Toda una sinfon¨ªa
Abr¨ªa el jueves su temporada la Orquesta Sinf¨®nica de RTVE, y lo hizo de la mejor manera posible, es decir, con una obra nueva, encargada, adem¨¢s, a uno de nuestros m¨¢s brillantes autores j¨®venes: Jes¨²s Torres (Zaragoza, 1965). Se trata de una sinfon¨ªa -llamada as¨ª: Sinfon¨ªa, sin m¨¢s-, libre en su planteamiento aunque dividida en los cuatro movimientos de rigor, perfectamente reconocibles, escritos en un lenguaje que asume toda la evoluci¨®n del g¨¦nero en los ¨²ltimos 100 a?os y que se pone por montera cualquiera de los esquemas que podr¨ªan pedirse a una obra como ella, desde las obligaciones de una vanguardia dogm¨¢tica hasta su presunto ant¨ªdoto mel¨®dico.
El resultado es magn¨ªfico, el logro de una expresi¨®n personal y gozosa a trav¨¦s de un conocimiento admirable de la orquesta y sus posibilidades, de la consecuci¨®n de un discurso siempre pertinente y de esa extra?a y a veces tan compleja capacidad de emoci¨®n que se le suele pedir -con perd¨®n muchas veces- a eso que llamamos m¨²sica. Una gran pieza de nuestra creaci¨®n contempor¨¢nea que debiera pasar lo antes posible a la programaci¨®n de las orquestas espa?olas.
Orquesta Sinf¨®nica de RTVE
Adrian Leaper, director. Shlomo Mintz, viol¨ªn. Obras de Torres y Brahms. Teatro Monumental. Madrid, 13 de octubre.
En la segunda parte destacaba la presencia del violinista Shlomo Mintz (Mosc¨², 1957), otrora grande y hoy m¨¢s dedicado a tareas directoriales con orquestas de nivel medio que a exhibir el virtuosismo que tanto sorprendi¨® en los inicios de su carrera. En el Concierto para viol¨ªn y orquesta de Brahms luci¨® un concepto muy riguroso, incluso adusto a veces, ensimismado m¨¢s en el cuajo que en el vuelo de esta m¨²sica, m¨¢s grave que l¨ªrico en todo momento, hasta en la cadencia del primer movimiento. Es una posibilidad muy respetable, sobre todo cuando se hace con la seriedad del ruso-americano.
El acompa?amiento de Adrian Leaper -que antes hab¨ªa resuelto muy bien el estreno- fue excelente -a pesar de que parec¨ªa entender la obra con un sentido bastante m¨¢s pimpante que el del solista-, y muy destacable la intervenci¨®n del oboe en el tiempo lento de Brahms.
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