Son negros y lo saben
El curso pasado, guiados por el ge¨®logo Pier Paolo Rossi, un grupo de profesores atravesamos el Chad partiendo desde N'Djamena -la antigua Fort-Lamy colonial- donde al final regresamos. Con direcci¨®n noreste, ascendimos por el oued de Bahr El Ghazal, para despu¨¦s desviarnos al este, noroeste hasta llegar al macizo sahariano del Ennedi, la depresi¨®n del Derbili, el Mourdi, el sistema de lagos salados de las estribaciones del Tibesti y regresar atravesando las grandes dunas del Erg del Djourab. Un total de 4000 kil¨®metros. Hablo en la jerga de los puntos cardinales porque s¨®lo hay unos doscientos kil¨®metros de carretera asfaltada para una extensi¨®n tres veces mayor que Espa?a. Adem¨¢s, hay pistas, rutas caravaneras o nada: en las tres cuartas partes septentrionales nombradas, el desierto. Escarpados macizos o las interminables llanuras arenosas levemente cubiertas -si hubo lluvia- de panicum, esa asc¨¦tica gram¨ªnea que pastan las camelladas y cabras de los n¨®madas kanembou, kereda, los teda y los daza, ambos subgrupos toubou, siempre desplazando sus m¨ªnimas caba?as o tiendas en busca de agua y pasto.
En lo que conozco del S¨¢hara y el Sahel, nunca me han negado el agua al llegar a un pozo; en el Chad si. Al llegar al de Bachik¨¦, unos n¨®madas gorane dijeron a nuestros conductores que no utilizar¨ªamos ni su cuerda ni su polea. En el de Toukou nos apedrearon, incluso tuvimos que vadear varios poblados para evitar un trato similar. A los blancos, m¨¢s en la mitad norte, nos llaman "nazaras" (seguidores del Nazareno), igual que nosotros metemos en el mismo saco a los musulmanes, incluso confundiendo tal adscripci¨®n religiosa con "¨¢rabe", como si todos los musulmanes lo fueran. M¨¢s all¨¢ de banales generalizaciones de car¨¢cter sobre aquellas gentes, cabe subrayar que la esperanza de vida es de 47 a?os. Hay un m¨¦dico por cada 75.000 habitantes, s¨®lo el 20% de la poblaci¨®n accede al agua potable y no hay m¨¢s hospital que el de campa?a del destacamento del ej¨¦rcito franc¨¦s en Kossei. Cuando la televisi¨®n nos ofrec¨ªa im¨¢genes del drama de Darfur -el drama sigue, las im¨¢genes no - muchas eran del Chad. Porque un cuarto de mill¨®n de personas se refugiaron en la franja que va desde la frontera sudanesa a la ciudad chadiana de Abech¨¦. La malaria es implacable, especialmente de N'Djamena hacia el sur, regado por los r¨ªos Chari, Logone, Ouham y el lago Chad al oeste Adem¨¢s del sida, hay un alt¨ªsimo riesgo de fiebres tifoideas, diarreas, meningitis y hepatitis.
Descontadas las lenguas oficiales (franc¨¦s y ¨¢rabe), se habla sara en el sur y m¨¢s de 120 lenguas y dialectos en total. Un 53% de la poblaci¨®n es analfabeta. En general, los musulmanes (51%) se concentran en el norte y los cristianos (35%) o los animistas (10%) en el sur. Las poblaciones saheliano-saharianas est¨¢n enfrentadas a las negras del sur h¨²medo. Hace unos a?os los del norte bajaron al sur y perpetraron degollinas en masa. Los casi diez millones de habitantes se reparten en unos doscientos grupos ¨¦tnicos: los ya citados m¨¢s los zaghawa, ouaddai, baguirmi, kotoko, hausa, boulala, y maba en el norte; y los subgrupos de los sara, los moundang, moussei y massa, en el sur negro. En la frontera sudanesa del este hay guerrillas; en la franja fronteriza con la Rep¨²blica Centroafricana, hay guerrillas; el Tibesti est¨¢ en manos de los rebeldes toubou desde hace a?os y m¨¢s all¨¢ de Faya-Largeau desaparece no ya el gobierno, sino el estado. Adem¨¢s, el Chad mantiene un duradero conflicto fronterizo -que incluye el aceleradamente desecado lago- con N¨ªger, Nigeria y Camer¨²n. El 80% de la poblaci¨®n vive por debajo de la l¨ªnea de la pobreza. En fin, un estado "fallido", pero tambi¨¦n un (??) pa¨ªs pobre, fragmentado, desconectado, violento y m¨²ltiplemente enfrentado tanto en el exterior como en el interior.
Si ahora el lector mira el mapa hacia el oeste, se encontrar¨¢ con el norte de N¨ªger, una cu?a del profundo sur argelino, el norte de Mal¨ª y Mauritania. Exceptuada Argelia, la descripci¨®n podr¨ªa ser la misma, aunque el caso del Chad es extremo. Cierto, hay algunas variaciones pol¨ªticas (Mal¨ª es algo as¨ª como una democracia), o un mayor n¨²mero de v¨ªas de comunicaci¨®n aqu¨ª o all¨¢... Pero todos ellos est¨¢n divididos en un norte cuya poblaci¨®n es de estirpe ¨¢rabe y bereber y un sur negro. Ambos secularmente enfrentados y donde las relaciones sociales de dominio han oscilado hacia un lado u otro. En el N¨ªger y Mal¨ª no se ha olvidado la rebeli¨®n tuareg (en el norte), reducida por los ej¨¦rcitos (negros) de los gobiernos f¨ªsicamente localizados en el sur. En el Chad la pasada guerra civil de los a?os 80 tambi¨¦n enfrent¨® norte y sur; la guerra con Libia y sus aliados internos a¨²n empeor¨® las cosas. Y en 1989 Mauritania expuls¨® a todos los ciudadanos (negros) de Senegal, a lo cual sigui¨® la misma medida en sentido inverso. Hasta hace pocas d¨¦cadas, ¨¢rabes y bereberes capturaban en razzias a las poblaciones negras del sur para esclavizarlas. Aun hoy, quien visite aquellas tierras, puede ver, por ejemplo, los poblados bela, etnia cuyo ¨²nico criterio de identificaci¨®n es el de haber sido esclavos de los tuareg. Y aunque la esclavitud est¨¢ abolida, siguen ligados por la precariedad a sus antiguos amos o malviviendo en chozas en los aleda?os de las poblaciones del norte de Mal¨ª. Por otra parte, los cristianos, en general, son del sur -la administraci¨®n colonial estaba m¨¢s presente- como los animistas. Es m¨¢s, incluso el Islam de los negros queda muy lejos del rigorismo ¨¢rabe. No hay m¨¢s que ver junto a las tradicionales mezquitas de adobe de estilo saheliano-sudan¨¦s esas otras de obra y tejados verdes debidas al dinero proselitista saud¨ª.
Que Marruecos abandonara en el desierto a los que quer¨ªan saltar las vallas del para¨ªso no s¨®lo se debe a la pobreza de sus recursos, arraiga en fracturas y conflictos muy profundos de la zona. Y nosotros deber¨ªamos, ya de una vez, dejar de usar ese t¨¦rmino pudibundo e inexacto. No son "subsaharianos", son negros. Lo dec¨ªa ante las c¨¢maras un fuerte y apuesto joven togol¨¦s abandonado. De pronto rompi¨® a llorar y se?alando fren¨¦ticamente el dorso de su mano dijo: "No hay derecho a que me pase lo que me est¨¢ pasando por el color de mi piel, porque soy negro, soy negro".
Nicol¨¢s S¨¢nchez Dur¨¢ es profesor del departamento de Metaf¨ªsica y Teor¨ªa del Conocimiento de la Universitat de Val¨¨ncia.
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