"Me fascinan los l¨ªmites extremos del Imperio Romano"
En su nueva novela, El imperio de los dragones (Grijalbo), una sabros¨ªsima aventura de romanos, el italiano Valerio Manfredi (1943) lleva a un grupo de legionarios hasta China, donde, aparte de batirse como leones, descubren cosas tan asombrosas para ellos como el arroz, el t¨¦, la acupuntura, las artes marciales y los osos panda. Entretejida en la narraci¨®n, apoyada en indicios hist¨®ricos y en el gran conocimiento de Manfredi de la antig¨¹edad y su topograf¨ªa, el autor presenta una sugerente comparaci¨®n entre el mundo chino y el romano de la ¨¦poca (el siglo III despu¨¦s de Cristo), que se centra en la contraposici¨®n del tao y la virtus.
"Sabemos que los dos imperios, China y Roma, sab¨ªan uno del otro", explica Manfredi. "Los romanos llamaban a China Sera Maior, el pa¨ªs de los seres, y los chinos al Imperio Romano, Taquin Guo, el pa¨ªs occidental. Curiosamente, poseemos m¨¢s informaci¨®n de ese conocimiento de fuentes chinas. Por ellas sabemos que un embajador chino, enviado por el general Ban Chao, lleg¨® hasta el Caspio, a s¨®lo dos d¨ªas de las fronteras del Imperio Romano, pero se volvi¨® atr¨¢s enga?ado por los persas. Es una pena, porque hubiera llegado en tiempos del emperador Nerva, un hombre culto e inteligente. El caso es que hubo muy pocos contactos directos, porque las distancias eran enormes y el imperio parto y luego el persa, interesados en mediatizar el comercio de la seda, los obstaculizaron. Seguramente China y Roma hubieran podido colaborar, porque estaban demasiado separadas para competir y sus enemigos acabaron siendo en el fondo los mismos, las grandes naciones n¨®madas de Asia central".
Legionarios romanos combaten en China en 'El imperio de los dragones'
Manfredi hace arrancar su novela de un hecho hist¨®rico, uno de los m¨¢s dram¨¢ticos de toda la historia de Roma: la captura por Sapor I en Edesa del emperador Valeriano -el escritor lo hace morir muy dignamente, pero, seg¨²n Gibbon, Sapor lo hizo disecar y lo exhib¨ªa en un templo de Persia-. Junto a ¨¦l son apresados en el relato un pu?ado de legionarios encabezados por Marco Metelo Aquila, legado de la II Legi¨®n Augusta y protagonista de la novela.Tras escapar, los soldados, en una singular an¨¢basis latina, huyen hacia Oriente y, cruzando el oc¨¦ano, los remolinos del Indo y las pavorosas gargantas del Paropamiso, en el Hindu Kush, llegan a China. Ah¨ª se implican en la lucha por los derechos din¨¢sticos de un pr¨ªncipe local.
Manfredi recupera en su novela las leyendas sobre una legi¨®n perdida que, tras la derrota de Carrhae contra los partos, habr¨ªa devenido una unidad mercenaria en China. "Algo de verdad debe haber en ese mito. Han quedado textos chinos sobre extra?os combatientes que formaban la cl¨¢sica testudo romana", dice. ?l inventa un sobrecogedor entierro chino con soldados de terracota con implementa romana. El novelista cree que se han perdido muchos testimonios del contacto entre China y Roma que son irrecuperables, aunque afirma haber tenido recientemente noticia del extraordinario hallazgo de un grafito de un legionario romano de la XV Legi¨®n en Afganist¨¢n.
"Me fascinan los l¨ªmites extremos del Imperio Romano", suspira el autor de Alexandros, que ya dio muestra de ese inter¨¦s en La torre de la soledad (Alianza), en la que llevaba a una unidad romana al desierto l¨ªbico y a los misteriosos parajes m¨¢s all¨¢ del reino de arena de los garamantes. "Para un grupo de romanos como los de mi historia, viajar a China deb¨ªa ser como hacerlo a otro planeta".
Babelia
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