Eduardo Haro Tecglen, el ¨²ltimo rojo
As¨ª dec¨ªa de s¨ª mismo Haro Tecglen. Y es verdad porque ¨¦l lo fue siempre, en lo que yo conozco desde la ¨¦poca de la revista Triunfo.
Se manifest¨® como un escritor colocado en la izquierda. Una izquierda que no se afincaba en ning¨²n partido, porque su postura era demasiado independiente para encerrarse en las filas cerradas de un partido.
Pero el tiempo pasa y lo que fue una valiente postura, que muchos segu¨ªamos, hoy es raro encontrar un pensamiento tan independiente como el suyo, y por eso ten¨ªa a gala autodenominarse "el ¨²ltimo rojo".
Una vez que d¨¢bamos unas conferencias en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, varios escritores de la revista Triunfo ya desaparecida, fuimos invitados con el fin de recordar a los alumnos lo que fue esta publicaci¨®n. All¨ª Haro alardeaba de ser el ¨²ltimo rojo, pero yo le respond¨ª: "Querido Eduardo, no eres t¨² solo un rojo, t¨² lo eres ciertamente desde tu increencia, pero yo tambi¨¦n lo soy desde mi creencia". Entonces ¨¦l me contest¨®: "Te lo concedo si me haces un hueco en el cielo". Y yo le contest¨¦: "En lo que yo pueda, concedido".
En las ¨²ltimas encuestas que hizo Gironella a cien espa?oles sobre Dios, Haro contest¨® tajantemente que ¨¦l no cre¨ªa en Dios ni en la otra vida; pero al mismo tiempo dijo que admiraba el Evangelio por su mensaje humano y social, que procuraba hacerle caso en alg¨²n modo.
Y es curioso que en eso que le atra¨ªa nos unimos los dos, porque yo creyente tampoco creo en el Dios que define el catecismo cat¨®lico que aprendimos de ni?os, porque creo que es solamente el impulso creador que mueve todo hacia delante, y a la larga hacia m¨¢s y mejor; pero es indefinible, como pens¨® san Agust¨ªn, y s¨®lo se encuentra en la fuerza de absoluto que nos mueve a ser morales, o a entregarse al arte, la justicia, o la ciencia, como pensaba Einstein en su famosa confesi¨®n llamada El poster de Einstein.
Yo conoc¨ª a Haro cuando era corresponsal en Par¨ªs del peri¨®dico vespertino Informaciones, donde yo empec¨¦ a escribir movido por el que nombraron subdirector de este diario, Manolo Cerezales, marido de mi amiga la novelista Carmen Laforet, cuando hab¨ªa recibido un importante premio por su novela Nada.
Escrib¨ªa entonces Eduardo en este peri¨®dico carlista, pero contrario en el fondo a Franco, y en el cual yo publicaba los s¨¢bados una plana religiosa.
Y cuando cambi¨® de due?os Informaciones, y pas¨® a manos m¨¢s conservadoras, no le volv¨ª a ver hasta que pasados a?os se convirti¨® la revista Triunfo en un semanario social, cultural y pol¨ªtico, cr¨ªtico en lo que se pod¨ªa, usando la forma h¨¢bil de escribir indirectamente, ¨²nica posible entonces, para insinuar con palabras de doble sentido lo que quer¨ªamos criticar de la situaci¨®n espa?ola: Haro escribiendo cr¨ªticamente de lo que pasaba allende nuestras fronteras, y que el lector entend¨ªa que era lo que pasaba en Espa?a; y yo vali¨¦ndome de las citas de grandes escritores cristianos antiguos que la censura no se atrev¨ªa a borrar.
Era ¨¦sta una revista de cine que se hab¨ªa convertido en cultural y social.
Los primeros que empezamos a hacer la transformaci¨®n, apoyados por su director Ezcurra, fuimos Eduardo Haro, Pepe Monle¨®n y yo. Y m¨¢s tarde fueron adscribi¨¦ndose Carandell y V¨¢zquez Montalb¨¢n.
Al poco tiempo se convirti¨® Haro en subdirector de la revista, que miraba todo con lupa, para que no se desviara del nuevo rumbo adquirido por este semanario, que se hizo pronto con el p¨²blico que estaba disgustado con el r¨¦gimen franquista.
Desde posturas religiosas distintas siempre dej¨® pasar Haro mis art¨ªculos sin poner ning¨²n inconveniente, salvo uno en el que hablaba yo de un movimiento suizo llamado Rearme Moral que, a pesar de la labor social que hac¨ªa un poco ingenuamente, criticaba totalmente al r¨¦gimen comunista, y eso no le gust¨® a Haro; aunque nunca perteneci¨® al partido comunista, pero sus ideas izquierdistas le imped¨ªan que se publicase ese ingenuo art¨ªculo m¨ªo, que ten¨ªa dos caras y a ¨¦l no le gustaba nada una de ellas.
Tambi¨¦n hice buena amistad con su actual mujer, procurando protegerla de las reacciones de su madre cuando se enter¨® de que sal¨ªa con Haro siendo una chiquilla.
Nos ve¨ªamos poco Haro y yo salvo en alguna presentaci¨®n de alg¨²n libro, o en el homenaje que le prepar¨® I?aki Gabilondo en el C¨ªrculo de Bellas Artes. Y ahora siento que por razones familiares no me fue posible asistir al homenaje del teatro Espa?ol, como hubiera sido mi deseo.
Creo que ha sido un fallo de la Real Academia de la Lengua no haberle nombrado acad¨¦mico, dada la pluma que ten¨ªa y la maestr¨ªa de su lenguaje; pero alguien me dijo que hab¨ªa un acad¨¦mico que hab¨ªa asegurado que mientras ¨¦l estuviera en la Academia impedir¨ªa que Haro fuese acad¨¦mico. Si "non e vero, e ben trovato".
Al final van desapareciendo escritores tan necesarios e incisivos como Eduardo Haro Tecglen.
Y as¨ª va de mal en peor la cultura y con ella la pol¨ªtica.
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