Fast¨ªdiense

Cada cierto tiempo, alg¨²n colaborador de su peri¨®dico (que yo recuerde, Alpuente, Guelbenzu, ahora Eugenio Su¨¢rez) despotrica contra los maratonianos y el marat¨®n, los ciclistas, el D¨ªa de la Bicicleta o cualquier otra actividad deportiva que obstaculice de alg¨²n modo sus quehaceres dominicales (en este caso, desayunar churros en la cafeter¨ªa de enfrente). A esos esforzados opinantes que piensan que los participantes en este tipo de eventos somos chusma descerebrada, les digo una palabra: fast¨ªdiense. Si no pueden llegar al bar de enfrente, fast¨ªdiense (alternativa: desayunar en otra cafeter¨ªa; hay muchas en Madrid). Si no pueden coger el coche, fast¨ªdiense (alternativa: usar el metro o las propias piernas). Si les molesta la visi¨®n de miles de personas participando en "francachelas l¨²dico-deportivas", fast¨ªdiense (alternativa: mirar para otro lado).

Los amantes de la bici y la carrera sufrimos en las calles de Madrid una odiosa contaminaci¨®n, ruidos, suciedad, polvo, zanjas, vallas, falta de carriles-bici e incomprensi¨®n de conductores y peatones; en los parques, falta de agua en las fuentes y talas de ¨¢rboles; en los polideportivos, suciedad, falta de agua caliente y ruina generalizada en las instalaciones. Estos problemas los sufrimos todos los d¨ªas del a?o. Todos. Excepto dos ma?anas, en las que, en nuestra inocencia, sentimos la calle nuestra: el D¨ªa de la Bicicleta y el Marat¨®n Popular de Madrid. Esos dos d¨ªas, si no es mucho pedir, tr¨¢guense sus demonios y dejen que disfrutemos, que el resto del a?o ya podr¨¢n hacer sus cosas con tranquilidad.