Miriam G¨®mez abre el ciclo 'Di¨¢logo entre islas'
Miriam G¨®mez y el periodista canario Fernando Delgado abrieron ayer, en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid, el ciclo Di¨¢logo entre islas, organizado por Canarias Crea. Miriam G¨®mez dialog¨® de sus a?os en Cuba con su esposo, Guillermo Cabrera Infante (fallecido el pasado febrero), del exilio en el Reino Unido y de "la isla dentro de la isla" que es su apartamento de Londres.
Miriam G¨®mez tan s¨®lo dedic¨® un minuto al r¨¦gimen castrista. "Hay que hablar de islas alegres, no tristes, y en Cuba hay terror a una sola persona. Les aconsejo a los espa?oles que viven all¨ª que cuando llegue el desmayo final dejen la isla, porque su abuso ha sido mucho y les va a pasar algo". Aunque dej¨® claro que sus mejores amigos son espa?oles.
Miriam G¨®mez naci¨® en 1940 en Cuba, en el seno de una familia modesta que viv¨ªa en un pueblo tabacalero. Pronto se mudaron a La Habana para que sus cuatro hermanas mayores encontraran marido. Y en la capital ella tambi¨¦n lo encontr¨® de forma atropellada: "Regresaba a la Escuela de Arte Dram¨¢tico cuando la guagua pas¨® por delante de Carteles, la revista en la que trabajaba Guillermo". "Este hombre subi¨® al autob¨²s y empez¨® a desnudarme con la vista, y yo loca por llegar a mi parada. Se baj¨® ¨¦l tambi¨¦n y pens¨¦ que era un loco". El escritor era amigo del director de la escuela y pidi¨® conocerla. Acompa?ados, fueron a un bar en el muelle y all¨ª una mujer le ech¨® las cartas a petici¨®n del autor de Tres tristes tigres, y le dijo: "Ustedes van a amarse mucho, a separarse y de nuevo a amarse mucho". Y yo pens¨¦: "A este hombre la hechicera le ha robado 25 centavos porque no me voy a casar con un bajito prieto".
La adivinadora ten¨ªa raz¨®n y pronto se casaron. En 1965 el exilio les llev¨® a Londres. "Nos trajimos la isla a cuestas y nuestro apartamento se convirti¨® en una isla por la que pasaban j¨®venes espa?oles que quer¨ªan ser escritores: Vicente Molina Foix, Juan Cruz...". Sobre el ¨²ltimo nobel de Literatura, cont¨®: "A Harold Printer se le han dedicado muchas p¨¢ginas en Espa?a por el Premio Nobel, y en el Times, apenas una. Es demasiado ex¨®tico para ellos", piensa. Una reflexi¨®n que le hizo recordar una an¨¦cdota no desvelada: "Harold es muy latino, con una vanidad que le encanta. Una vez, cenando nosotros con Paul Auster, Harold, con su esposa llena de ira, empez¨® a enamorar a la mujer de Auster, que es bell¨ªsima. Eso un ingl¨¦s nunca lo hubiera hecho. ?Menudo coqueteo tropical!".
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