El p¨¦ndulo del PNV
Abri¨¦ndose paso en medio del fragor producido durante las ¨²ltimas semanas por la propuesta de reforma del Estatuto de Catalu?a, el PNV ha recordado otra vez sus pretensiones sobre el redise?o del mapa territorial del poder en Espa?a aunque introduciendo algunos nuevos matices; ETA tambi¨¦n ha participado -a su estilo- en el debate con la explosi¨®n de cuatro bombas en varios juzgados del Pa¨ªs Vasco y Navarra. El documento aprobado el 10 de octubre por el Consejo Nacional del PNV es el resultado de un dif¨ªcil compromiso entre las posiciones moderadamente reformadoras de la corriente mayoritaria representada por su presidente, Josu Jon Imaz, y las resistencias abiertamente conservadoras del sector cr¨ªtico encabezado por Joseba Egibar. Esa coexistencia de elementos contradictorios dentro del ideario del nacionalismo vasco, por lo dem¨¢s, no es un dato sorprendente; en el ep¨ªlogo al compendio de su documentada historia del PNV, Santiago de Pablo y Ludgeer Meer describen c¨®mo El p¨¦ndulo patri¨®tico (Cr¨ªtica, 2005) entre autonom¨ªa e independencia, moderaci¨®n y radicalismo, modernidad y tradici¨®n, ha marcado la vida cotidiana del partido casi desde su fundaci¨®n en 1895.
Aunque nadie pueda pronosticar a ciencia cierta si ese vaiv¨¦n seguir¨¢ oscilando r¨ªtmicamente o se detendr¨¢ finalmente en alguno de los extremos, la ambigua resoluci¨®n del PNV contiene elementos que permiten conjeturar el inicio de un lento viraje cuyo objetivo es cambiar el rumbo soberanista emprendido en 1998 por el pacto de Estella y proseguido hasta las elecciones auton¨®micas de 2005 por el plan Ibarretxe. No obstante, el documento mantiene suficientes v¨ªnculos de continuidad -expl¨ªcitos e impl¨ªcitos- con la doctrina oficial como para hacer factible el mantenimiento de la unidad interna del partido y el entendimiento con el Gobierno tripartito de Vitoria. En cualquier caso, el reconocimiento del "pluralismo de la sociedad vasca", no ya como "un mal menor" en impaciente espera de una definitiva homogeneizaci¨®n final de signo nacionalista, sino como un valor en s¨ª mismo "consustancial, enriquecedor y positivo", implica un claro distanciamiento respecto a las discriminatorias pol¨ªticas de exclusi¨®n que reservan la condici¨®n de verdaderos vascos a los militantes, simpatizantes o votantes nacionalistas.
El documento se pronuncia a favor de "(re)construir el tejido de confianza entre las formaciones pol¨ªticas vascas", considera "permanentes e inevitables" los conflictos "de derechos, valores e intereses entre unas y otras identidades en juego" y exige como m¨¦todo de superaci¨®n de esas diferencias el establecimiento de "compromisos y acomodos viables entre las partes". La novedad m¨¢s importante en ese terreno son los mecanismos ideados por la resoluci¨®n para proteger de manera efectiva el reconocimiento ret¨®rico del pluralismo pol¨ªtico, ideol¨®gico y territorial del Pa¨ªs Vasco. Es cierto que el PNV contin¨²a dando un tratamiento equ¨ªvoco a la "consulta a la ciudadan¨ªa" -decisoria para cualquier "modificaci¨®n sustancial del marco de convivencia"- sin distinguir entre el refer¨¦ndum confirmatorio de una reforma estatutaria previamente aprobada por las Cortes y las convocatorias alegales o ilegales organizadas desde el Gobierno de Vitoria. Pero el documento subraya, en cambio, que la "consulta a la ciudadan¨ªa" no deber¨¢ ser "un arma arrojadiza" ni una excusa de los partidos para descargar sobre la sociedad su obligaci¨®n de trabajar a fin de lograr un acuerdo.
En ¨²ltima instancia, el prop¨®sito de ese futuro refer¨¦ndum en el Pa¨ªs Vasco ser¨ªa "conseguir una mayor adhesi¨®n que la obtenida por el Estatuto de Gernika": la capacidad de superar ese list¨®n constituir¨ªa "la piedra angular" y "la referencia b¨¢sica" de cualquier futuro punto de encuentro democr¨¢tico. El plan Ibarretxe requer¨ªa ¨²nicamente para la validez de su refer¨¦ndum la mayor¨ªa de votantes, abstracci¨®n hecha del porcentaje sobre el total y de la participaci¨®n en las urnas. La transposici¨®n aritm¨¦tica del nuevo compromiso del PNV exige, en cambio, que la eventual consulta popular sobre la reforma del Estatuto de Gernika iguale cuando menos los resultados del refer¨¦ndum del 25 de octubre de 1979: un 90,20% de votos afirmativos con una participaci¨®n en las urnas del 58,86%, esto es, el respaldo del 53,13% del censo electoral vasco.
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