Democracia: exportabilidad e inclusi¨®n
En mi ya larga vida de estudioso he sido muy extravagante, he ense?ado asignaturas muy distintas y me he ocupado de todo un poco, de asuntos muy variados. Y es que soy un animal curioso. Pero en mi extravagancia la democracia, la teor¨ªa de la democracia, ha sido un hilo conductor constante. En esta solemne ocasi¨®n me siento obligado, por eso, a volver a este antiguo y nunca adormecido amor.
Desde la Segunda Guerra Mundial en adelante la democracia, la liberal-democracia, ha estado en expansi¨®n; y la ca¨ªda del r¨¦gimen sovi¨¦tico y de su ideolog¨ªa le ha abierto nuevos espacios de conquista. Pero, mientras que la econom¨ªa se ha hecho verdaderamente global (en el sentido de que la econom¨ªa de mercado ha desbaratado realmente la planificaci¨®n econ¨®mica colectivista de tipo sovi¨¦tico), los sistemas pol¨ªticos permanecen divididos, en el mundo, entre democracias y no democracias. Y esta constataci¨®n abre el interrogante sobre la exportabilidad de la democracia (en qu¨¦ medida y en qu¨¦ condiciones). Est¨¢ claro que este interrogante presupone que la democracia nace desde y en la civilizaci¨®n occidental, y que las denominadas "democracias de los otros" son imaginarias (tal y como era imaginaria y estafadora la noci¨®n de democracia comunista). Dicho esto, en lo que se refiere a la exportabilidad-difusi¨®n de la democracia existen (estoy simplificando, est¨¢ claro) dos teor¨ªas b¨¢sicas.
La integraci¨®n necesaria y suficiente es la adhesi¨®n a los principios democr¨¢ticos
Siempre es mejor ser pobres 'libres', en libertad, que no pobres en esclavitud
La primera teor¨ªa es economicista: y es que la democracia se ve obstaculizada por la pobreza y est¨¢ relacionada con el bienestar. Hist¨®ricamente no ha sido as¨ª: la liberal-democracia como demo-protecci¨®n, o sea, como sistema de libertad y de protecci¨®n constitucional, naci¨® en sociedades pobr¨ªsimas; y el liberalismo instituye el Estado limitado, el control del poder y la libertad desde (desde el Estado); nada m¨¢s y s¨®lo esto. Pero hoy ya no es as¨ª. Hoy a la demo-protecci¨®n se a?ade un demo-poder que exige demo-distribuciones (de riqueza). Y en este contexto la tesis de los economistas llega a ser que, si produces riqueza, al final produces democracia. La tesis de los soci¨®logos es m¨¢s prudente. En la versi¨®n cl¨¢sica de S. M. Lipset, "cuanto m¨¢s pr¨®spero es un pa¨ªs, es m¨¢s probable que sostenga la democracia". S¨ª, es verdad. O sea, es verdad que el bienestar facilita la democracia. La duda, actualmente, es si el bienestar continuar¨¢ creciendo, y si la guerra a la pobreza (en el mundo) podr¨¢ ser vencida.
Personalmente lo dudo. En menos de un siglo la poblaci¨®n mundial se ha triplicado. Hoy somos m¨¢s de seis mil millones, y continuamos aumentando en 70 millones al a?o: todos en pa¨ªses pobres, y probablemente destinados a seguir si¨¦ndolo. De lo cual me limito a deducir, aqu¨ª, que la teor¨ªa economicista no nos debe hacer olvidar que la democracia como sistema pol¨ªtico de demo-protecci¨®n es un bien en s¨ª mismo, y que es siempre mejor ser pobres "libres", en libertad, que no pobres en esclavitud.
La segunda teor¨ªa es cultural y de "visiones del mundo". Si es verdad -como lo es- que la democracia liberal nace del seno de la cultura occidental y en funci¨®n de su laicizaci¨®n, entonces tenemos que esperar que, de vuelta por el mundo, se encuentre con resistencias, incluso reacciones de rechazo, culturales. S¨ª y no. La democracia se ha exportado al Jap¨®n por la fuerza de las armas, pero despu¨¦s ha arraigado. En India la democracia es una herencia inglesa, pero ha sido plenamente adoptada. As¨ª pues, se dan casos de exportaciones culturalmente improbables que sin embargo han sido un ¨¦xito. Existe, sin embargo, una segunda cara de la moneda: la de la importaci¨®n (inmigraci¨®n) a Occidente de culturas al¨®genas. Aqu¨ª el problema es de integraci¨®n y la pregunta es si los asi¨¢ticos, indios, africanos, ¨¢rabes se integran o no, aceptan o no las instituciones democr¨¢ticas de los pa¨ªses en los cuales se casan. Tambi¨¦n a este prop¨®sito se puede responder que a veces s¨ª y a veces no. Pero para ser m¨¢s precisos hay que puntualizar qu¨¦ se entiende por integraci¨®n. Para empezar integraci¨®n no es asimilaci¨®n. Los indios, japoneses, chinos, trasplantados a Occidente mantienen su identidad cultural (y en este sentido no se dejan asimilar), y sin embargo se han integrado en la ciudad democr¨¢tica y se han hecho buenos ciudadanos de ella. Y en este resultado no hay ninguna contradicci¨®n. Porque la integraci¨®n necesaria y suficiente es solamente la adhesi¨®n a los principios ¨¦tico-pol¨ªticos de la democracia como sistema pol¨ªtico. Nada m¨¢s, pero tampoco nada menos.
Entonces, ?cu¨¢l es el elemento, el factor, que hace r¨ªgida, casi impermeable, una identidad cultural?
A m¨ª me parece indudable que es el factor religioso, y m¨¢s concretamente el monote¨ªsmo, la fe en un Dios ¨²nico que por eso mismo es el ¨²nico Dios verdadero. Este monote¨ªsmo puede ser neutralizado y detenido -como sistema de dominio teocr¨¢tico- por la rebeli¨®n de una sociedad laica que separa la religi¨®n de la pol¨ªtica. Esta separaci¨®n ocurri¨® en el mundo cristiano desde el 1600 en adelante. Pero no ha pasado en el islam, que era y sigue siendo culturalmente un sistema teocr¨¢tico que todo lo abarca (de todo mezclado junto).
As¨ª pues, ?voluntad del pueblo o voluntad de Dios? Mientras prevalece la voluntad de Dios, la democracia no penetra, ni en t¨¦rminos de exportaci¨®n (territorial) ni en t¨¦rminos de interiorizaci¨®n (donde quiera que el creyente se encuentre). Y el dilema entre voluntad del pueblo y voluntad de Dios es y seguir¨¢ siendo -por robarle un t¨ªtulo a Ortega y Gasset- el tema de nuestro tiempo.
Majestad, Alteza, he terminado. Pero no puedo acabar sin decir (aunque est¨¢ claro sin decirlo) lo honrado y profundamente conmovido que me siento por el premio que me ha sido otorgado. Gracias, gracias de coraz¨®n.
Discurso ¨ªntegro de Giovanni Sartori.
Babelia
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