zona, que est¨¢ muy apegada a la tierra de sus ancestros.
Sandy Brady, funcionaria de la Cruz Roja Internacional, reconoce que para las comunidades ind¨ªgenas de Guatemala abandonar su pueblo y no dar sepultura a los muertos "es muy duro", aunque opina que alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que construir otro Panabaj. Para ello, recomienda una paciente labor psicol¨®gica con la poblaci¨®n y recuerda que casos similares ocurrieron a ra¨ªz del hurac¨¢n Mitch en 1998.
El lunes fue el primer d¨ªa soleado despu¨¦s de una larga semana de lluvias intensas. Muchos vecinos han vuelto por primera vez desde el desastre para ver lo que queda de sus casas y de su pueblo. Cargan los enseres que han podido recuperar: una cocina, un armario, una cama, un fardo con ropa, una bombona de gas, tablas de madera... "Al menos salvar lo poco que nos queda", dice un vecino con sus pertenencias a la espalda de camino hacia la casa de un pariente en Santiago Atitl¨¢n. ?Y los que no tienen ad¨®nde ir? Probablemente, son la mayor¨ªa. De momento, s¨®lo les queda hacer guardia para evitar el pillaje.
La llegada de las primeras ayudas es motivo de discordia. Los helic¨®pteros sobrevuelan el pueblo, el piloto observa el terreno y desciende en el lugar m¨¢s seguro. Suelta la carga y levanta el vuelo. En tierra, los lugare?os discuten sobre qui¨¦nes tienen derecho a llevarse las bolsas ante la mirada displicente de los polic¨ªas.
En algunas localidades se han presentado denuncias contra alcaldes que, supuestamente, acaparan v¨ªveres o los entregan a gente de su partido pol¨ªtico.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.