El de la tos
En una pared del bar en el que a veces me tomo un pepito de ternera a mediod¨ªa hay un letrero que reza: "Hace un d¨ªa precioso. Ya ver¨¢s como viene alguien y lo estropea". Bueno, no dice exactamente "lo estropea" sino otra cosa que el avispado lector adivinar¨¢ sin esfuerzo. Pues bien, el car¨¢cter pretendidamente axiom¨¢tico de ese letrero casi se cumple durante el concierto de apertura de la temporada madrile?a de Iberm¨²sica.
Cada vez que la Sinf¨®nica de Londres, entregadita a su maestro y flamante titular, Valery Gergiev (Mosc¨², 1953), alcanzaba las simas sublimes de Mussorgski o los pianissimi de un Shostakovich en estado de sitio aparec¨ªa el de la tos y lo estropeaba todo, vamos que lo..., eso mismo.
Orquesta Sinf¨®nica de Londres
Valery Gergiev, director. Obras de Mussorgski y Shostakovich. Orquestas y Solistas del Mundo. Iberm¨²sica. Auditorio nacional. Madrid, 14 de octubre.
Gergiev miraba el lugar de procedencia de la salvaje expectoraci¨®n con ojos de enemistad manifiesta pero, por suerte, volv¨ªa a concentrarse y a proseguir una labor capaz de convencer a los m¨¢s remisos de dos cuestiones que alguno de ellos se planteaba antes del concierto: ¨¦l es un gran director en el repertorio ruso y a la S¨¦ptima de Shostakovich no se le puede sacar mejor partido.
Comenz¨® la sesi¨®n con tres fragmentos de Jovanchina de Mussorgski en el arreglo de Shostakovich, y ya desde el Amanecer sobre el r¨ªo Moscova se vio que est¨¢bamos en una tarde especial. El clarinete de Andrew Marriner son¨® milagroso y, a pesar del de la tos, el vello del respetable se puso de punta. Qu¨¦ gran m¨²sica la de ese tipo raro en cuyas partituras todo el mundo meti¨® mano, unos mejor que otros.
La S¨¦ptima de Shostakovich, la Leningrado, obra irregular, ampulosa, motivo de contradicci¨®n para su autor y de discusi¨®n para sus oyentes, recibi¨® un tratamiento cuidadoso -el de la tos volvi¨® a hacer su aparici¨®n al inicio del episodio de "la invasi¨®n" en el que la caja comienza casi inaudible-, preciso, l¨ªrico, lo m¨¢s profundo posible para una m¨²sica que hay que leer tambi¨¦n entre l¨ªneas. Y ah¨ª se escuch¨® una orquesta de verdad, una de las mejores del mundo, con una fagot -Rachel Gough-, un flauta -Andrew Nicholson- y un timbalero -Nigel Thomas- de cortar el aliento, y una cuerda asombrosa que son¨® de verdadero ensue?o.
Si ¨¦ste es el comienzo de la relaci¨®n entre Gergiev y la Sinf¨®nica de Londres podemos estar ante una verdadera revoluci¨®n en el entendimiento del repertorio ruso por parte de una orquesta occidental. No hallaremos el vibrato en las maderas o la rusticidad de los metales habituales en las de all¨¢, pero daremos con la clave de una expresividad inequ¨ªvocamente eslava con una t¨¦cnica instrumental que pondr¨¢ en valor, con ojos nuevos, un mar de hermosuras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.