Un modelo territorial
Se ha ocupado profusamente la prensa de asuntos relacionados con el urbanismo y la arquitectura en nuestra Comunidad. Y no me refiero a aquellas secciones espec¨ªficas sobre cr¨ªtica arquitect¨®nica firmadas por especialistas como la que en Babelia resulta de obligada consulta semanal para los que nos dedicamos a estos temas, sino de asuntos de inter¨¦s general y en los que toda opini¨®n sensata es respetable: nuevas legislaciones y, sobre todo, las consecuencias de esas legislaciones cuando ya son vigentes, el desarrollo urban¨ªstico real en la Comunidad Valenciana.
He coincidido recientemente en sendos actos en los que el debate me ha resultado de particular inter¨¦s. En el primero de ellos, en Segorbe, organizado por el Consejo de C¨¢maras de la Comunidad Valenciana y auspiciado por la Consejer¨ªa de Territorio y Vivienda, junto a profesionales tan solventes como los profesores de la Universitat de Val¨¨ncia Joan Romero y Josep Sorribes y el soci¨®logo Jos¨¦ Miguel Iribas, reflexionando sobre el futuro de las "ciudades medias valencianas" y en el contexto de Ciumed, un proyecto de la Uni¨®n Europea que tiene como objetivo "impulsar el papel de las ciudades medias europeas consolidando un sistema urbano polic¨¦ntrico". En el segundo, con motivo de la presentaci¨®n del libro Los l¨ªmites del territorio, editado por la Universitat de Val¨¨ncia, que compila una serie de art¨ªculos aparecidos en EL PA?S que en su conjunto ofrecen consideraciones de primera importancia acerca de aspectos disciplinares diversos -desde diversas ¨®pticas- que inciden en nuestro urbanismo y desde los que bien se pudiera indagar en la b¨²squeda de un modelo territorial compartido.
De la reuni¨®n de Segorbe, las distintas exposiciones de los ponentes y el coloquio con los asistentes arrojaron algunas conclusiones provisionales siempre relacionadas con algunos principios generales que, por conocidos que resulten, conviene recordar y que tienen que ver con un principio de desarrollo sostenible, con una metodolog¨ªa de participaci¨®n ciudadana y con unos objetivos de crecimiento razonable. Pero tambi¨¦n quedaron afianzadas cuestiones m¨¢s particulares como las reclamadas por el profesor Joan Romero, reivindicando estrategias con miras m¨¢s amplias -m¨¢s ambiciosas y m¨¢s generosas tambi¨¦n- que las que suelen acomodarse a los "cuarenta y ocho meses" de un mandato, o como las establecidas por Jos¨¦ Miguel Iribas a partir de su muy acertada observaci¨®n sobre la atracci¨®n de residencia que la "cota cien" -desde el nivel del mar hasta 100 metros sobre ¨¦l- del levante valenciano ejerce sobre el ciudadano. Y por supuesto que se trataron con la debida pericia y atenci¨®n otras cuestiones, hoy ineludibles, que tienen que ver con funciones urbanas como la movilidad y el transporte, la terciarizaci¨®n, los nuevos modelos de organizaci¨®n social y familiar y las nuevas tecnolog¨ªas. M¨¢s generalista, la sesi¨®n de presentaci¨®n del libro de EL PA?S cont¨® entre los ponentes con el decano del Colegio de Arquitectos, quien mostr¨® su preocupaci¨®n -a mi modo de ver excesiva- sobre lo que est¨¢ ocurriendo y alarm¨® sobre la hip¨®tesis (al parecer contrastada) de que "800.000 familias alemanas pudieran estar contemplando la posibilidad de establecerse, con car¨¢cter temporal o incluso permanente, en la Comunidad". (M¨¢s que alarmarse habr¨ªa que prepararse para ello).
Desde el comienzo de esta legislatura que preside Francisco Camps hemos conocido los planes de la Consejer¨ªa de Territorio de creaci¨®n de 100.000 viviendas protegidas -rehabilitadas y de nueva planta-, de nueva doctrina legislativa sobre el territorio y el paisaje, el suelo no urbanizable, la vivienda o la calidad en la edificaci¨®n y en tiempos muy recientes tambi¨¦n hemos conocido tanto el malestar de los particulares damnificados por la LRAU, incluidas sus protestas ante la Uni¨®n Europea y la visita y un primer dictamen de europarlamentarios al respecto, como la abundante actividad mostrada por empresarios del sector inmobiliario para el desarrollo de nuevas acciones urbanizadoras (los famosos PAI).
De la leg¨ªtima y deseable confrontaci¨®n pol¨ªtica entre gobierno y oposici¨®n se ha ido llegando a un ambiente de exceso de calentamiento (al menos terminol¨®gico) que acu?a conceptos como "urbanismo depredador", "crecimiento no sostenible", "agresi¨®n medioambiental", "sellado irreversible de suelos litorales", etc. que pudieran parecer a personas de buena fe pero no especialmente informadas que el desarrollo urban¨ªstico de nuestra Comunidad carece de marcos de referencia legales contrastados y ejercidos con el debido cumplimiento. Yo creo que no es as¨ª. He escrito en ocasiones celebrando determinadas iniciativas en esta materia por parte de la Generalitat, sin por ello dejar de ser cr¨ªtico en aquellos aspectos que son todav¨ªa claramente mejorables. He celebrado la regulaci¨®n de una nueva ley urban¨ªstica (la LUV), pero no es ¨¦sta hoy mi intenci¨®n. Desconozco el texto alternativo del PSPV como consecuencia de su enmienda a la totalidad, tanto como las enmiendas del PP, y me limito a expresar aqu¨ª lo que deduzco de la informaci¨®n de la prensa. Y si resulta obvio que el asunto es de extrema importancia, tambi¨¦n a m¨ª me lo parece que el tratamiento del mismo no se compadece con ella. Sobran visceralidad, encono y sobre todo, personalismos. La terciarizaci¨®n -en actividades ¨ªntimamente relacionadas con el ocio y el turismo- de este territorio valenciano no se ha iniciado recientemente, pero es cierto que en la actualidad alcanza cotas hasta ahora desconocidas que tienen que ver con cuestiones de globalizaci¨®n real, con la libre movilidad que el marco de la Uni¨®n Europea permite y con los importantes flujos migratorios registrados. Y es una realidad, por ejemplo, que fondos de inversi¨®n de agrupaciones gremiales o sindicales inglesas, francesas o alemanas, encuentran en nuestro territorio un objetivo de asentamiento apetecible para sus asociados. Y a ello no se puede hacer o¨ªdos sordos.
Mi participaci¨®n en el libro que ya he citado tiene que ver con mi obsesionada preocupaci¨®n por un concepto de modernidad que hoy, m¨¢s que nunca, no s¨®lo tiene que ver con la forma sino tambi¨¦n con los modelos de vida, con el respeto por el medio, con la racionalizaci¨®n de la producci¨®n y, en suma, con el delicado equilibrio que de todas estas variables se deduce. Si cuando valoramos el pasado nuestras observaciones al respecto se inscriben en el amplio campo de la cr¨ªtica especializada (arquitect¨®nica en este caso), cuando valoramos el futuro nuestras consideraciones deben serlo en orden estrat¨¦gico y su sentido la b¨²squeda de un modelo territorial apropiado. S¨®lo si ese modelo territorial es el resultado de una reflexi¨®n profunda que contemple a la vez objetivos a medio y largo plazo, emanados desde la consolidaci¨®n de una identidad compatible con su inclusi¨®n en marcos geogr¨¢ficos mayores, s¨®lo si ese modelo territorial adquiere la solidez suficiente como para permanecer por encima de las vicisitudes que la democr¨¢ticamente saludable alternancia en el poder conlleva, podr¨¢ afirmarse que se cuenta con un modelo territorial de probada eficacia y garant¨ªa al servicio del ciudadano. Y para ello es inevitable que se cuente con un modelo compartido.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lozano Velasco es catedr¨¢tico de Proyectos Arquitect¨®nicos de la Universidad Polit¨¦cnica de Valencia.
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