Punto de partida
La propuesta de reforma del mercado laboral que ha presentado el Ministerio de Trabajo ha provocado las primeras fricciones con los agentes sociales, en especial con los empresarios agrupados en la patronal CEOE. El Gobierno acepta el principio general de que debe aumentarse la estabilidad del mercado -hoy un tercio de los contratos son temporales- y, a cambio, se puede flexibilizar el despido disminuyendo la indemnizaci¨®n a 33 d¨ªas por a?o. El problema surge cuando se aplican las condiciones de esta flexibilidad. Trabajo propone que los nuevos contratos fijos con indemnizaci¨®n de 33 d¨ªas se apliquen autom¨¢ticamente a los parados con un mes de antig¨¹edad en el registro -hasta ahora eran seis meses el plazo exigido-, con lo cual, de paso, el te¨®rico abaratamiento se convierte en indemnizaciones m¨¢s caras para trabajadores antes desprotegidos; y exige a las empresas de contratas y subcontratas que conviertan en permanentes los contratos temporales, puesto que su actividad es continua.
Los empresarios entienden que la extensi¨®n del contrato de 33 d¨ªas es muy limitada y se disponen a elaborar una propuesta distinta; los sindicatos consideran exactamente lo contrario, y a?aden una cierta irritaci¨®n por el hecho de que el Gobierno no se haya decidido a penalizar la contrataci¨®n temporal a trav¨¦s de las cotizaciones. Tales diferencias de opini¨®n son pr¨¢cticamente inevitables y relativamente f¨¢ciles de eliminar mediante una negociaci¨®n concienzuda. En todo caso, ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil conseguir un acuerdo si, como entienden los sindicatos, la propuesta de Trabajo es un punto de partida para discutir detalles m¨¢s precisos y nuevos ¨¢mbitos de aplicaci¨®n. Carece de sentido negar una propuesta que, por definici¨®n y tradici¨®n, nunca ha sido la ¨²ltima palabra en negociaciones anteriores. Un segundo c¨¢lculo a favor de la idea es que cualquier proceso de reforma -y el mercado de trabajo es especialmente delicado- debe propagarse con moderaci¨®n relativa. Es preferible comprobar cu¨¢les son los efectos de los nuevos contratos en ¨¢mbitos localizados antes que certificar un fracaso generalizado de la reforma.
No hay motivos reales para romper la baraja; ni siquiera para amenazar con romperla. S¨ª lo hay, por el contrario, para no confundir m¨¢s el calentamiento previo al partido con el partido mismo y meterse de lleno en el debate a tres bandas sobre la reforma del mercado de trabajo, que, con las apelaciones a la prudencia que se quiera, debe estar ya entre las m¨¢s lentas y aplazadas de la historia econ¨®mica espa?ola.
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