Apocalipsis
"PARA ESTA nueva especie cualquier cosa que se presentara como arte merec¨ªa respeto autom¨¢tico y sesudo an¨¢lisis", afirma Jacques Barzun en Del amanecer a la decadencia. Quinientos a?os de vida cultural en Occidente. De 1500 a nuestros d¨ªas (Taurus), refiri¨¦ndose a la nueva generaci¨®n de entreguerras del pasado siglo. "Cuando una nueva obra o estilo no era f¨¢cil de apreciar, costaba contemplarla o, incluso, resultaba repulsiva", contin¨²a Barzun, "ellos la encontraban inquietante. Medio siglo despu¨¦s, a menos que al cr¨ªtico le parezca inquietante, perturbadora, cruel o perversa, se rechazar¨¢ por considerarse acad¨¦mica, no s¨®lo carente de inter¨¦s sino despreciable. Mediante la alquimia de la guerra, el burgu¨¦s est¨²pido se hab¨ªa convertido en el d¨®cil consumidor de mediados y finales del siglo XX".
Esta descripci¨®n de la situaci¨®n del arte contempor¨¢neo, incluida en un cap¨ªtulo titulado 'El artista profeta y buf¨®n', podr¨ªa a su vez calificarse de "inquietante", "perturbadora", "cruel" o "perversa" y, todav¨ªa m¨¢s, de "apocal¨ªptica", emplazando a su autor en la dial¨¦ctica ir¨®nica de ese ensayo, ya casi olvidado, del entonces joven Umberto Eco que divid¨ªa a los cr¨ªticos culturales de la segunda mitad del XX en "apocal¨ªpticos e integrados en la nueva cultura de masas". No es as¨ª, porque Barzun es un historiador y de tan s¨®lida formaci¨®n como para haber apreciado que el ser humano suele proclamar el fin del mundo cuando simplemente desaparece el suyo propio, lo cual no deja de ser tr¨¢gico porque no tiene otro. En este sentido, lo que ¨¦l llama "la alquimia de la guerra", la de la Gran Guerra, ciertamente acab¨® con el arte de vanguardia, para iniciar la era, en la que hoy nos encontramos, de la cultura popular, del pop, a la que algunos denominan, con confusa pomposidad, "posmodernismo", una forma segura de integraci¨®n social porque reduce todas las expectativas a un futuro tecnol¨®gico de poderes m¨¢gicos.
El enciclop¨¦dico y, sin embargo, ameno libro de Barzun lo que hace es, sin embargo, bucear en los pasados cinco siglos para explicarnos c¨®mo y por qu¨¦ somos como somos hoy. Aunque en su repaso hist¨®rico da cuenta de innumerables cambios, todos, a su juicio, fueron fraguados a trav¨¦s de tres principios revolucionarios: la emancipaci¨®n de la conciencia individual que aport¨® la Reforma protestante y la transferencia violenta de poder y propiedad en nombre de una idea, que cristalizaron en la Revoluci¨®n Francesa y la revoluci¨®n rusa.
Si nada resta, tras estos terremotos, de inconmovible en el humano paisaje, es l¨®gico que nuestra fe en la maleabilidad de lo real sea absoluta. Estamos en continuo trance de experimentarnos como objetos de nosotros mismos. El ¨²nico problema al respecto es, en todo caso, que se nos olvide c¨®mo fuimos y, claro, no sepamos de qu¨¦ manera entonces vamos progresando. No hay que olvidar el origen, no porque sea la ¨²nica forma de regresar a ¨¦l, sino, principalmente, de conocer c¨®mo progresamos de verdad o, quiz¨¢, s¨®lo en apariencia.
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