Militares, ?para qu¨¦?
El autor defiende, ante las nuevas necesidades, el cambio en la pol¨ªtica de Defensa que plantea la ley que se tramita en el Senado."La guerra es la guerra y los militares no son hermanitas de la caridad". ?sta es toda la doctrina militar que el PP tiene para ofrecer a los espa?oles, justo cuando las condiciones para la seguridad han cambiado tanto y con tanta rapidez en el mundo.
?Qu¨¦ Fuerzas Armadas necesitamos? Experiencias recientes nos pueden ayudar a despejar esta inc¨®gnita. Como aquel terrible genocidio, fr¨ªo, premeditado, de casi un mill¨®n de tutsis en Ruanda, entre abril y mayo de 1994. Hoy sabemos que esta terrible matanza, este holocausto olvidado, podr¨ªa haberse evitado con apenas 15.000 soldados de la ONU con mandato para imponer la paz. No un poderoso ej¨¦rcito de 200.000, ni de 100.000 efectivos. No, tan s¨®lo 15.000 hermanitas de la caridad frente a un mill¨®n de asesinatos. ?Qu¨¦ Fuerzas Armadas? A esto se refiere el presidente del Gobierno cuando habla de militares para construir la paz en el mundo. Un cambio estrat¨¦gico en la pol¨ªtica de defensa frente a nuevos riesgos. Ni el choque de civilizaciones, ni los pozos de petr¨®leo, ni las guerras ideol¨®gicas. En nuestro mundo, tambi¨¦n para Espa?a, el m¨¢s poderoso objetivo geoestrat¨¦gico, la mayor amenaza a la paz y seguridad internacionales est¨¢ en la violaci¨®n de los derechos humanos. "No tendremos desarrollo sin seguridad, no tendremos seguridad sin desarrollo y no tendremos ni seguridad ni desarrollo si no se respetan los derechos humanos", en palabras de Kofi Annan.
Como dec¨ªa Clemenceau, lo dif¨ªcil no es hacer la guerra, sino construir la paz
"Una guerra es una guerra", dice Mariano Rajoy. Pero, ?qu¨¦ guerras? Se sigue pensando en las guerras de Clausewitz; actos de violencia destinados a doblegar al enemigo, guerras siempre entre Estados y con reglas conocidas, con un principio y un final bien definidos. Tal vez el desconocimiento de los cambios es lo que confundi¨® a quienes creyeron que hab¨ªa terminado la guerra de Irak, justo cuando s¨®lo empezaba. Las nuevas Fuerzas Armadas deben responder a nuevos criterios estrat¨¦gicos relacionados con nuevos riesgos, a nuevas necesidades operativas y, en fin, a un conjunto de capacidades que ya no pueden ser las necesarias para unas guerras que no existen. La nueva Ley de la Defensa Nacional responde a una concepci¨®n de los ej¨¦rcitos, apoyada por los espa?oles, como muestran todos los estudios de opini¨®n sobre la cuesti¨®n. Necesitamos unas Fuerzas Armadas capaces de desplazarse en poco tiempo a largas distancias, a veces a muchos miles de kil¨®metros, para permanecer all¨ª durante mucho tiempo. Ya no son ¨²tiles unas Fuerzas Armadas ancladas como ¨¢rboles en el territorio. Nuestros militares deben adquirir habilidades profesionales que respondan a las nuevas necesidades estrat¨¦gicas y operativas, en el interior y en el exterior. Cierto que han de estar preparados para el uso de la fuerza, pero los conflictos m¨¢s habituales a los que han de enfrentarse est¨¢n cada vez m¨¢s pr¨®ximos a funciones de mantenimiento de la paz, con trabajos de polic¨ªa unas veces, otras con tareas m¨¢s tradicionales como separar a contendientes o controlar el espacio a¨¦reo, o bien a garantizar la libertad de movimientos, colaborar en la extinci¨®n de incendios o ante grandes cat¨¢strofes. Han de estar preparados para crear entornos de seguridad en lugares sin Estado, para imponer la paz con intervenciones humanitarias ante genocidios en marcha, o para proporcionar seguridad en un proceso electoral. En fin, nuevos soldados frente a nuevos riesgos.
En esta definici¨®n de misiones militares que hace la nueva ley, ?es Afganist¨¢n lo mismo que Irak, como quiere el PP? En concreto, ?qu¨¦ hacemos en Afganist¨¢n? All¨ª nos ocupamos de un equipo de reconstrucci¨®n provincial, de una operaci¨®n c¨ªvico-militar de ayuda para la que la condici¨®n previa es crear seguridad, imposible sin nuestros militares, como demostr¨® la salida de las ONG de la zona por falta de seguridad; nos encargamos de apoyo log¨ªstico desde Herat a varios equipos como el nuestro; tenemos un equipo sanitario, as¨ª como una unidad de protecci¨®n y apoyo a¨¦reo; adem¨¢s, de manera temporal hemos aportado, en respuesta a una petici¨®n de Kofi Annan, un batall¨®n electoral. Como suele decir el ministro Jos¨¦ Bono, estamos donde quieren los espa?oles que estemos. No se podr¨¢ interpretar nuestra presencia all¨ª por ego¨ªstas intereses estrat¨¦gicos de pa¨ªses ricos en una zona del planeta. No, Afganist¨¢n no es Irak. ?Misi¨®n de paz o intereses ego¨ªstas de pa¨ªses ricos? Para averiguarlo, compru¨¦bese si la poblaci¨®n nos ve como ocupantes o no.
Lo que algunos parlamentarios espa?oles pudimos ver el pasado agosto sobre el terreno, en el oeste de Afganist¨¢n, no era una relaci¨®n entre ocupantes y ocupados. Actuamos en uno de esos pa¨ªses sin Estado o con un Estado fallido, con la intenci¨®n de mejorar la vida de millones de personas sumidas en el c¨ªrculo vicioso del conflicto, la mala gobernanza y la pobreza. Seg¨²n datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, m¨¢s del 75% de estos Estados fr¨¢giles est¨¢n afectados por conflictos, con grandes movimientos de refugiados, tr¨¢fico de drogas y, como en el caso de Afganist¨¢n, son utilizados como base de actividad terrorista. Y todos son fuente de emigraciones masivas. En cualquier estrategia para una paz duradera y para la estabilidad en el mundo, la intervenci¨®n humanitaria en estos pa¨ªses se ha convertido en esencial para la comunidad internacional. ?Irak? No hab¨ªa armas de destrucci¨®n masiva. La paz y la seguridad en el mundo no le deben nada a esa intervenci¨®n. ?Afganist¨¢n? Es verdad que a muchos les cuesta evaluar un trabajo militar por criterios que no sean los de la eficacia de destrucci¨®n propia de las guerras espectaculares, pero, con palabras de George Clemenceau, lo dif¨ªcil no es hacer la guerra, lo dif¨ªcil es construir la paz.
?Para qu¨¦ las Fuerzas Armadas hoy? Si recordamos el genocidio de Ruanda, podremos concluir que un mundo m¨¢s digno, y tambi¨¦n m¨¢s seguro, depende en gran medida del empleo adecuado de las Fuerzas Armadas. Un mundo sobre el que ya nos advirti¨® Kant, en Sobre la paz perpetua, "la violaci¨®n del derecho en un punto de la tierra repercute en todos los dem¨¢s".
Jes¨²s Cuadrado Bausela es diputado por Zamora y portavoz del PSOE en la Comisi¨®n de Defensa en el Congreso.
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