Despedida de Haro Tecglen
Llegu¨¦ a Espa?a hace unos a?os desde Chile, ese lejano pa¨ªs de esquina con vista al mar. Vine para quedarme, motivada no por la necesidad o la falta de oportunidades, sino por algo tan antiguo como el amor.
Mientras montaba casa e intentaba entender la cotidianeidad de este pa¨ªs, mientras mi biolog¨ªa se adaptaba, maltrecha, al brutal cambio horario, cada ma?ana, cuando en una l¨®gica inmemorial mi flamante novio marchaba a trabajar y me quedaba completamente sola, sin conocer a nadie en esta Espa?a ruidosa y vibrante, cog¨ªa el peri¨®dico y, disciplinadamente, lo le¨ªa completo, de cabo a rabo. Me lo tragaba todo. Lo que me interesaba: internacional, editoriales, cultura, sociedad, cartelera. Lo que no me interesaba: detalles de pol¨ªtica local, sucesos, anuncios. Lo que no leer¨ªa nunca: sucesos, deportes (no es una cr¨ªtica a los editores de deportes, es simplemente que los deportes me resulta fatigoso leerlos, basta con un resumen en un telediario).
Pronto lo encontr¨¦. No fue un flechazo (el agotamiento hac¨ªa estragos al llegar a las ¨²ltimas p¨¢ginas del peri¨®dico, no olviden los efectos del cambio horario). Fue una amistad pausada. Progresiva. Poco a poco fui acerc¨¢ndome al pensamiento de este hombre arduo. Me costaba creer su templanza. Buscaba la sombra velada del oportunismo en sus opiniones. No la encontr¨¦ jam¨¢s. Es muy dif¨ªcil contemplar gente completamente coherente. Todos hacemos aguas por alg¨²n sitio. El pensamiento de Haro Tecglen, no. Se transform¨® en ese ser cercano que te habla desde otro sitio. Me hizo sentir que en este pa¨ªs hab¨ªa gente que se parec¨ªa a tantos chilenos que necesitaban decir aquello que no est¨¢ bien visto...
Me hizo sentir que pronto tendr¨ªa amigos, que seguro que aqu¨ª estar¨ªa a gusto, porque hay gente capaz de decir lo que piensa... Hoy estamos desolados, nos falta la mirada de Eduardo. El mundo no ser¨¢ el mismo. Nos ha dejado un amigo.- Sandra Galarce Cid. Majadahonda, Madrid.
Cuando comenc¨¦ a leer este diario en mi adolescencia descubr¨ª una columna titulada Visto / O¨ªdo que me impresion¨®. Un tipo llamado Eduardo escrib¨ªa de una forma diferente a los dem¨¢s. Sus palabras, llenas de iron¨ªa y reivindicaci¨®n, de sarcasmo y de denuncia, hablaban de las injusticias y desigualdades que solemos realizar los seres humanos, y m¨¢s generalmente esa derecha rancia que lo sol¨ªa atacar como demagogo e irreal. A partir de ese d¨ªa, cada vez que le¨ªa EL PA?S comenzaba por su columna y cada una de ¨¦stas, a lo largo de los a?os, han hecho enriquecer y ampliar mi forma de pensar. Hoy
echo de menos sus palabras, que ya no podr¨¦ volver a leer, y ,aunque no conoc¨ªa personalmente a Eduardo, me sent¨ªa vinculado a ¨¦l a trav¨¦s de su forma de pensar y de escribir.
Iv¨¢n Iglesias Arn¨¦s
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.