Derecho de admisi¨®n
El jueves pasado, al cronista le impidieron hablar en la sala de exposiciones de la Diputaci¨®n Provincial de Alicante, donde deb¨ªa pronunciar unas palabras de presentaci¨®n de la obra pl¨¢stica de un artista, que as¨ª se lo hab¨ªa pedido y hab¨ªa aceptado, como el hecho de que en el cat¨¢logo se publicara un escrito suyo. El impedimento o la prohibici¨®n se la comunicaron a dicho artista, y no al interesado, pretextando, al parecer, que el cronista "los pon¨ªa a parir en sus art¨ªculos". ?Estamos, pues, ante un caso flagrante de revanchismo institucional por ejercer la libertad de expresi¨®n y de cr¨ªtica? Tal parece. Y sin embargo, el cronista no pretende implicar en tan mezquino asunto a una instituci¨®n que es de todos los ciudadanos y, por supuesto, tambi¨¦n de sus representantes pol¨ªticos, elegidos y pertenecientes a diversos partidos, y que entre todos los ciudadanos igualmente la costean, incluyendo los salarios de las referidos representantes pol¨ªticos, en su pasajera condici¨®n. M¨¢s bien tiene para s¨ª que se trata de una previa censura inconstitucional -se han vulnerado ostensiblemente derechos y art¨ªculos fundamentales- ejercida por unos mendas autoritarios y nost¨¢lgicos, a quienes el cronista espera que se les siente la mano con rigor, en evitaci¨®n de que, con su incivil conducta, concluyan impunemente convirtiendo la Diputaci¨®n Provincial en un territorio de arbitrariedades y venganzas miserables y esperp¨¦nticas. Tan esperp¨¦nticas, recuerda el cronista, como el episodio aquel, sucedido durante la dictadura franquista: ocurri¨® que un modesto limpiabotas fue declarado, a redoble de tambor, persona non grata, por su sindicato vertical, y por denunciar, a trav¨¦s de este mismo cronista y en un diario que cumpl¨ªa, aunque siempre a la gre?a, la inmundicia de su vivienda. Tanto clamor levant¨® el hecho, que el gobernador civil de entonces llam¨® al limpiabotas, llam¨® luego al cronista, y finalmente dej¨® sin efecto la grotesca declaraci¨®n y termin¨® por facilitar al limpiabotas una vivienda m¨¢s digna. Cuando menos, el gobernador de marras tuvo conciencia del desafortunado incidente y sentido del rid¨ªculo.
Al cronista le da cierto repel¨²s que otros mendas puedan proceder, por lo bajines y con el arte del disimulo, utilizando m¨¦todos dictatoriales, que les lleve a degradar y privatizar una instituci¨®n democr¨¢tica, poni¨¦ndola al servicio de sus tristes vindictas. Es por eso que el cronista se disculpa ante sus lectores, por contarles una historia que, pese a sus apariencias, no es menor. El cronista ten¨ªa previsto escribir su columna dominical sobre al alcance de las presuntas e incesantes corrupciones inmobiliarias, y de los autom¨®viles de lujo, que se gastan algunos. Pero ha reflexionado sobre este desatino y ha considerado que, con m¨¢s frecuencia de lo que parece, tambi¨¦n se comenten corrupciones ¨¦ticas en el ejercicio provisional del cargo y en la funci¨®n. Corrupciones que alientan descr¨¦ditos, revanchas y atentados contra la dignidad y los derechos constitucionales de la persona. Por eso el cronista lo ha hecho aqu¨ª, convencido de que no se producir¨¢n m¨¢s motivos que justifiquen que, en la entrada de la Diputaci¨®n Provincial, se cuelgue un cartel que diga: "Se reserva el derecho de admisi¨®n", como si fuera un club de se?oritos y caciques, o un antro de rufianes.
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