La investigaci¨®n apunta a un delito de conspiraci¨®n desde la oficina de Cheney

A mediados de 2004, el fiscal Patrick Fitzgerald ten¨ªa casi lista su investigaci¨®n. Mucha de la informaci¨®n supon¨ªa ampliar el foco inicial sobre la presunta ilegalidad de la filtraci¨®n del nombre de Valerie Plame. "Fitzgerald se meti¨® de cabeza en la operaci¨®n de uranio y la coloc¨® en su contexto. Hace unos meses me dijeron que John Hannah pod¨ªa ser uno de los miembros del c¨ªrculo de Dick Cheney que se hab¨ªa dado la vuelta y estaba colaborando con Fitzgerald. No lo cre¨ª. Pero parece que es as¨ª", dijo a EL PA?S el abogado Scott Horton, presidente de la comisi¨®n de derecho internacional de la American Bar Association. "Se entiende que el fiscal especial vaya a optar por aplicarles a todos el delito de conspiraci¨®n", a?adi¨®.

?Colocar la operaci¨®n uranio enriquecido en su contexto? En efecto: Fitzgerald ha solicitado a la Casa Blanca material de las reuniones del llamado White House Irak Group (WHIG), el Grupo Irak de la Casa Blanca, creado en septiembre de 2002 para coordinar toda la informaci¨®n confidencial sobre Irak y su difusi¨®n p¨²blica posterior. Lewis Libby, el jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney, dirig¨ªa las reuniones y en muchas de ellas participaba el propio Cheney. Era la CIA paralela. Se nutr¨ªa, seg¨²n se acreditar¨ªa m¨¢s tarde, con la informaci¨®n sesgada que aportaban los pol¨ªticos iraqu¨ªes Ahmed Chalabi e Iyad Alaui y sus colaboradores para justificar la invasi¨®n de Irak.

Cheney, que no se fiaba de la CIA, ya hab¨ªa intentado en febrero de 2002 que la agencia averiguara m¨¢s datos sobre la presunta compra de uranio enriquecido por parte de Irak, una inquietud que llev¨® a la CIA, mira por d¨®nde, a enviar a Joe Wilson a N¨ªger.

A mediados de 2004, Fitzgerald terminaba su investigaci¨®n. Fue ¨¦se el momento en el que, siguiendo las instrucciones que gu¨ªan la actuaci¨®n de los fiscales, decidi¨® que necesitaba la comparecencia de dos periodistas: Matt Cooper, de la revista semanal Time, y Judith Miller, del diario The New York Times. Tras conseguir el apoyo del gran jurado, Fitzgerald acudi¨® al juez federal del distrito, Thomas Hogan, a quien present¨® sus pruebas. Le estaba pidiendo algo muy grave: enviar a los dos periodistas a prisi¨®n por el delito de desacato si no prestaban declaraci¨®n. Hogan vio el material y no dud¨® en declararles en desacato: decret¨® prisi¨®n.

Los periodistas anunciaron recursos. La medida de c¨¢rcel fue suspendida. El tribunal de apelaciones decidi¨® a finales de febrero de 2005 desestimar los recursos. El 29 de junio, el juez Hogan conmin¨® a los periodistas "a declarar o sufrir prisi¨®n". El juez dijo que el plazo de prisi¨®n ser¨ªa de 120 d¨ªas, pues el gran jurado expira el 28 de octubre de 2005.

Matt Cooper prest¨® declaraci¨®n. Revel¨® que fue Karl Rove quien le habl¨®, por primera vez, el 8 de julio de 2003 de la esposa de Wilson como la agente de la CIA que recomend¨® enviar a su marido a N¨ªger. Rove nunca hab¨ªa mencionado este hecho ni ante el FBI ni ante el gran jurado. S¨ª hab¨ªa reconocido haber hablado con Robert Novak, el autor de la informaci¨®n sobre Plame.

Destrucci¨®n masiva

Judith Miller, que hab¨ªa escrito durante 2002 y 2003 las principales informaciones sobre la existencia de armas de destrucci¨®n masiva en Irak, basada en lo que le filtraban el WHIG y Ahmed Chalabi, seg¨²n qued¨® acreditado en documentos internos del diario, se neg¨® a declarar invocando su compromiso de confidencialidad El 6 de julio de 2005 ingres¨® en una c¨¢rcel de Alexandr¨ªa.

El 29 de septiembre de 2005, tras 85 d¨ªas en prisi¨®n, la periodista lleg¨® a un acuerdo con su fuente, Irving Lewis Scooter Libby, por el cual ¨¦ste le autorizaba a declarar. Era un "s¨ª, pero". Por carta, Libby le suger¨ªa que prestara testimonio sobre dos reuniones mantenidas en julio de 2003, antes de la filtraci¨®n. Libby le recordaba tambi¨¦n que otros periodistas ya hab¨ªan declarado sobre las conversaciones que hab¨ªan mantenido con ¨¦l en el sentido de que no se hab¨ªa hablado sobre Plame. La mano derecha de Cheney estaba teledirigiendo el testimonio.

Miller sali¨® en libertad el 29 de septiembre y declar¨® al d¨ªa siguiente. Al parecer intent¨® cumplir la sugerencia de Libby. S¨®lo habl¨® sobre sus dos encuentros del mes de julio. Y dej¨® constancia de que fue Libby quien le habl¨® de la esposa de Wilson y sus destinos en la CIA. Pero, a?adi¨®, Libby no hab¨ªa mencionado su nombre. Sin embargo, Fitzgerald, como asegura su amigo Anthony Bouza, es un mal enemigo. Sali¨® un tercer encuentro. El que m¨¢s interesaba al fiscal: el 23 de junio de 2003, dos semanas antes de que apareciera el art¨ªculo de Wilson. La periodista dej¨® el gran jurado y m¨¢s tarde anunci¨® que hab¨ªa encontrado en su despacho una libreta de notas en las que se dejaba constancia de un tercer encuentro, el del 23 de junio. Muy cerca de los datos que le hab¨ªa aportado en la libreta, figuraba un nombre: Valerie Flame. Hab¨ªa un error. Flame en lugar de Plame, el nombre correcto.

Fitzgerald le pregunt¨® por la anotaci¨®n. La periodista dijo que no cre¨ªa que fuera Libby quien le hubiera dicho el nombre, seg¨²n hab¨ªa declarado en su primera comparecencia. El fiscal le pregunt¨® qui¨¦n pod¨ªa ser si no Libby.

-No puedo recordar de donde viene, cuando lo escrib¨ª o por qu¨¦ el nombre est¨¢ mal escrito. No creo que el nombre venga de Libby. Porque la anotaci¨®n no aparece en la misma parte de mi libreta que las notas de la entrevista con ¨¦l, explic¨® Judith Miller.