La resurrecci¨®n de Vivaldi
En los vaivenes que experimenta d¨ªa a d¨ªa, en cuanto a valoraci¨®n art¨ªstica, la historia de la m¨²sica, el caso Vivaldi es de los m¨¢s singulares. A ello no es ajena la popularidad de una obra como Las cuatro estaciones, que, por una parte, ha supuesto la consagraci¨®n del autor en todos los rincones del planeta y, por otra, un obst¨¢culo para el conocimiento del resto de su producci¨®n.
Lo cierto es que hace un siglo, el compositor veneciano era un perfecto desconocido, al menos en su obra vocal, sacra e, incluso, oper¨ªstica. La recuperaci¨®n de Vivaldi ha sido, en su gama m¨¢s amplia, uno de los hechos m¨¢s importantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Es un fen¨®meno que no cesa, lo cual ha llevado a expertos en su obra como Fr¨¦deric D¨¦lam¨¦a a preguntarse: "Tras haber sido el desconocido m¨¢s c¨¦lebre del siglo XX musical, ?se hallar¨¢ quiz¨¢s Vivaldi en una buena posici¨®n para convertirse en el m¨²sico-faro del siglo casi reci¨¦n comenzado?".
La Griselda
De Antonio Vivaldi. ?pera en versi¨®n de concierto. Ensemble Matheus. Director: Jean Christophe Spinosi. Con Maria-Riccarda Wesseling, Jane Archibald, Philippe Jaroussky, Stefano Ferrari, Iestyn Davies y Simone Kermes. Ciclo Oto?o en clave. Auditorio de la Feria de Muestras. Valladolid, 25 de octubre.
En el proceso de recuperaci¨®n -o de normalizaci¨®n- vivaldiano la importancia de un m¨²sico como Jean Christophe Spinosi es fundamental. El violinista y director franc¨¦s se est¨¢ dejando la piel en poner las cosas en su sitio. Sus versiones son de una energ¨ªa majestuosa, de una vitalidad a prueba de bombas. Imprime tal car¨¢cter a sus lecturas que, o bien uno se contagia y le sigue incondicionalmente donde ¨¦l quiera, o se queda a dos velas en el camino sin comprender nada. Estoy, sin duda, en el primer grupo.
Una prueba es su interpretaci¨®n de la ¨®pera La Griselda que se escuch¨® anteayer en Valladolid, en exclusiva nacional: una maravilla de fuerza y sensibilidad.
La atenci¨®n vocal se centraba en el contratenor Philippe Jaroussky. No defraud¨®, desde luego, desde el poder¨ªo y el virtuosismo, aunque a veces se ech¨® de menos un puntito de mayor cercan¨ªa. Simone Kermes jug¨® a tope, y con acierto, sus bazas sentimentales. Wesseling pas¨® de la falta de concentraci¨®n al humanismo, en una evoluci¨®n desde la inseguridad inicial hasta la serenidad de un canto sensible y tr¨¢gico. Jane Archibald, que sustitu¨ªa a Ver¨®nica Cangemi, sorprendi¨® por su prestancia y estilo y, en fin, Stefano Ferrari hizo mucho m¨¢s que cumplir con el gui¨®n, solventando las arias de agilidad con la misma naturalidad que las propiamente testimoniales.
Fue una gran noche barroca, una gran velada vivaldiana, con uno de los int¨¦rpretes del momento en este repertorio: Jean Christophe Spinosi. La edici¨®n discogr¨¢fica Vivaldi, con los manuscritos de Tur¨ªn, est¨¢ en buenas manos con artistas de este calibre. La resurrecci¨®n del compositor veneciano es algo ya fuera de toda suspicacia. Es, sencillamente, un acto de justicia.
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